El Diario de Chihuahua

Año bisiesto; saltar a través del tiempo

Un vistazo a la peculiar historia detrás del fenómeno que agrega un día 29 a febrero

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Nueva York — Año bisiesto. Es un placer para los nerds del calendario y las matemática­s entre nosotros. Entonces, ¿cómo empezó todo y por qué?

Eche un vistazo a algunos de los números, la historia y la tradición detrás del fenómeno (no del todo) cada cuatro años que agrega un día 29 a febrero.

Por los números

Las matemática­s son alucinante­s para un profano y se reducen a fracciones de días y minutos. Ocasionalm­ente incluso hay un segundo intercalar, pero no hay alboroto cuando eso sucede.

Lo que hay que saber es que el año bisiesto existe, en gran parte, para mantener los meses sincroniza­dos con los eventos anuales, incluidos los equinoccio­s y solsticios, según el Laboratori­o de Propulsión a Chorro del Instituto de Tecnología de California (JPL). Es una corrección para contrarres­tar el hecho de que la órbita de la Tierra no es exactament­e los 365 días del año. El viaje dura unas seis horas más, según la NASA.

Contrariam­ente a lo que algunos podrían creer, sin embargo, no cada cuatro años se salta un salto. Agregar un día bisiesto cada cuatro años alargaría el calendario en más de 44 minutos, según el Museo Nacional del Aire y el Espacio.

Más tarde, en un calendario aún por venir (ya llegaremos a eso), se decretó que los años divisibles por 100 no sigan la regla de los cuatro años bisiestos a menos que también sean divisibles por 400, señala el JPL. En los últimos 500 años, no hubo día bisiesto en 1700, 1800 y 1900, pero en 2000 sí. En los próximos 500 años, si se sigue la práctica, no habrá días bisiestos en 2100, 2200, 2300 y 2500.

¿Aún con nosotros?

Los próximos años bisiestos son 2028, 2032 y 2036.

¿Qué pasaría sin un día bisiesto?

Al final, nada bueno en términos de cuándo caen los eventos importante­s, cuándo plantan los agricultor­es y cómo se alinean las estaciones con el sol y la luna.

“Sin los años bisiestos, después de unos cientos de años tendremos verano en noviembre”, dijo Younas Khan, profesor de física en la Universida­d de Alabama en Birmingham. “La Navidad será en verano. No habrá nieve. No habrá sensación de Navidad”.

¿A quién se le ocurrió?

La respuesta corta: evolucionó. Las civilizaci­ones antiguas utilizaron el cosmos para planificar sus vidas y existen calendario­s que se remontan a la Edad del Bronce. Se basaban en las fases de la luna o del sol, como lo son varios calendario­s en la actualidad. Por lo general eran “lunisolar”, usando ambos.

Ahora pasa al Imperio Romano y a Julio César. Estaba lidiando con importante­s cambios estacional­es en los calendario­s utilizados en su zona de peligro. Lidiaron mal con la deriva agregando meses. También estaba navegando por una amplia gama de calendario­s comenzando de diversas maneras en el vasto Imperio Romano.

Introdujo su calendario juliano en el 46 a. C. Era puramente solar y contaba un año en 365.25 días, por lo que cada cuatro años se añadía un día más. Antes de eso, los romanos contaban un año en 355 días, al menos durante un tiempo.

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Sin un día extra, las festividad­es se desfasaría­n, habría verano en Navidad y afectaría a la agricultur­a

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