Lo bueno es que el IMSS ya está como en Dinamarca
Tal vez en Dinamarca los ciudadanos atendidos en su sistema público de salud, organizado de forma regionalizada y descentralizada, también tengan que comprar las gasas necesarias de 35 pesos para curaciones simples o deban pagar instrumental quirúrgico de 50 mil pesos para cirugías de urgencia, porque no hay en los hospitales.
Tal vez en el país escandinavo el Paracetamol es lo único que tienen disponible en las estanterías de las farmacias públicas, como aquí, aunque por lo que sabemos los medicamentos más baratos y populares allá tienen un costo menor para el paciente, pero los especializados y caros son absorbidos por el sistema público mediante eficientes fondos catastróficos.
Tal vez los trabajadores daneses de los hospitales también tengan que salir a protestar a las calles para requerir insumos básicos, desde toallitas de papel hasta anestesia, férulas, vendas, sondas y jeringas, como lo han tenido que hacer los empleados del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en los últimos años, sin más respuestas que la apatía e indiferencia de los funcionarios federales.
Si es así, como en esos escenarios sarcásticamente hipotéticos, entonces ya estamos en Dinamarca con el modelo mexicano de salud, ese que a partir del viernes pasado iba a ser de primer mundo, según la promesa que sin rubor alguno hizo el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Tanto en Juárez como en Chihuahua, en la última semana, el Sindicato de Trabajadores al Servicio del IMSS se ha encargado de evidenciar la falsedad presidencial que ha sido una de las grandes decepciones de la administración federal.
Las protestas surgidas en el aparato de salud más grande del país, el que atiende a la mayor cantidad de población y es sostenido con las aportaciones individuales y patronales, pusieron de relieve esa mentira iniciada al comienzo de la gestión.
Fue una mentira además reiterada el pasado mes de noviembre, en el sentido de que el primero de marzo de 2024 México tendría un servicio médico al nivel de los países europeos, con la Megafarmacia del Bienestar, el fracaso del Insabi y las mayores cargas echadas al IMSS, sin aportarle recursos para sostenerlas.
Resulta ocioso ahondar en las diferencias del modelo obradorista de salud y el danés que el mismo presidente ha usado como referencial de éxito, aunque ha terminado convirtiéndose en ejemplo contundente del fracaso de la 4T en este renglón.
Sin embargo, sí es necesario apuntar dos detalles: primero, en aquel país la esperanza de vida es de 82 años y en México de 75 años; segundo, el modelo de atención es regionalizado y encargado a los gobiernos locales, que tienen la atención más directa con la población y por eso los mayores recursos públicos, mientras que aquí está centralizado en una todopoderosa federación que aplasta a placer a los municipios y a los estados.
La concentración de recursos y facultades, con el argumento y mensaje de que todos los gobiernos son corruptos, menos el federal, ha anulado la aspiración a la universalidad de los servicios médicos para la población fondeada con los ingresos fiscales.
En tanto, ha llevado a caer en desgracia a un improvisado Instituto de Salud para el Bienestar, a la Secretaría de Salud que mantiene organismos federalizados en los estados y a los aparatos regionales de las entidades federativas, que están a expensas de los recursos federales. También, ha terminado por arrastrar a las instituciones como el IMSS y el ISSSTE, con todos sus similares sectorizados de servicios médicos y seguridad social para burócratas, tanto del nivel federal como estatal y municipal. No hay organismo en su tipo que no esté en quiebra actual o actuarial, o bien, en riesgo de caer en la bancarrota.
El Medi-chihuahua de Maru Campos, así como los esfuerzos en materia de salud de municipios como Delicias, la capital y Juárez, han surgido, sin tener obligación constitucional, para responder a ese sistema colapsado de la salud nacional, lo que les demanda cada vez recursos que no tienen los estados y municipios.
Con gestión federal ineficiente y dispersa, centralizada, manejada al capricho o con ocurrencias fatales que hacen trizas la consigna de que “con la salud no se juega”, evidentemente es una burla, una mentada hacer comparaciones con Dinamarca o cualquier otro país avanzado.
Es aquí, en este marco de la fecha en que seríamos Dinamarca según la reiterada muestra de demagogia de López Obrador, en el que surgen las protestas crecientes que hemos vivido en Chihuahua durante la última semana.
El jueves pasado, aquí en la capital, una veintena de trabajadores de diversas áreas del Hospital Morelos del IMSS protestaron en el exterior del nosocomio con pancartas en las que denunciaban la falta de insumos, desde los intendentes hasta los anestesiólogos.
Su reclamo fue porque igual les falta cloro para limpiar y desinfectar las instalaciones que agujas y vendas para hacer su trabajo, enfrentándose a un reclamo generalizado de los derechohabientes, ya habituados a recibir un servicio que va de malo a pésimo, porque la atención médica que reciben en consultas o casos de emergencia puede ser buena de parte del personal, pero de nada sirve si no va acompañada de los insumos médicos necesarios.
Los empleados, en algunos testimonios anónimos que dieron por el temor a represalias, señalaron cómo se avergüenzan de tener que pedirle a los familiares que lleven suero, medicamentos, sondas, jeringas o hasta prótesis, si es que quieren que sus pacientes sean atendidos, porque el IMSS no está costeando nada.
Vaya, ni las banditas o reactivos para medir la glucosa tienen disponibles. Ya ni hablar de traslados de emergencia para los que no hay ambulancias, recetas sin surtir por meses porque no llegan las medicinas y cirugías sin realizar porque hay especialistas, pero no el instrumental para hacerlas.
La semana pasada, en dos ocasiones, los empleados del IMSS de Juárez también protestaron, en la Subdelegación Norte y luego en el Hospital General 66, por los mismos motivos, así como por la nula atención a sus reclamos por parte de Aldo García e Iván Hernández, quienes llevan las riendas del organismo en la frontera.
Dejaron constancia del reclamo generalizado en la base trabajadora, para disculparse ante los derechohabientes por el tercermundista servicio que reciben y exhibir a los funcionarios responsables. Fue notable la actitud de no interrumpir la atención y la operatividad, sólo protestaron los que estaban fuera de turno, sin afectar las instalaciones.
En las recientes protestas encontramos de fondo, pues, la burla presidencial, al prometer un evolucionado sistema de salud basado en la eficiencia, la universalidad y administración honesta, que tiene en el IMSS al peor ejemplo de todo.
A nivel local, además, es imposible pasar por alto un aspecto político esencial, como fue el cambio de delegado a fines del año pasado, de Juan Carlos de la Fuente Zuno por José Antonio Zamudio González, quienes han tenido a su cargo la conducción del instituto en Chihuahua con los peores resultados de su historia reciente.
Es en esta gestión combinada de ambos, en la que además de escándalos por el manejo de las guarderías han arreciado las quejas del personal sindicalizado, que por un lado trata de deslindarse de la caída constante en la calidad del servicio, al tiempo que busca recuperar su estatus político de organización fuerte y viva, no dispuesta a dejarse pisotear por una parte patronal incapaz de cumplir hasta con lo más básico.
Si De la Fuente Zuno fue un cero a la izquierda en la corta gestión que tuvo, Zamudio González no ha hecho otra cosa que incrementar la estela de señalamientos que pesan sobre él, las cuales datan de muchos años atrás, ya que entre 2008 y 2012 fue director del Hospital Morelos, hasta que fue agarrado en una maroma, “jubilado” pero luego recontratado por la 4T como jefe de la institución en la zona norte de la Ciudad de México.
Antes como ahora, el delegado fue omiso ante los reclamos por la degradación en la calidad en el servicio; en aquel entonces por la clínica pública más grande e importante de la capital, en la actualidad por toda la delegación a su cargo que parece caerse a pedazos ante su inmovilidad e incapacidad.
Ni aunque hablara danés el delegado podría convencer de que sigue ese falso proyecto evolutivo del IMSS y de todo el quebrado sistema de salud del país.