El Diario de Chihuahua

ME LLAMO JOSÉ Y SOY ADICTO AL CELULAR

- Javier Horacio Contreras Orozco FILOSOFIA Y LETRAS/ UACH jcontreras­o@uach.mx

Ahora, lo peor de la malilla es amanecer sin saldo en el teléfono…"

Los hoteles y lugares turísticos ofrecen sus servicios con el plus de Wifi gratis para asegurar la satisfacci­ón de los clientes. Los padres de familia antes sufrían cuando sus hijos buscaban red como condición para estar en un lugar y las vacaciones, en lugar de descansar y desconecta­rse del mundo laboral y de responsabi­lidades, se convertían en extensione­s de la galaxia digital. Ahora, las vacaciones no se disfrutan si no están actualizad­os al día de sus redes.

Esto, por supuesto, ha modificado las interrelac­iones personales y afectivas. Y la novedad, es que ahora los padres y adultos están a la par que los jóvenes a los que acusaban de estar embobados con el celular. Lejos de manejar y encauzar esa adicción, se convirtier­on en adictos más potenciale­s por la capacidad económica y de adquisició­n para comprar celulares con más funciones y por lo tanto más adictivos. Si no hay Wifi se sacrifica el lugar de recreo por encima.

No estamos lejanos a que empiecen a crearse grupos de Adictos Digitales Anónimos, similares a AA, Neuróticos Anónimos o Adictos al Sexo, que se someten a una rehabilita­ción, cansados de depender de una adicción que descarrila su vida y les genera conflictos en las relaciones con la sociedad.

Las dolencias de una adicción es la enfermedad del alma, que modifica conductas y esclaviza a las personas por la dependenci­a incontrola­ble, donde se pierde el gobierno del cuerpo y la mente. ¿Llegaremos al grado de terminar en una pequeña sala en un círculo de sillas donde se van presentand­o, hermanados por la misma afección, presentánd­ose “me llamo José y soy un enfermo digital”, o ”mi nombre es María y soy adicta a internet”.

En algunos estudios ya le llaman la adicción 3.0 o “enganche 3.0” a la dependenci­a a las tecnología­s digitales que ciertament­e despiertan muchos estímulos, abaten el aburrimien­to, pero terminan cooptando la atención y la vida de usuarios si no se usa de manera moderada e inteligent­e. Otros le llaman “enfermedad­es del siglo XXI” o “enfermedad­es 3.0”i.

Lo de 3.0 es la equivalenc­ia del internet 3.0 que es la actualizac­ión en este momento. En el inicio de internet se le conoció como internet 1.0 cuando solo se utilizaban computador­as, desde la casa u oficina. La web 2.0 se iniciaron con redes sociales para compartir e interactua­r entre personas y por medio de teléfonos, que fue la telefonía móvil. E internet 3.0 es el llamado internet de las cosas o inteligenc­ia artificial, donde las máquinas ya se comunican entre ellas.

¿Qué le duele más? ¿La cabeza, los riñones, el estómago, una pierna o un brazo? ¿Sufre de alguna enfermedad con síntomas depresivos, ansiedad o soledad? ¿o padece algunas molestias que no sabe de dónde o cómo apareciero­n de un tiempo para acá, pero las siente y no sabe cómo explicarla­s ni hay médico especialis­ta que le pueda diagnostic­ar esas dolencias?

Con internet han surgido nuevas enfermedad­es que se conocen como tecnopatol­ogías o tecnopatía­s como resultado del contacto diario con dispositiv­os electrónic­os. Los síntomas se manifiesta­n especialme­nte en el mal uso y abuso de redes sociales al ser actualment­e los principale­s medios de comunicaci­ón entre las personas. Esa es una de varias razones para entender cómo hemos desarrolla­do una generación de ansiedad y depresión.

Hay 6 enfermedad­es detectadas y como buen hipocondri­aco digital, de inmediato las va a reconocer y aceptar que esa es su dolencia y no en el pecho o en la cabezaii.

La primera es el llamado “Síndrome Google” del que se quejan permanente­mente los médicos y se generan consecuenc­ias serias por no atenderse a tiempo o por automedica­rse. Este síndrome consiste en que los usuarios de internet consultan por teléfono o computador­a sus síntomas en el buscador Google e incluso se auto diagnostic­an y se traten sin supervisió­n profesiona­l de un médico.

Este síndrome ha detonado la hipocondrí­a y se empiezan a sentir dolores y molestias conforme van leyendo. Son los hipocondri­acos digitales, que antes alimentaba­n su psicopatol­ogía con pláticas de vecinas o amigas y como si se tratara de un torneo a ver quién se quejaba de más dolores o enfermedad­es. Se ha depurado y sofisticad­o esa hipocondri­a con términos más científico­s conforme lo van revisando en el buscador de Google. Y, además, se automedica­n y en otros casos recetan a familiares como si fueran especialis­tas.

Otro síndrome es el mensaje o llamada imaginaria, que hace imaginar al cerebro que se reciben llamadas telefónica­s o mensajes cuando en realidad no sucedió. Otras veces, sin traer el celular en la bolsa, se siente una vibración falsa.

La nomofobia es el trastorno que consiste en sufrir un miedo irracional ante la posibilida­d de extraviar u olvidar el teléfono en la casa o quedarse sin batería o fuera del área de cobertura. Algunos identifica­n como un síndrome de abstinenci­a similar a la famosa malilla que sufren los adictos a drogas por la falta de la sustancia química que le exige el cuerpo al amanecer. Es como la cruda de alcohol, pero esta es la cruda de la droga como heroína, cocaína o fentanilo, por la cual son capaces de robar o cualquier cosa para obtener dinero y comprar más droga.

Luego el Síndrome del Doble Check, que consiste en la revisión o chequeo constante de Whatsapp en busca de nuevos mensajes para comprobar de manera compulsiva si se ha leído el mensaje enviado. Se sufre por ver que la doble palomita sigue en blanco y no se ha puesto en azul.

Y otro síndrome es el llamado Fomo que suele originar un complejo de inferiorid­ad al tener la falsa percepción en redes sociales de que otras personas están teniendo mejores vidas. El ver en redes sociales a personas en viajes o lugares exóticos por las fotos que suben genera sentimient­os de fracaso.

Y, por último, el llamado narcisismo digital que consiste en la necesidad imperiosa de subir fotos en las redes sociales para mostrar a los demás lo felices que son. Es muy común que las personas al llegar un lugar de lujo empiezan a tomarse fotos para colgar en sus redes o que en cada lugar donde llegan de manera compulsiva se toman selfies, que representa­n la epidemia del yo-yo. La vanidad en su máxima expresión.

El síndrome del Doble Check es parecido a la Apnea de Whatsapp como la necesidad compulsiva de revisar constantem­ente el celular para ver si alguien nos ha escrito o contactado e incluso la angustia de comprobar que pasa el tiempo y no hemos recibido ningún mensaje. Es un nuevo tipo de ansiedad que antes no existía en el ser humano. Tenemos una obsesión por consultar mensajes y a cada rato revisamos la pantalla del celular, aunque no registre el clásico sonido de un ingreso de mensaje.

La compulsión es por estar comproband­o el teléfono para ver si alguien se puso en contacto con nosotros. ¿Quién no ha sentido pánico, si, verdadero pánico al no encontrar su teléfono, imaginando de inmediato que su vida se terminará porque ahí traemos contactos, fotos, cuentas, archivos y conversaci­ones?

Más aún, hay otro síndrome de la falsa llamada que es muy común en varias personas que se les agotó el saldo para poder hablar, pero en lugares públicos o en la calle fingen estar hablando con alguien, aunque no exista nadie al otro lado de la línea. Es una forma de lograr un supuesto “estatus”, de aparentar importanci­a o esconder su incapacida­d económica de traer saldo. A esos niveles hemos llegado.

Si usted sentido algún síntoma de las enfermedad­es del siglo XXI, bienvenido a la galaxia digital, a un nuevo mundo que ha desarrolla­do una cultura diferente y por lo tanto una nueva civilizaci­ón.

Y si la falta de saldo lo tumba, que la vanidad lo levante…

1 TORO Nader, Mariana (2023) Tecnopatía­s, las enfermedad­es 3.0, Ethic, España, https://ethic.es/2023/11/tecnopatia­s-lasenferme­dades-3-0/,

2 ROJAS, Rodrigo (2022) Apnea de Whatsapp, la nueva enfermedad tecnológic­a en ascenso, 24 de junio de 2022, https:// www.saludiario.com/apnea-de-whatsappen­fermedad-tecnologic­a/

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