¿Qué queremos como sociedad?
En política la advertencia está en que demasiado poder y dinero terminan en potencial abuso, corrupción, falta de control, desigualdad y otros problemas que pueden surgir como el hecho que los gobernantes terminan por pensar que “por encima de la ley, está la autoridad moral y política del presidente”.
Cuando el poder y todos los recursos están demasiado concentrados en la figura de una sola persona, la distribución equitativa y el equilibrio de poder deben convertirse en una prioridad fundamental para la salud y estabilidad de toda una nación.
Ahora que ya iniciaron formalmente las elecciones federales en México por la sucesión de la Presidencia de la República, así como la renovación de la Cámara de Diputados y Senadores, no debemos perder de vista que lo que está en juego es la división de Poderes entendida como contrapeso, aspecto fundamental en una democracia.
Son muchos los argumentos que surgen y quedan al arbitrio de todos, pero uno de ellos, quizás el más importante, es que este año se va a decidir si queremos tener un sistema político con equilibrios y evite que el poder esté concentrado en una sola rama del gobierno, o bien, asegurar que cada rama de este poder continúe con responsabilidades específicas y rinda cuentas.
Esta elección es un tema de frenos y contrapesos como medida para evitar el abuso de poder porque solo así, cuando una rama del gobierno intenta exceder sus atribuciones, otras ramas debieran actuar como contrapeso para mantener un sistema de gobierno más equitativo.
La garantía de nuestros derechos individuales, también está basada en los equilibrios del gobierno ya que contribuyen a la protección de las libertades civiles. La existencia de mecanismos de control, ayudan a prevenir la adopción de políticas que podrían atentar contra los derechos fundamentales de los ciudadanos.
Otro argumento es que los sistemas políticos equilibrados tienden a ser más estables. La colaboración y el diálogo entre diferentes poderes y partidos políticos conducirían a tomar decisiones más consensuadas y políticas más estables en el largo plazo, cosa que no está pasando actualmente.
El equilibrio en la representación política, tanto en el Ejecutivo como en el Legislativo, refleja, de manera más precisa, la diversidad de opiniones y perspectivas dentro de la sociedad. Esto ayuda a garantizar que las decisiones políticas tengan en cuenta los intereses y preocupaciones de una gama más amplia de ciudadanos.
Esta elección bien pudiéramos entenderla como un tema de prevención porque los equilibrios son una barrera eficaz contra el autoritarismo. La existencia de contrapesos y límites al poder, evita que un solo individuo o grupo, concentre demasiado control, preservando así la esencia democrática del sistema.
El equilibrio político facilita la rendición de cuentas. Los diferentes poderes y figuras políticas pueden ser responsables ante el público y entre sí, garantizando transparencia y responsabilidad en la toma de decisiones.
Estos ejemplos que espero hayan quedado claros, son sólo algunos de los argumentos que respaldan esa insistente y terca importancia de los equilibrios en materia política y que, cómo un sistema equilibrado, contribuya al fortalecimiento de la democracia y al bienestar de la sociedad.
Estos argumentos resaltan el cómo los equilibrios políticos no sólo son esenciales para prevenir abusos de poder, sino que también juegan un papel crucial en el fortalecimiento de la participación ciudadana y la confianza en el sistema democrático.
Estas elecciones son pues, anótelo y coméntelo, una oportunidad para hacer valer nuestro voto, el que todavía cuenta y con el que evitaremos que todo el poder y el dinero se concentren en una sola persona, grupo o partido político, pero también para que la oposición vea que la sociedad es quien manda y decide con el voto.
Todavía las elecciones en México son la mejor manera para decidir qué queremos como sociedad. Ahora y con el inicio de las campañas, no olvidemos que los discursos son seductores y sobre todo son estrategias diseñadas para atraer y persuadir a los votantes, pero sobre todo no olvidemos que lo que está en juego es si queremos dar más poder del que ya se tiene a quien actualmente gobierna, o bien, preguntarnos qué país queremos. No dudo en deducir que deseamos un país donde realmente haya equilibrios, rendición de cuentas y resultados positivos en el corto mediano y largo plazo.
La decisión es ahora y si acertamos, no tendremos lamentaciones en el futuro.