La pensión del Peje
Con la expresión “la pensión que me da el Peje…” explican o exponen quienes reciben una. Efectivamente, la Secretaría del Bienestar otorga asignaciones monetarias a los adultos mayores, al programa sembrando vida y jóvenes construyendo el futuro. También becas para el bienestar de educación básica, media superior y superior. Y otros apoyos más.
Pero volviendo al tema central yo les contesto “que beca del Peje ni que nada. Técnicamente proviene de un programa de una secretaría de estado que subsiste gracias a los gravámenes. Es decir, gracias a nosotros. No es del dinero de López Obrador sino de los contribuyentes. Seguramente de su cartera o bolsillo no sale un solo peso”. Normalmente me responden, sobre todo sus seguidores, “pero él inventó la medida, antes se los robaban”. Tampoco es cierto. Los programas de apoyo para adultos mayores o con discapacidad o becas estudiantes existen desde al menos principio de siglo. Solo que estaban restringidos a personas vulnerables económicamente. A mi mamá (+) una vecina la invitó a que se incorporara a las ayudas durante el gobierno de Vicente Fox. Yo le sugerí que no, porque estaba destinado a quien realmente lo necesitara. Ella me dijo que había ido a preguntar los requisitos para inscribirse y me dijo “Vieras, asisten personas que o van solas o las llevan en unos carrazos…”. “Eso es lo malo, le contra argumenté. Esos recursos no llegan a quienes, repito, realmente los necesitan”. Finalmente, no se anotó.
Ahora la famosa pensión es universal para quienes cumplen 65 años y ninguna de las candidatas ni va proponer congelarlas y muchísimo menos desaparecerla. Al contrario, si siguen en esa competencia van a bajar la edad todo lo que se pueda. Si una dice que será para quienes tengan sesenta años o más habrá quien diga que a los 58, la otra responderá que a los 55 y así. Todo sea por los votos. Un pragmatismo político puro.
Yo entiendo que esos seis mil pesos a varias familias de clase media hacia abajo le sirven. A nadie nos viene mal un dinerito extra. Pero hay otras que realmente no les es indispensable. Pero el famoso programa llegó para quedarse. Un triunfo para el populismo.
Ahora bien, ¿qué hacer con ese dinero si no lo requieres? Pues dónalo a una institución de beneficencia. O a quien le haga falta. Es decir, a asociaciones defensoras de los animales, casas
Claudia y Xóchitl ya tienen sus sufragios cautivos. Pero faltan los que deciden las elecciones: la mayoría, esos que no pertenecemos a algún partido político y que es, finalmente- quien determina hacia donde se inclina la balanza
de cuidado, hospitales, Cruz Roja, casas hogar de niños, becas para infantes nacionales o extranjeros, Greenpeace, etc.
Por la famosa veda electoral, ahora pagaron por adelantado. La pregunta es ¿influirá en las elecciones? No necesariamente. Faltan poco menos de noventa días para la elección y para entonces esos doce mil pesos se habrán terminado. Y el pueblo tiene mala memoria. Si ya los recibieron eso difícilmente cambiará su voto o a favor de la continuidad o por la oposición.
Claudia y Xóchitl ya tienen sus sufragios cautivos. Pero faltan los que deciden las elecciones: la mayoría, esos que no pertenecemos a algún partido político y que es, finalmente- quien determina hacia donde se inclina la balanza. El otro aspirante –que nadie sabe ni siquiera cómo se llama- no. (Tendría más votos Alfredo Adame si fuese el candidato de Movimiento Ciudadano). No faltará quien reciba esos pesos, pero que simple y sencillamente se abstendrá de acudir a las urnas por decepción hacia los políticos o porque nunca lo ha hecho. Y la indiferencia política es el peor enemigo de la democracia.
En fin, sólo consideremos que ese dinero no es de AMLO, es de quienes aportamos los recursos económicos a través de los impuestos. Es decir, todos nosotros. Y ya no pueden decir “si votas en contra de Morena y aliados, el programa desaparecerá”. No dudo que, de perder el partido oficial, el presidente decida doblar la cantidad para heredarle un problema económico serio a la próxima presidenta.
Mi álter ego se siente decepcionado de Marcelo Ebrard. Después de tanta rabieta, corajes, amenazas, finalmente se arrugó y ahora, si lo ponen de mandadero de Claudia, tendrá que hacer los mandados. La dignidad no tiene precio, bueno, para Ebrard sí. ¿O será miedo?