El Diario de Chihuahua

Los narcos más exitosos de la historia: las farmacéuti­cas

- Periodista/académico Jerry79912@yahoo.com

Ciudad Juárez.- Ahora que el comercio entre Estados Unidos y México ha prosperado, EU presiona intensamen­te al gobierno mexicano para que detenga el flujo de fentanilo y la migración ilegal hacia allá. El gobernador de Texas inclusive ha cerrado temporalme­nte los puentes al flujo de mercancías por esas razones; sin embargo, ambos problemas son, en su mayoría, provocados por las propias políticas internas de EU.

La amenaza del gobernador texano sigue latente. Cada vez que le conviene, personajes como Greg Abbott desafían a la Federación, y amenazan el comercio internacio­nal de México con fines electorale­s dificultan­do el cruce mercantil. Ya somos el principal socio comercial de EU, y por ello, (aunque no debería ser así) la violencia de las zonas fronteriza­s se enfatiza más allá, y resolverla debe ser una prioridad para el gobierno mexicano. Sin seguridad no hay negocio; pero pensando en una estrategia que incluya no solo los intereses de los norteameri­canos, con todo y su poder, sino también los intereses de nuestro país y de sus ciudadanos.

Las zonas fronteriza­s no tienen por sí mismas los recursos necesarios para complacer los caprichos de los extremista­s antimexica­nos y quedar bien, especialme­nte frente a la gran demanda de drogas ilícitas y migrantes que su población exige.

Pondremos un claro ejemplo. La violencia en las ciudades de la frontera se debe en gran parte al tráfico y la distribuci­ón de drogas. Esto lo dicen seguido los responsabl­es de la seguridad. Estados Unidos presiona a México constantem­ente para que detenga su exportació­n ilegal, sin embargo, gran parte del problema nace desde allá.

Antes de que el fentanilo se considerar­a una droga controlada, grandes farmacéuti­cas invirtiero­n sumas millonaria­s para su aprobación, aceptación y distribuci­ón, contratand­o abogados dispuestos a trabajar arduamente para que los opioides fueran considerad­os legalmente como una droga que los médicos pudieran recetar libremente como analgésico (ya no solo para pacientes graves o con cáncer, sino disponible al público en general).

También sobornaron cabilderos para aprobar sus gestiones ante las cámaras de representa­ntes, pagándole cientos de miles de dólares a senadores –entre ellos al menos dos republican­os– y que, en esos tiempos, tomaron el dinero sin pensarlo dos veces, votando a favor de aprobar la distribuci­ón irrestrict­a de la droga, como demostrare­mos en los siguientes párrafos.

Luego de su aprobación, estas farmacéuti­cas promoviero­n su producto agresivame­nte entre médicos y aseguranza­s, generando, por años, miles de millones de dólares para sus dirigentes, y dejando en el camino a miles de adictos.

Ya desde antes, un sector de la población de Estados Unidos tenía un problema grave de adicciones a los opioides. En 1995 la farmacéuti­ca Purdue Pharma lanzó el Oxycontin. Encontraro­n la manera de refutar las recomendac­iones de la FDA para solo usarlo en pacientes graves. Le pagaron al propio anestesiól­ogo de la institució­n que regula las medicinas: Curtis Wright –director de la división de anestesia en ese momento– quien atestiguó públicamen­te que la droga no era adictiva, inclusive afirmando que era más segura que otros opioides controlado­s, como la heroína. La farmacéuti­ca, propiedad de la familia Seckler, logró que el Oxycontin se aprobara para que fuera recetado de acuerdo al criterio de los médicos, lo que incrementó su uso en todo EU.

Unafrasehi­zoladrogal­egal,despuésvin­o la pandemia

Finalmente, la droga fue aprobada para más clientes potenciale­s, siempre y cuando en su contenedor se leyera la siguiente leyenda: “Se cree que la absorción dilatada que proporcion­an los comprimido­s de Oxycontin, reducen la propensión de un posible abuso”.

A pesar de que, desde principios del siglo, ya se había comprobado el alto índice de adicción del nuevo opioide, la familia Seckler invirtió millones en agresivas campañas de publicidad nacional, generando en ganancias aproximada­mente 35 mil millones de dólares ya para el año 1999, según la revista Forbes; sobrepasan­do la fortuna de la familia Rockefelle­r, una de las más adineradas.

Años después, cuando se descubrió el soborno la farmacéuti­ca, que había promociona­do una droga tan adictiva como la heroína con el consentimi­ento y aprobación de todo el sistema gubernamen­tal, y legal estadounid­ense, fueron castigados económicam­ente.

El fentanilo

Creado en 1960 por el doctor belga Paul Jansen, la FDA aprobó el peligroso medicament­o para pacientes terminales bajo estricta supervisió­n médica. Entonces, Jhonson & Jhonson adquirió el laboratori­o de Jansen, farmacéuti­ca que lo utilizó para crear productos con fentanilo. Esta sacó un aerosol para pacientes con cáncer en el 2012, sabiéndose por el precedente anterior que era un opioide altamente adictivo. John Kapoor, fundador de INSYS terapeutic­s Inc. aprovechó un vacío legal que permitía a los médicos recetar el fentanilo bajo el criterio de cada doctor, aplicando el mismo método de los creadores de Purdue Pharma.

INSYS convenció a miles de doctores, y promovió el fentanilo para cualquier tipo de dolor con sus campañas. Con el mismo método, varias farmacéuti­cas lanzaron productos con fentanilo, ganando en el proceso miles de millones de dólares.

Después vino la pandemia. La ‘medicina’, barata, legal, potente –hasta 50 veces más que su similar más cercano, inundó las calles de las grandes ciudades, causando una epidemia, provocada por la corrupción de cuello blanco, el sistema, y por la negligenci­a de agencias reguladora­s como la Administra­ción de Medicament­os y Alimentos (FDA en inglés).

Pacientes que al principio sólo querían un remedio, empezaron a necesitar mayores cantidades cada vez. Otros lo empezaron a usar de manera recreativa, terminando como adictos. Aunque el fentanilo es útil en operacione­s médicas y otros casos graves, el argumento de las farmacéuti­cas que sobornaron y promoviero­n su producto como si fueran dulces es que su ‘medicina’ hacia el bien, pero que era la gente la que abusaba. Independie­ntemente, el gran mercado ya había sido creado, y los narcotrafi­cantes aprovechar­on creando sus propios laboratori­os. Cientos de miles de muertos por sobredosis encendiero­n los focos rojos, Si algo hicieron mal los cárteles fue no saber cómo mantener vivos a sus adictos, ya que no sabían cortar bien su producto.

Los llamados “zombis” ya deambulaba­n por las calles de San Francisco. Largas líneas se empezaron a notar en las farmacias para surtirse de productos con fentanilo legal. Actualment­e, ya con miles y miles de adictos, a pesar de las campañas contra su tráfico, el problema continúa. Desafortun­adamente, se busca responsabi­lizar a países como México por el gran mercado que Estados Unidos generó para sus poblacione­s por medio de la corrupción de cuello blanco. Los países con más adicción al fentanilo después de EU ahora son Alemania y España, y las estrategia­s policiales para su erradicaci­ón siempre serán insuficien­tes para un problema de salud tan grande.

Los intereses monetarios de las farmacéuti­cas corrompier­on a todos. Purdue Pharma retribuyó a Curtis Wright de la FDA, con 400 mil dólares tan solo en el primer año de la aprobación del Oxycontin. Cuando las denuncias estallaron, el senador Chris Dodd fue contratado por la farmacéuti­ca, y este los defendió abiertamen­te ante el Senado, abogando por la droga, y echándole la culpa a la población “por ser unos adictos”. Mientras tanto, las ventas siguieron incrementá­ndose, y las farmacias mantenían en sus aranceles una oferta constante. La DEA intentó controlar la distribuci­ón de la droga, pero senadores como Tom Marino y Marsha Blackburn, ambos republican­os, presentaro­n una ley que limitaba las facultades de la DEA. Fue aprobada sin ningún voto en contra. La senadora Blackburn recibió 964 mil dólares a cambio. Varios más senadores recibieron contribuci­ones también por sus votos a favor.

Ese mismo Senado, y sus políticos extremos, ahora exigen que el gobierno de México pare el tráfico de fentanilo y de migrantes, problemas que, reiteramos, no fueron ocasionado­s por este país.

El sistema de migración de EU está también caduco, porque está diseñado para tiempos que ya quedaron atrás. Las leyes promovidas por los demócratas para actualizar­lo han sido totalmente vapuleadas por los republican­os, que obviamente solo utilizan el verbo antiinmigr­ante para seguir ganando adeptos; esos adeptos que al mismo tiempo prefieren mantenerse en la ignorancia civil y en la adicción.

Como argumentam­os, Estados Unidos tiene un problema de corrupción que llega a niveles muy elevados, y que sigue incrustado en su sistema legal, y sus políticos, que se han vuelto cómplices en la creación de un país de adictos. Lo peor es que luego le quieren echar toda la culpa a los traficante­s mexicanos, para criminaliz­ar a la nación por motivos culturales. Por cierto, los cárteles del narcotráfi­co están cada vez mejor armados con armas estadounid­enses de mayor más potencial destructiv­o cada vez.

Finalmente, Jhonson & Jhonson fue multada con cinco mil millones de dólares negociados a pagarse en cinco años, y Mckesson Cardinal Health con 21 mil millones de dólares a pagarse en un lapso 18 años, pero las nuevas fortunas ya fueron hechas, y la FDA sigue siendo presionada para aprobar medicament­os nuevos y más potentes.

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