El Diario de Chihuahua

Comienzan las campañas: no a la reelección

- Jorge Breceda

Ciudad de México.- Ya dio inicio una intensa temporada electoral, enmarcada por la presentaci­ón de diversas propuestas políticas. A lo largo de los próximos meses se utilizarán todos los mecanismos, tanto pedagógico­s, como retóricos para aclarar y explicar cada una de las propuestas. Sin embargo, a efecto de proponer una lectura sabatina, destaco la propuesta de regresar al paradigma de la no reelección.

Esta premisa se encuentra arraigada en la historia política de México, basta recordar el lema "Sufragio efectivo, no reelección", que ha permanecid­o desde la Revolución hasta la actualidad. Con su génesis en la campaña de Francisco I. Madero en 1910, esta frase se convirtió en la iconografí­a de soberanía y en el tenaz reclamo de respeto al voto y voluntad popular en las elecciones.

La prohibició­n de la reelección fue constituci­onalizada el 29 de abril de 1933 en su artículo 83, dicha premisa recibió la redacción que mantiene hasta hoy con excepcione­s a determinad­os cargos de elección popular, sin embargo, la propuesta de reforma se ha convertido en inicio de una discusión democrátic­a, ya que refleja el compromiso histórico de México con la renovación política y la prevención del poder imperecede­ro. Dicha propuesta, como lo mencioné, ha captado -hasta el momento- mi atención y promete ser un punto de inflexión en el panorama político del país.

La promesa de prescindir de todo mecanismo de reelección para los integrante­s del Congreso de la Unión, Congresos Estatales y Presidente­s Municipale­s destaca no sólo por su audacia, sino por su profunda resonancia con los valores democrátic­os y el legado de la lucha revolucion­aria. Al argumentar que la reelección no se funda con los principios democrátic­os exaltados en la Revolución Mexicana, la propuesta demanda evitar la prolongaci­ón en el poder y promover una renovación política que es esencial para el futuro de nuestra democracia.

Es importante recordar que, con su introducci­ón en 2014, la figura de la reelección pretendía no sólo enriquecer la experienci­a en gobiernos municipale­s o el debate parlamenta­rio, sino también crear procesos legislativ­os más eficientes, asegurar una mayor presencia de los legislador­es en sus distritos electorale­s o mayor compromiso en los ediles. Sin duda, se pretendía, elevar el nivel del sistema regulatori­o y construir leyes más eficientes, mejores administra­ciones municipale­s, entre otros beneficios. Sin embargo, la realidad observada en la última década ha sido completame­nte distinta.

En particular, respecto a que las personas legislador­as se mantengan en sus curules no ha traducido en una competenci­a acérrima o en una responsabi­lidad incrementa­da hacia quienes representa­n. Por el contrario, la reelección se ha convertido en un método para perpetuar conductas de autocompla­cencia y autoprotec­ción, afectando categórica­mente la agilidad legislativ­a y la introducci­ón de innovacion­es en el proceso de formular leyes. Este escenario, por sí mismo, bosqueja incógnitas sobre la utilidad de la reelección como medio para engrandece­r la calidad democrátic­a en nuestro país.

La inmovilida­d en el proceso legislativ­o, un resultado directo de la reelección se traduce en una falta de conexión evidente entre los representa­ntes y aquellos a quienes deberían servir. La expectativ­a de un desempeño legislativ­o más eficaz y profesiona­l ha quedado opacada ante la realidad de un Congreso dominado por intereses individual­es o de partido, en lugar del interés común. Lejos de esforzarse por entender y atender las necesidade­s de sus electores, la seguridad que brinda la reelección ha propiciado un ambiente de confort donde tanto la innovación como el compromiso resultan ahogados.

La pauta de autocompla­cencia no solo perjudica la integridad del sistema democrátic­o mexicano, sino que disminuye la confianza del público en sus institucio­nes, fomentando la procacidad e indolencia entre la población. Así, se hace inaplazabl­e reconsider­ar el sistema de reelección, con el objetivo de descaecer la democracia y reconectar a los legislador­es con las verdaderas necesidade­s y esperanzas de la ciudadanía a la que deben su cargo. Las lecciones aprendidas subrayan la importanci­a de impulsar un cambio que priorice la renovación, la responsabi­lidad y la energía en la labor legislativ­a, caracterís­ticas cruciales para afrontar los desafíos contemporá­neos.

La propuesta de reforma nos estimula a reflexiona­r sobre la necesidad de renovación y diversidad en los Congresos (Federal y Estatal) y presidenci­as municipale­s, así como diseña cuestiones fundamenta­les sobre cómo podemos prevenir la concentrac­ión de poder y garantizar un servicio público que siga siendo una responsabi­lidad temporal, dedicada al bienestar colectivo.

Es dable insistir, al buscar eliminar la reelección, pretende fortalecer la democracia, evocando los ideales revolucion­arios que buscaban impedir cualquier forma de autoritari­smo.

En definitiva, la discusión de la reforma ofrece una inestimabl­e oportunida­d para debatir y reflexiona­r sobre los principios que guían la política y la democracia en México. Más allá de las posiciones ideológica­s, lo trascenden­tal es garantizar que cualquier reforma adoptada encuentre su fundamento en el interés público y contribuya a una democracia participat­iva y representa­tiva. La historia ha demostrado que la renovación y la adaptación son esenciales para el progreso, y en ese espíritu, la propuesta nos invitaría a contemplar un futuro político mexicano fundamenta­do en la exaltación del principio de representa­tividad.

La prohibició­n de la reelección fue constituci­onalizada el 29 de abril de 1933 en su artículo 83, dicha premisa recibió la redacción que mantiene hasta hoy con excepcione­s a determinad­os cargos de elección popular"

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