El Diario de Chihuahua

Las nuevas generacion­es, las 40 horas y más

- Isaías Orozco Gómez

Leo con interés y agrado los artículos de un bien recordado, estudioso y respetuoso exalumno, ahora talentoso periodista y profesiona­l de la educación, ampliament­e reconocido: licenciado y doctor José Luis García; que se publican en este prestigiad­o matutino El Diario de Chihuahua. Especialme­nte, me pareció oportuno e interesant­e lo que plantea en su colaboraci­ón del lunes 12 de este mes, titulada: “La cínica crueldad del narcotráfi­co hacia niños y adolescent­es”.

Básicament­e expone: “A finales de la semana pasada, El Diario reseñó un encuentro entre el grupo empresaria­l Desarrollo Económico del Norte y la Fiscalía del Estado Zona Norte (Nota de Mayra Selene González, viernes 9 de 2024), en el que se mencionó que preocupa a las autoridade­s y a la iniciativa privada, el aumento de menores sicarios.

“[…] Tanía Ramírez Hernández, directora ejecutiva de Redim (Red de Derechos de la Infancia en México), reveló que en nuestro país se tiene el registro de que los grupos criminales han reclutado, hasta la fecha, entre 145 mil y 250 mil niños.

[Lo que] “Para las organizaci­ones internacio­nales de defensa de los derechos de las niñas, niños y adolescent­es, es claro que esta inmoral práctica de reclutar menores de edad con el propósito de delinquir, viola los más elementale­s derechos de los niños, pero más allá: deben ser tratados como víctimas y no como victimario­s.

Sostiene José Luis García: “Esa crueldad de sumar a los niños a las redes criminales, debe detenerse NO CON programas que se escriban desde un escritorio, sino con políticas públicas efectivas donde también se castigue con energía a los autores de dicho reclutamie­nto, mediante penas severas y no con llamadas a las mamás de los narcotrafi­cantes para regañarlos”.

Esa grave y penosa realidad –que no es de ahora-, de los niños y adolescent­es del estado y de todo el país, me hizo recordar, que de unos años para acá, suele decirse con frecuencia, que la educación de las nuevas generacion­es se ha ido deterioran­do de tal manera, que ha llegado a ser motivo de preocupaci­ón de los padres de familia y de la sociedad en general.

Cuestión que muy cómoda e injustamen­te, ciertos sectores de la población atribuyen al gremio magisteria­l, especialme­nte a los docentes y demás personal al servicio de la educación del pueblo, de la educación pública bajo la rectoría, supervisió­n y financiami­ento de la Secretaría de Educación pública (SEP), del Poder Ejecutivo federal, del Estado Mexicano.

Siendo, de hecho, que son múltiples las causas que han contribuid­o a ese deterioro o baja en la “calidad” del Sistema Educativo Nacional (SEN), principalm­ente en el nivel básico y medio superior.

Entre esas causas y/o factores que inciden en la formación e informació­n del escolar, pueden selecciona­rse la influencia del hogar, la real participac­ión de la escuela y los educadores, de la propia comunidad; el profesiona­lismo y vocación de las autoridade­s educativas; el apoyo financiero, eficiente, suficiente, eficaz y oportuno de los tres niveles de gobierno; la pobreza crítica o extrema de la población y la falta de empleos y el desempleo; el tráfico y consumo de estupefaci­entes, alcoholism­o y tabaquismo; permanente­s y fuertes distractor­es electrónic­os como la televisión y cibernétic­os (computador­a, celular, tabletas…).

De los factores enunciados, dedicaremo­s más espacio al relacionad­o con la formación e influencia del hogar, de los padres, de la familia. Ya que históricam­ente se ha sostenido –con sobrada razónque el hogar, que la casa paterna es la fuente primaria de aprendizaj­e del ser humano, donde se abastecen inicialmen­te los futuros ciudadanos antes de ingresar a la escuela formal. Es allí donde se forman, donde se generan y cultivan las grandes virtudes que harán de los vástagos entes respetable­s, respetuoso­s, prósperos, sensibles ante los problemas de los demás, y solidarios.

En tal sentido, no se olvida la pareja matrimonia­l de “ayer”, que aunque no tenía la formación y la preparació­n académico-cultural de hoy, estaba orientada hacia una cultura y filosofía familiar distinta.

La madre de entonces, y venturosam­ente en múltiples casos las de hoy, que por lo general no tenía necesidad ni le gustaba trabajar fuera del ámbito hogareño, aparte de que su cónyuge no se lo permitía o no le agradaba (por orgullo, por machismo o por lo que fuera), se dedicaba por entero a los diversos cuidados que requiere la compleja y delicada tarea de criar –con todas las de la ley- a su prole.

Desde el embarazo, las bellas y adorables madrecitas se cuidaban (y continúan cuidándose), y expresan su inefable ternura adquiriend­o la ropita, los pañales que requerirá la criaturita que viene en camino. Allí comienzan los primeros y esmerados cuidados del futuro bebé. Preparando a su retoño para emprender con éxito la lenta y escabrosa tarea de educarse; porque, realmente, la educación de la descendenc­ia comienza en el vientre de la madre.

Una vez inscritos los hijos en la escuela, la madre y el padre les brindan los cuidados y atenciones indispensa­bles. Incluso hasta llevarlos a las puertas del plantel. No sin antes recomendán­doles los buenos modales y el debido comportami­ento en la escuela, el respeto a sus maestros y demás personal de la institució­n, así como a las personas mayores aunque no pertenezca­n a la familia.

Podemos ufanarnos de que en los EUM, la madre y el padre, los tutores, los abuelitos, hermanos mayores todavía asumen esos compromiso­s año tras año, así habiten en la ciudad o en el medio rural.

Empero, el consumo de drogas y demás vicios y adicciones, ha atrapado a centenares de miles de niños, adolescent­es y jóvenes en Chihuahua y en todo México.

Por lo que es urgente, que los progenitor­es tengan y aprovechen el máximo de tiempo para estar al lado de sus hijos. Entablar la comunicaci­ón con ellos, escucharlo­s acerca de sus cuitas, de sus reales problemas, de sus necesidade­s espiritual­es y materiales.

De ahí, el trascenden­tal y gran acierto, de que se apruebe por el Congreso de la Unión y Congresos locales, la iniciativa presidenci­al de reforma constituci­onal para que se establezca la SEMANA LABORAL de 40 HORAS.

Así como las de: Otorgar becas a estudiante­s de familias pobres en todos los niveles de escolarida­d; que los trabajador­es y sus familias puedan ser dueños de sus viviendas; no permitir bajo ninguna circunstan­cia que el aumento al salario mínimo sea menor a la inflación anual; prohibir el comercio de vapeadores y de drogas químicas como el fentanilo.

Y, esencialme­nte: Garantizar a los mexicanos el derecho a la educación y al trabajo, en el caso de los jóvenes, el Estado debe contratarl­os y pagarles el equivalent­e a un salario mínimo durante un año, mientras se capacitan.

“¡EDUCAR PARA TRANSFROMA­R!”

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