Una enseñanza del Profe Toño
Había terminado la guerra. La patrulla en retirada. Un soldado pide permiso a su capitán para volver al campo de batalla en busca de un amigo, pero se le niega el permiso. ¡Es inútil que vayas! ¡está muerto! le dice el capitán. El soldado desobedece la orden y vuelve al campo de batalla por su amigo. Regresa con él en brazos… muerto. ¡Te lo dije! ¡era inútil que fueras! “no mi capitán” -responde el soldado- “no fue inútil” “cuando llegue aún estaba con vida, y solamente dijo: sabía que ibas a venir. Relato que René Lavand declamaba en sus actuaciones.
Acedia es una palabra no muy conocida o empleada en la actualidad, de hecho, es poco el conocimiento que tienen algunas personas acerca de ésta. Un servidor la escuché cuando estudiaba preparatoria, tengo muy presente la clase, sentado en su escritorio estaba quien nos explicó en qué consistía el vicio de la acedia: el Profe Toño como cariñosamente le decíamos los alumnos, maestro de quien debe decirse fue siempre de buen carácter, lo que hizo que fuera tenido en alta estima y amado de cuantos tuvimos trato con él, porque en su carácter siempre se observó una clara mezcla de bondad y firmeza, de dulzura y fortaleza, de franqueza y de tacto en su trato con los estudiantes y quienes le rodeaban.
Recuerdo que nos explicaba que la acedia era la fuente en gran parte de alguno de los muchos desordenes que existen en la sociedad, decía que la acedia es una tristeza, tedio, desgano, indolencia en el obrar, y la refería como tristeza del alma, producto de la negligencia en el cuidado de ésta. Después de muchos años, comprendí que lo enseñado en ese tema, lo hizo tomando en consideración las enseñanzas de Santo Tomas de Aquino, doctrina que sigue siendo de obligada consulta para quien estudia Ética o Filosofía Moral.
El término acedia, del latín “acidia”, viene a significar: pereza, flojedad, tristeza, angustia [1], empleado por autores clásicos como Empédocles, Hipócrates y Cicerón. Sobre esa palabra investigué que, Evagrio Póntico fue quien presentó una explicación acerca de la acedia, la asociaba al pensamiento malo; decía que este apremia a dirigir la vista una y otra vez hacia la ventana; despierta la aversión por el lugar donde se mora, hacia su misma vida y hacia el trabajo; por este vicio se presenta el deseo de otros lugares en los que pueda encontrar fácilmente lo que necesita y ejercer un oficio más fácil de realizar y más rentable [2] .
Podemos decir que quien padece el vicio de la acedia tiene una excesiva preocupación por la salud, un grado de precaución exagerada por el bienestar del cuerpo. Además, lo lleva a dejar de obrar, disminuye la dinámica de su actuar. El Dr. Martín Echavarría sobre la acedia nos dice que, esta tiene un carácter de mayor profundidad en tanto que con ella se pierden el gozo y la paz, y consecuentemente, la energía, para llevar a cabo la propia existencia. Francisco Canals hace una distinción sobre la acedia y la pereza, señalando que la segunda, es sólo consecuencia de la primera, y dice: la acedia que no es la pereza, es la fuente de muchas cosas que llamamos pereza. Entonces la acedia como tristeza, lo que hace en las personas es que las deprime en su ánimo; así, tenemos que retrae a las personas de realizar buenas acciones o buenas obras; por el hastío que produce, dejamos de estudiar, de trabajar, de hacer deporte, Etc.
Contra la acedia el Profe Toño recomendaba: el gusto por el trabajo que se hace, en lugar de obligar a la persona. Comentaba que deben encausarse todas las buenas tendencias en cada hombre, neutralizar los vicios de pereza y miedo al esfuerzo; También decía: porque “las dificultades están para ser vencidas.”; luego, decía “No pretendas con lo poco alcanzar lo mucho.”, por el contrario “hay que insistir y persistir”. Al Profe Toño en su aniversario luctuoso.
[1] Diccionario de la Lengua Española, 23.a ed. https://dle.rae.es/ aced%c3%ada
[2] CONEJO, ISABEL, LA ACEDIA UN RASGO DE LA SOCIEDAD ACTUAL. UNIVERSITAT POMPEU FABRA.