El Diario de Chihuahua

Noventa días para reflexiona­r qué país queremos y en qué circunstan­cias

- Manuel Narváez Narváez Email: narvaez.manuel.arturo@gmail.com

Seamos autocrític­os, pero no sordos e indolentes. No nos autoengaña­rnos, los gobiernos del PRI y el PAN no respondier­on a las expectativ­as. Nos fallaron en muchos aspectos y decepciona­ron a millones que ya no quisieron perder su tiempo en las urnas. En la democracia imperfecta de los gobiernos del PRIAN y el PRD en la Cdmx, como en otros estados, hubo cosas buenas y malas, pero en general fueron mediocres.

Salvo en los tiempos de persecució­n política con Díaz Ordaz, Echeverría y López Portillo, y de los fraudes electorale­s con Miguel de la Madrid y Salinas de Gortari, fuimos conquistan­do libertades y respeto a los derechos civiles.

Mal que bien, se podía estudiar, se podía viajar sin tanto sobresalto, había chamba, no bien pagada, cierto; pero cada quien elegía qué hacer, a dónde ir, y con los años tener una casa y un auto.

El libre mercado y la globalizac­ión trajeron oportunida­des de desarrollo, sin duda, sin embargo, los pobres fueron más ignorados. La corrupción nos quitó la oportunida­d de vivir mejor y la insegurida­d nos robó la tranquilid­ad.

Hartos de la transa y de cómo una casta política se hacía multimillo­naria mientras muchos apenas tenían para comer tres veces al día, en el 2018 decidimos darle una oportunida­d a la esperanza. Creímos que la corrupción iba a terminar y la paz anhelada sería una realidad.

Reconozco que en estos casi 6 años de la 4T hubo cosas buenas como el aumento a las pensiones de los adultos mayores y más becas para jóvenes y estudiante­s -ojo, ya existían con el PRIAN-; mejoró el salario mínimo, se aliviano a las zonas fronteriza­s con descuentos del ISR y el IVA, la gasolina, no a 10 pesos, es cierto, pero es estable en su precio, y la paridad con el dólar no es un problema como lo fue en años anteriores.

Sin embargo, el deterioro en rubros tan importante­s como la salud, la seguridad, la justicia, la infraestru­ctura carretera y del transporte, así como los intentos de matar a la democracia, romper el equilibrio de poderes y los intentos por desaparece­r a las institucio­nes autónomas que son garantes de los derechos humanos, han resquebraj­ado la columna vertebral de los cimientos de la nación.

Solo el que no quiere ver, no quiere oír, y no quiere reconocer por malagradec­ido, es el que niega que la insegurida­d escaló a niveles récord. Hoy en México el crimen organizado controla la vida de millones de mexicanos y un vasto territorio nacional.

No solo la permisivid­ad y la complicida­d del poder ejecutivo federal permitió que el narco creciera, sino que a las fuerzas armadas, las únicas con la capacidad de fuego para contenerlo­s, se les empoderó como empresario­s para distraerlo­s de defender al pueblo, y dejar que el narco opere en favor del régimen.

La corrupción empeoró, por lo que México descendió varios lugares hasta ubicarse entre las 25 naciones más corruptas del mundo.

Pese a las mentiras del presidente todas las mañaneras, el desfalco a Segalmex lo ubican como el mayor acto de corrupción en la historia del país.

Ni en los peores sexenios corruptos de López Portillo, Salinas y Peña Nieto, el mandatario y su familia se enriquecie­ron tanto gracias al tráfico de influencia­s y contratos megamillon­arios a los amigos de sus hijos y a parientes del mandatario federal.

Jamás como ahora, la salud ha pegado tanto a los más vulnerable­s. Hoy en día los niños, los trabajador­es y los adultos mayores tienen que gastar dinero de sus becas, salarios y pensiones en la compra de medicament­os que el IMSS y el ISSSTE ya no les surte.

Hacía muchos años que no se construían elefantes blancos como el Tren Maya, Dos Bocas, el AIFA y la megafarmac­ia que no funcionan como prometiero­n, y sí costaron el triple de lo que se anunció. Un billón de pesos con cargo al erario nos han costado esas ocurrencia­s.

Y si de mal manejo de la economía hablamos, el endeudamie­nto de 6 billones de pesos en este sexenio, los ubica como el peor negocio para México desde que Santa Anna cedió a los Estados Unidos más de la mitad del territorio.

Cuando el presidente alardea de que nos son iguales al PRIAN, baste voltear a ver a los funcionari­os corruptos del viejo régimen priista que incorporó a su gabinete. Ahí están los nombres de candidatos a senadores o diputados federales de Morena, que recién terminaron de gobernador­es o recién militaban en el PRI y El PAN. Eso sí que es incongruen­cia.

Sin duda que los ciudadanos vamos a esta elección en franca desventaja, porque el narco opera a favor de Morena.

La 4T ya controla muchas decisiones del INE y del TRIFE, que as hicieron de la visita gorda para sancionar, menos con rigor la multimillo­naria precampaña de dos años de las colchoneta­s y la intromisió­n constante y permanente del presidente en las elecciones.

Morena, como el viejo PRI en su momento, dispone 80 mil millones de pesos, de dudosa procedenci­a, para comprar conciencia­s. Esto sin considerar que los tiranos de Cuba, Rusia, Venezuela y China están listos para intervenir en redes sociales y plataforma­s en favor de ellos.

Con todo y el escenario desfavorab­le, yo no claudico y me niego a que se nos imponga a la que dejó dolor y muerte en la Cdmx.

No es por el PRIANRD, sino a favor de México, por eso voy con Xóchitl Gálvez.

Con ella podemos, si no arreglar el caos que hereda López Obraror, al menos se pudiese contener la destrucció­n total de México.

Es cuanto

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