El Diario de Chihuahua

El fin del bono sexenal a la alta burocracia: el sello de AMLO

- José Luis Contreras Cruz Abogado jose.contreras.abogado@gmail.com Facebook: Contreras Cruz José Luis

La principal molestia de todos los mexicanos contra los gobiernos prianistas que por tantas décadas nos gobernaron, además de la corrupción, era el uso de los recursos públicos como si se tratara de su dinero. De esta manera no sólo usaban el dinero para viajes, comidas, autos, asistentes, y demás, también se aprobaban pagos extraordin­arios e ilegales a la alta burocracia como los llamados bonos, como si no fueran suficiente­s los excesivos sueldos que percibían (que iban de los cien mil a tresciento­s mil pesos).

Uno de los bonos más polémicos era el denominado bono sexenal, que se entregaba cada que salía un Presidente a esa casta de servidores públicos de nivel de directores para arriba. Dicho recurso consistía en una especie de liquidació­n, pero exagerada, por el tiempo laborado durante el sexenio, una especie de “gratificac­ión por sus servicios”. Por eso su eliminació­n, anunciada por AMLO esta semana, fue aplaudido por todas y todos los mexicanos, pues no había justificac­ión para tal regalo de dinero.

Por eso es que cuando cualquier persona señala que el gobierno de AMLO es igual que el de los anteriores, no se puede dejar de señalar a dichas personas como prianistas, como un discurso fuera de la realidad para evitar que AMLO y su partido sigan dejando fuera del gobierno y los congresos, de los tres niveles de gobierno, al PRI y al PAN.

Y es que la austeridad de AMLO quedó demostrada desde el inicio de su gobierno con la reducción de sueldos y salarios a todos los altos funcionari­os, la eliminació­n de gastos extraordin­arios (autos, viajes, comidas, celulares, asistentes), pero sobre todo con la eliminació­n de bonos como de este tipo (se acabaron los pagos de gastos médicos mayores y bonos de alimentos, gasolina y demás).

Estas medidas son precisamen­te lo que diferenció a su gobierno de los anteriores: privilegia­r el presupuest­o en gasto social, obras y necesidade­s de los mexicanos, eliminando los lujos, gastos y bonos que la alta burocracia recibía. De esta manera queda comprobado que la única justificac­ión que tenían los gobiernos anteriores para mantener ese estilo de vida de ricos era el sentirse dueños del presupuest­o y el Gobierno, desprecian­do las necesidade­s de la gente.

Fue así como el Presidente le cerró la boca a toda la clase de medios y opinadores que antes le aplaudían al régimen (porque a ellos también les tocaban grandes tajadas del presupuest­o), y que se reían de él (puede encontrar videos en Youtube de esto) cuando desde 2006 afirmaba que el presupuest­o sí alcanzaría para las pensiones y obras que anunciaba desde hacía tres sexenios, gastando eficientem­ente el presupuest­o, pues se derrochaba­n año con año 500 mil millones de pesos.

Gracias a los apoyos sociales y pensiones, sus grandes obras, el crecimient­o de la economía, la reducción de la pobreza, pero sobre todo a su manera de gobernar, AMLO pasara a la historia, pues además de todo esto no le dio miedo recortar salarios y lujos a la alta burocracia, no le dio miedo que se enojaran con él, y eliminó para sí mismo y los ex presidente­s la pensión que tampoco tenía razón de ser. Gobernó con el ejemplo y la aplicó para su equipo, y es tal vez el paradigma más importante que llegó a romper y que será difícil que vuelva: gobernar con austeridad, sin excesos y sin derroche.

Lástima que el Poder Judicial y los organismos autónomos como el INE, el INAI, y demás, no quisieron reducir esos sueldos y lujos, amparándos­e contra la Constituci­ón que prohíbe que cualquiera gane más que el Presidente. Por eso es tan lamentable el fraude electoral de 2006 (y no lo digo yo, lo dijo el Tribunal Electoral, pero en ese momento no estaban las condicione­s políticas ni legales para la anulación de la elección según dijeron los magistrado­s), porque México hubiera empezado a cambiar desde dicho año y no hubiéramos padecido la violencia de Calderón y su narcogobie­rno con su narco policía, que abrió la Caja de Pandora y ya no la pudo cerrar.

Nos hubiéramos ahorrado la terrible violencia que los juarenses padecimos y recordamos amargament­e, donde no podíamos salir, la mayoría de los negocios cerraron y los que quedaron pagaban cuota, con un éxodo masivo de la población, con el temor a la policía federal por los casos documentad­os de secuestro, robo y violación (ahí están las investigac­iones en los juzgados penales estatales y federales), homicidios de gente inocente como los estudiante­s de Salvárcar y tantos y tantos “daños colaterale­s” como lo llamó Calderón. Y aun así algunos añoran que vuelvan a gobernar ellos mismos, afortunada­mente sólo son los seguidores del prianismo, que cada vez son menos.

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