Transportistas: no queden como abusones
Ciudad Juárez.–viajando diligentes por la carretera de Ciudad Juárez hacia Chihuahua rumbo a nuestras oficinas muy temprano por la mañana -a eso de las 8:30 am-, fuimos testigos de una protesta pacífica de transportistas que estrangulaban el camino en un punto de revisión ubicado cerca de la caseta de Sacramento, causando que el tráfico fluyera más lento.
Decenas de tractocamiones estaban parados en ambos lados. Algunos mostraban pancartas alusivas a su causa que, obviamente, los quejosos intentaban que leyéramos todos los que por ahí pasamos en el momento, acaparando así también la atención de los medios interesados, y de las redes sociales -que por cierto ahora inmediatamente se encargan de publicar en internet cualquier chisme en tiempo real, como para presumir que el usuario estuvo ahí de testigo- y, sobre todo, intentando llamar la atención de los principales responsables públicos de la seguridad: los políticos gobernantes.
Habíamos salido muy temprano de Juárez, esquivando tramos federales en mal estado que, irónicamente, están así en gran parte debido al incremento del transporte pesado que utiliza las carreteras para satisfacer la enorme demanda del mercado y a los consumidores estadounidenses.
Gran negocio se ha vuelto el transporte hacia los Estados Unidos, desde que el Tratado de Libre Comercio entre México, Canadá y el país de las barras y las estrellas, maduró. A los tractocamiones mexicanos que cumplen con las normas estadounidenses se les permite cruzar y transportar sus cargas en Gringolandia, no sin las ocasionales molestias y pérdidas millonarias sufridas cada vez que se cierran u obstaculizan los puentes internacionales de la frontera por mandato de las autoridades estatales de Texas; siempre motivadas por asuntos políticos infundados que promueven los republicanos y especialmente el gobernador texano Greg Abbott, quien a veces paraliza el comercio hacia el país del norte, excusándose en retóricas antiinmigrantes y xenofóbicas populares, poniendo así a temblar la economía mexicana.
El bloqueo, según se publicó, fue planeado por la Alianza Mexicana de Organizaciones Transportistas A.C. para exigirle a la Federación que firme una estrategia de seguridad, y correspondió al paro nacional anunciado por líderes de tal asociación. Más de 11 estados del país ya se han visto afectados por la toma de carreteras a manos de transportistas de quinta rueda en mayor o menor medida.
Leonel Méndez, líder de la AMOTAC en Chihuahua, explicó que la exigencia era para el Gobierno federal, al que le exigen que implemente una estrategia de seguridad que verdaderamente garantice la seguridad de los trabajadores del volante.
Las filas se hicieron presentes, pero el cierre fue parcial, dejando los protestantes fluir al tráfico lentamente.
Ya antes habían expresado sus preocupaciones al gobierno chihuahuense líderes transportistas por una agresión en contra de un conductor de la empresa de transportes Soto e Hijos la semana anterior a la altura del kilómetro 172. El fiscal César Jáuregui aclaró ante los medios que esa agresión probablemente no estaba vinculada con un intento de robo, ya que se encontraron todas las pertenencias de la víctima, incluyendo la carga, y que se seguiría investigando exhaustivamente para informar al gremio ofendido sobre el caso, hasta encontrarse el motivo del incidente.
Fue obvio que a la gobernadora de Chihuahua Maru Campos, quien pidió a los trasportistas respetar el libre tráfico de todos los chihuahuenses, no le caen muy en gracia este tipo de protestas. La gobernadora básicamente calificó a los líderes de tráileres como prepotentes
Es entendible que los transportistas, gremio en plena expansión económica, grillo, y unido, estén molestos con las autoridades porque desde hace años han sido blanco de asaltos y violencia por parte del crimen organizado en muchos estados del país. Inclusive a veces simpatizamos con su causa, pero es un hecho que la violencia es general, se vive en todos los sectores del país, y no es algo exclusivo de algún sector en especial.
Por otro lado, los transportistas solo piden mayor seguridad en las carreteras contra asaltantes y extorsionadores que los han afectado.
Lo que no se vale es que, por su capacidad maquinaria y volumen de vehículos, atenten contra los ciudadanos y viajeros que necesitamos usar las carreteras para transportarnos, ya sea por motivos de trabajo o de ocio. Las cosas están muy calientes como para echarle más leña al fuego.
Es por eso les aplaudo que, al menos esta ocasión, no hayan parado el flujo de tránsito libre al cien por ciento.
Desafortunadamente, a otras personas sí les han afectado situaciones similares. Amigos me contaron las consecuencias que vivieron por ello. En una ocasión, tardaron horas perdidos sin rumbo por carreteras alternas para esquivar los bloqueos, después de esperar un par de horas para ver si los trasportistas les abrían el camino. Al no ser así, molestos y desesperados, decidieron arriesgarse por antiguas vialidades alternas, no muy seguras ni bien mantenidas. Finalmente, llegaron a su destino, pero con más de dos horas de retraso.
En México, si queremos presumir de tener un país democrático, las manifestaciones pacíficas son permitidas, pero de ninguna manera se puede permitir que personas ajenas al problema sean afectadas. Todos tenemos derecho al libre tráfico, en eso tiene razón la gobernadora, quien no debe permitir este tipo de bloqueos. La violencia en las carreteras y en las ciudades nos afecta a todos, no solo a unos cuantos.
Quedan mal con la ciudadanía, finalmente, quienes por cualquier medio intentan violar ese derecho. Sí ha habido asaltos, asesinatos y tragedias que encabritan a los trabajadores del volante, pero estos incidentes, aunque lamentables, no pueden utilizarse como una bandera política generalizada. Cada caso es diferente, y las causas y motivos incluyen múltiples y complejos factores.
Reitero, las protestas de trasportistas, como las de otras uniones de trabajadores, son un recurso válido para expresarse, mientras que no afecten a los demás, porque nadie tiene el derecho moral para afectar a personas inocentes. Si ellos perciben que es culpa de los gobernantes, pues que les exijan cuentas para mejorar en su trabajo, pero no es mostrando su músculo político ni su fuerza mecánica como van a conseguir la aprobación de los ciudadanos. Al contrario, quedan como abusones.
Si pedimos a todas las autoridades que pongan toda su atención para resolver las quejas ciudadanas. Es un hecho que las hampas del crimen afectan todos los sectores del país. ¿Cómo es posible que sigan haciendo su agosto con tanta facilidad? Pero también le pedimos a quienes quieran expresar sus protestas y hacer valer sus derechos políticos que piensen primordialmente cómo somos afectados la mayoría de todos los ciudadanos. A los representantes de gobierno les pedimos que prevengan las cosas antes de que este tipo de situaciones escalen y que piensen primero en la mayoría de los afectados, no cediendo ante los intentos de amenazas a todos los ciudadanos que a veces intentan los líderes trasportistas, o los líderes de cualquier otro ramo homogéneo de la población.