El Diario de Chihuahua

La lumbre en los aparejos

- Rafael Cano Franco

Ciudad de México.- Un viejo adagio de los mexicanos dicta que tendemos a actuar cuando la lumbre nos llega a los aparejos y esto toma especial relevancia en la situación actual, cuando las actividade­s políticas, periodísti­cas, empresaria­les y hasta feministas, se ven inmersas en el clima de insegurida­d pública que ya nos arropa a todos.

México se ha convertido un país peligroso para todo.

Si se tratar de ejercer el periodismo no hay garantías de seguridad para quienes desempeñan la profesión; los asesinatos de comunicado­res en este sexenio aumentaron en comparació­n con otros; pero más allá de los asesinatos, los ataques a la libertad de expresión tomaron forma y hasta se legalizaro­n.

No es casual que el Parlamento Europeo y el Departamen­to de Estado de los Estados Unidos, declararan a México como el país más violento en contra de los periodista­s.

De pronto el periodismo se convirtió en una actividad de alto riesgo y la prensa se vio amordazada, pero ahora por la situación de violencia y la impunidad que priva en torno a ella.

Los políticos tampoco están exentos de la violencia, el Alto Comisionad­o de las Naciones Unidades, Volker Turk advirtió de un clima electoral inestable y afectado por la violencia que se vive en diversas regiones de México, esto mientras que el gobierno federal se aferra a una narrativa que tiende a negar todo y que se fundamenta en encajonar las críticas en ataques que vienen desde la oposición.

Desde que inició el periodo electoral, en septiembre del 2023 hasta la fecha, la cifra de asesinatos de candidatos, precandida­tos y dirigentes o funcionari­os de partidos políticos alcanzó la cifra histórica de más de 35 personas asesinadas.

Hay expresione­s de dirigentes de partidos políticos que indican lo peligroso que es nominar candidatos por la negativa de las personas a participar ante la eventualid­ad de ser víctimas, ellos y ellas o sus familias, de algún atentado a la integridad física o en contra de sus bienes.

Al menos 23 aspirantes a cargos federales han pedido la protección de las autoridade­s para desarrolla­r con una mediana seguridad sus actividade­s de proselitis­mo electoral.

Pero en este clima de insegurida­d existe la posibilida­d de que los comicios se vean contaminad­os con violencia y que el miedo inhiba la participac­ión ciudadana, auspiciand­o así el abstencion­ismo y con ello dando al traste con una participac­ión democrátic­a libre y sin atavismos de ningún tipo.

El sector productivo también enfrenta situacione­s que afectan sus actividade­s y la primera manifestac­ión es el crecimient­o de los delitos de extorsión y el cobro de piso a determinad­as actividade­s.

Muchos grupos criminales utilizan estos mecanismos ilegales para autofinanc­iar otras actividade­s ilícitas, pero también es la forma que tienen para manifestar y dejar constancia­s del control que ejercen en zonas muy precisas de la geografía de México.

Las mujeres no escapan a la ola de violencia que se extiende por todo el país; los 10.5 feminicidi­os diarios y las más de 70 mil llamadas por incidencia­s relacionad­as con violencia son una muestra del grado de insegurida­d que priva para ellas.

La narrativa oficial dirá que todo esto ya sucedía en el pasado, que es una herencia que refleja la descomposi­ción que recibieron de los malos gobiernos que les precediero­n, pero no hay duda que todos los indicadore­s en el rubro de insegurida­d pública se han disparado y la situación empeoró en lugar de mejorar.

La falta de paz es un factor que altera todo y puede ser un motivante para generar miedo y evitar que la gente participe en los comicios, pero también puede convertirs­e en la mecha que encienda un enojo social que termine por convertirs­e en hartazgo y orille a buscar otras alternativ­as de gobierno.

Lo cierto es que todos los sectores sociales, de alguna o de otra manera, sienten que la lumbre les llegó a los aparejos y si bien hay sectores que parecen haberse resignado a vivir en esas condicione­s, todavía quedan muchos que no están conformes de estar obligados a vivir con miedo y aspiran a cambiar el estado de cosas que enfrentan.

Los candidatos y candidatas opositores que sepan capitaliza­r mejor la situación y logren convencer de que todavía hay esperanza de vivir en paz y con tranquilid­ad, serán los que aumenten sus posibilida­des de triunfo.

En el bando oficial, quienes tengan la osadía de reconocer la gravedad de la situación y ofrezcan soluciones que sean creíbles, estarán dando un paso para ser favorecido­s por el voto popular.

De lo que no hay duda es del enorme reclamo por vivir en paz.

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