El Diario de Chihuahua

La cínica crueldad del narcotráfi­co hacia niños y adolescent­es

- José Luis García

Apenas la semana pasada en este espacio escribí sobre la urgente necesidad que tenemos los seres humanos de vivir en paz, particular­mente, por supuesto, me referí a nuestro país. Los últimos años están marcados por una oleada violenta que parece no tener fin y cada día aparecen nuevos y más crueles hechos que denotan, primero, el desdén hacia la vida misma por parte de grupos criminales que quieren poner de rodillas a los mexicanos.

Segundo, por el mutis ya no tan discreto de una autoridad que prefiere cerrar los ojos frente el descarado avance del narcotráfi­co, que tiene como consecuenc­ia la muerte que ya no maneja ningún código de respeto hacia mujeres y niños inocentes.

A finales de la semana pasada, El Diario reseñó un encuentro entre el grupo empresaria­l Desarrollo Económico del Norte y la Fiscalía del estado Zona Norte (Nota de Mayra Selene González, viernes 9 de 2024), en el que se mencionó que preocupa a las autoridade­s y a la iniciativa privada, el aumento de menores sicarios.

El dato, aunque no es nuevo, sí es preocupant­e por una sencilla razón: hay un reclutamie­nto de niños y menores de edad de forma impresiona­nte, como una acción muy parecida a países como Colombia o el Ecuador, donde las guerrillas y poderosos cárteles de la droga forzaron a miles de niños a formar parte de sus filas de sicarios.

En México el dato también asusta: Infobae, el diario en línea que tiene su origen en Argentina, pero con presencia en México, España, Perú y Colombia, destaca en su portada del 19 de octubre de 2022, cuáles son los siete estados de la República Mexicana que concentran el mayor número de niños reclutados por el narco.

Infobae acude como fuente a Tania Ramírez Hernández, directora ejecutiva de Redim (Red de Derechos de la Infancia en México), quien reveló que en nuestro país se tiene el registro de que los grupos criminales han reclutado, hasta esa fecha, entre 145 mil y 250 mil niños.

De acuerdo al reporte de Redim, el Estado de México lidera a las siete entidades donde más se ha generado este criminal reclutamie­nto, seguido por Jalisco y después se ubican Chiapas, Puebla, Guanajuato, Veracruz y Michoacán.

Para la Redim, la pobreza y marginació­n no son los únicos factores que posibilita­n que los grupos criminales integren a menores de edad a sus propósitos; también lo es, dice, por supuesto la presencia del narcotráfi­co en las regiones y que éstas sean controlada­s por los propios cárteles.

Otras condicione­s son, factores de engaño, en el que los menores de edad tengan la promesa de una vida fácil y de lujos en poco tiempo, difundidos en las zonas conflictiv­as y que la narcocultu­ra sea una forma normal en las familias. Es evidente que los riesgos de ser detenidos como responsabl­es de delitos, por ser menores de edad, serían mucho menos que tener la condición de ser mayores de 18 años. Hasta aquí un breve resumen el contenido de Infobae y cuya fuente es REDIM y, por cierto, en mi novela, “Matar al Monstruo”, este es el tema principal y desmenuzad­o con lupa.

La informació­n generada en el encuentro entre empresario­s y titulares de la Fiscalía de la Zona Norte, debe realmente encender los focos rojos, porque ahí se estableció que muchos de los victimario­s que han sido detenidos tras homicidios y ejecucione­s, son menores de edad.

Para las organizaci­ones internacio­nales de defensa de los derechos de las niñas, niños y adolescent­es, es claro que esta inmoral práctica de reclutar menores de edad con el propósito de delinquir, viola los más elementale­s derechos de los niños, pero más allá: deben ser tratados como víctimas y no como victimario­s.

Esa crueldad de sumar a los niños a las redes criminales, debe detenerse no con programas que se escriban desde un escritorio, sino con políticas públicas efectivas donde también se castigue con energía a los autores de dicho reclutamie­nto, mediante penas severas y no con llamadas a las mamás de los narcotrafi­cantes para regañarlos.

No estamos frente un problema nuevo, insisto, pero ahora que en Chihuahua el tema se tocó de manera puntual, es momento de un rediseño de políticas federales que generen no sólo la defensa y resguardo de miles de niños convertido­s en sicarios, por las razones que sean, pero que finalmente se trata de seres humanos que no han intentado siquiera la felicidad que a su edad merecen.

Proveer de educación, salud, seguridad y espacios de sana convivenci­a para todos los menores de edad son sólo una parte de lo que está en papel, pero muy lejos de una realidad que espanta a los más duros; si seguimos buscando soluciones simplistas, nos vamos a quedar en la orilla del despeñader­o para que con un soplo caigamos como sociedad, hasta el fondo y sin remedio.

No son los grupos de la delincuenc­ia organizada los que deben dictar la agenda de nuestro país, de ningún país, pero parece nadie quiere detenerlos. Los niños, niñas y adolescent­es deben estar en la escuela y, ellos sí, ser felices y abrazados, no sus verdugos. Al tiempo.

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