La lumbre en los aparejos
Ciudad de México.- Un viejo adagio de los mexicanos dicta que tendemos a actuar cuando la lumbre nos llega a los aparejos y esto toma especial relevancia en la situación actual, cuando las actividades políticas, periodísticas, empresariales y hasta feministas, se ven inmersas en el clima de inseguridad pública que ya nos arropa a todos.
México se ha convertido un país peligroso para todo.
Si se tratar de ejercer el periodismo no hay garantías de seguridad para quienes desempeñan la profesión; los asesinatos de comunicadores en este sexenio aumentaron en comparación con otros; pero más allá de los asesinatos, los ataques a la libertad de expresión tomaron forma y hasta se legalizaron.
No es casual que el Parlamento Europeo y el Departamento de Estado de los Estados Unidos, declararan a México como el país más violento en contra de los periodistas.
De pronto el periodismo se convirtió en una actividad de alto riesgo y la prensa se vio amordazada, pero ahora por la situación de violencia y la impunidad que priva en torno a ella.
Los políticos tampoco están exentos de la violencia, el Alto Comisionado de las Naciones Unidades, Volker Turk advirtió de un clima electoral inestable y afectado por la violencia que se vive en diversas regiones de México, esto mientras que el gobierno federal se aferra a una narrativa que tiende a negar todo y que se fundamenta en encajonar las críticas en ataques que vienen desde la oposición.
Desde que inició el periodo electoral, en septiembre del 2023 hasta la fecha, la cifra de asesinatos de candidatos, precandidatos y dirigentes o funcionarios de partidos políticos alcanzó la cifra histórica de más de 35 personas asesinadas.
Hay expresiones de dirigentes de partidos políticos que indican lo peligroso que es nominar candidatos por la negativa de las personas a participar ante la eventualidad de ser víctimas, ellos y ellas o sus familias, de algún atentado a la integridad física o en contra de sus bienes.
Al menos 23 aspirantes a cargos federales han pedido la protección de las autoridades para desarrollar con una mediana seguridad sus actividades de proselitismo electoral.
Pero en este clima de inseguridad existe la posibilidad de que los comicios se vean contaminados con violencia y que el miedo inhiba la participación ciudadana, auspiciando así el abstencionismo y con ello dando al traste con una participación democrática libre y sin atavismos de ningún tipo.
El sector productivo también enfrenta situaciones que afectan sus actividades y la primera manifestación es el crecimiento de los delitos de extorsión y el cobro de piso a determinadas actividades.
Muchos grupos criminales utilizan estos mecanismos ilegales para autofinanciar otras actividades ilícitas, pero también es la forma que tienen para manifestar y dejar constancias del control que ejercen en zonas muy precisas de la geografía de México.
Las mujeres no escapan a la ola de violencia que se extiende por todo el país; los 10.5 feminicidios diarios y las más de 70 mil llamadas por incidencias relacionadas con violencia son una muestra del grado de inseguridad que priva para ellas.
La narrativa oficial dirá que todo esto ya sucedía en el pasado, que es una herencia que refleja la descomposición que recibieron de los malos gobiernos que les precedieron, pero no hay duda que todos los indicadores en el rubro de inseguridad pública se han disparado y la situación empeoró en lugar de mejorar.
La falta de paz es un factor que altera todo y puede ser un motivante para generar miedo y evitar que la gente participe en los comicios, pero también puede convertirse en la mecha que encienda un enojo social que termine por convertirse en hartazgo y orille a buscar otras alternativas de gobierno.
Lo cierto es que todos los sectores sociales, de alguna o de otra manera, sienten que la lumbre les llegó a los aparejos y si bien hay sectores que parecen haberse resignado a vivir en esas condiciones, todavía quedan muchos que no están conformes de estar obligados a vivir con miedo y aspiran a cambiar el estado de cosas que enfrentan.
Los candidatos y candidatas opositores que sepan capitalizar mejor la situación y logren convencer de que todavía hay esperanza de vivir en paz y con tranquilidad, serán los que aumenten sus posibilidades de triunfo.
En el bando oficial, quienes tengan la osadía de reconocer la gravedad de la situación y ofrezcan soluciones que sean creíbles, estarán dando un paso para ser favorecidos por el voto popular.
De lo que no hay duda es del enorme reclamo por vivir en paz.