Los narcos más exitosos de la historia: las farmacéuticas
Ciudad Juárez.- Ahora que el comercio entre Estados Unidos y México ha prosperado, EU presiona intensamente al gobierno mexicano para que detenga el flujo de fentanilo y la migración ilegal hacia allá. El gobernador de Texas inclusive ha cerrado temporalmente los puentes al flujo de mercancías por esas razones; sin embargo, ambos problemas son, en su mayoría, provocados por las propias políticas internas de EU.
La amenaza del gobernador texano sigue latente. Cada vez que le conviene, personajes como Greg Abbott desafían a la Federación, y amenazan el comercio internacional de México con fines electorales dificultando el cruce mercantil. Ya somos el principal socio comercial de EU, y por ello, (aunque no debería ser así) la violencia de las zonas fronterizas se enfatiza más allá, y resolverla debe ser una prioridad para el gobierno mexicano. Sin seguridad no hay negocio; pero pensando en una estrategia que incluya no solo los intereses de los norteamericanos, con todo y su poder, sino también los intereses de nuestro país y de sus ciudadanos.
Las zonas fronterizas no tienen por sí mismas los recursos necesarios para complacer los caprichos de los extremistas antimexicanos y quedar bien, especialmente frente a la gran demanda de drogas ilícitas y migrantes que su población exige.
Pondremos un claro ejemplo. La violencia en las ciudades de la frontera se debe en gran parte al tráfico y la distribución de drogas. Esto lo dicen seguido los responsables de la seguridad. Estados Unidos presiona a México constantemente para que detenga su exportación ilegal, sin embargo, gran parte del problema nace desde allá.
Antes de que el fentanilo se considerara una droga controlada, grandes farmacéuticas invirtieron sumas millonarias para su aprobación, aceptación y distribución, contratando abogados dispuestos a trabajar arduamente para que los opioides fueran considerados legalmente como una droga que los médicos pudieran recetar libremente como analgésico (ya no solo para pacientes graves o con cáncer, sino disponible al público en general).
También sobornaron cabilderos para aprobar sus gestiones ante las cámaras de representantes, pagándole cientos de miles de dólares a senadores –entre ellos al menos dos republicanos– y que, en esos tiempos, tomaron el dinero sin pensarlo dos veces, votando a favor de aprobar la distribución irrestricta de la droga, como demostraremos en los siguientes párrafos.
Luego de su aprobación, estas farmacéuticas promovieron su producto agresivamente entre médicos y aseguranzas, generando, por años, miles de millones de dólares para sus dirigentes, y dejando en el camino a miles de adictos.
Ya desde antes, un sector de la población de Estados Unidos tenía un problema grave de adicciones a los opioides. En 1995 la farmacéutica Purdue Pharma lanzó el Oxycontin. Encontraron la manera de refutar las recomendaciones de la FDA para solo usarlo en pacientes graves. Le pagaron al propio anestesiólogo de la institución que regula las medicinas: Curtis Wright –director de la división de anestesia en ese momento– quien atestiguó públicamente que la droga no era adictiva, inclusive afirmando que era más segura que otros opioides controlados, como la heroína. La farmacéutica, propiedad de la familia Seckler, logró que el Oxycontin se aprobara para que fuera recetado de acuerdo al criterio de los médicos, lo que incrementó su uso en todo EU.
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Finalmente, la droga fue aprobada para más clientes potenciales, siempre y cuando en su contenedor se leyera la siguiente leyenda: “Se cree que la absorción dilatada que proporcionan los comprimidos de Oxycontin, reducen la propensión de un posible abuso”.
A pesar de que, desde principios del siglo, ya se había comprobado el alto índice de adicción del nuevo opioide, la familia Seckler invirtió millones en agresivas campañas de publicidad nacional, generando en ganancias aproximadamente 35 mil millones de dólares ya para el año 1999, según la revista Forbes; sobrepasando la fortuna de la familia Rockefeller, una de las más adineradas.
Años después, cuando se descubrió el soborno la farmacéutica, que había promocionado una droga tan adictiva como la heroína con el consentimiento y aprobación de todo el sistema gubernamental, y legal estadounidense, fueron castigados económicamente.
El fentanilo
Creado en 1960 por el doctor belga Paul Jansen, la FDA aprobó el peligroso medicamento para pacientes terminales bajo estricta supervisión médica. Entonces, Jhonson & Jhonson adquirió el laboratorio de Jansen, farmacéutica que lo utilizó para crear productos con fentanilo. Esta sacó un aerosol para pacientes con cáncer en el 2012, sabiéndose por el precedente anterior que era un opioide altamente adictivo. John Kapoor, fundador de INSYS terapeutics Inc. aprovechó un vacío legal que permitía a los médicos recetar el fentanilo bajo el criterio de cada doctor, aplicando el mismo método de los creadores de Purdue Pharma.
INSYS convenció a miles de doctores, y promovió el fentanilo para cualquier tipo de dolor con sus campañas. Con el mismo método, varias farmacéuticas lanzaron productos con fentanilo, ganando en el proceso miles de millones de dólares.
Después vino la pandemia. La ‘medicina’, barata, legal, potente –hasta 50 veces más que su similar más cercano, inundó las calles de las grandes ciudades, causando una epidemia, provocada por la corrupción de cuello blanco, el sistema, y por la negligencia de agencias reguladoras como la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA en inglés).
Pacientes que al principio sólo querían un remedio, empezaron a necesitar mayores cantidades cada vez. Otros lo empezaron a usar de manera recreativa, terminando como adictos. Aunque el fentanilo es útil en operaciones médicas y otros casos graves, el argumento de las farmacéuticas que sobornaron y promovieron su producto como si fueran dulces es que su ‘medicina’ hacia el bien, pero que era la gente la que abusaba. Independientemente, el gran mercado ya había sido creado, y los narcotraficantes aprovecharon creando sus propios laboratorios. Cientos de miles de muertos por sobredosis encendieron los focos rojos, Si algo hicieron mal los cárteles fue no saber cómo mantener vivos a sus adictos, ya que no sabían cortar bien su producto.
Los llamados “zombis” ya deambulaban por las calles de San Francisco. Largas líneas se empezaron a notar en las farmacias para surtirse de productos con fentanilo legal. Actualmente, ya con miles y miles de adictos, a pesar de las campañas contra su tráfico, el problema continúa. Desafortunadamente, se busca responsabilizar a países como México por el gran mercado que Estados Unidos generó para sus poblaciones por medio de la corrupción de cuello blanco. Los países con más adicción al fentanilo después de EU ahora son Alemania y España, y las estrategias policiales para su erradicación siempre serán insuficientes para un problema de salud tan grande.
Los intereses monetarios de las farmacéuticas corrompieron a todos. Purdue Pharma retribuyó a Curtis Wright de la FDA, con 400 mil dólares tan solo en el primer año de la aprobación del Oxycontin. Cuando las denuncias estallaron, el senador Chris Dodd fue contratado por la farmacéutica, y este los defendió abiertamente ante el Senado, abogando por la droga, y echándole la culpa a la población “por ser unos adictos”. Mientras tanto, las ventas siguieron incrementándose, y las farmacias mantenían en sus aranceles una oferta constante. La DEA intentó controlar la distribución de la droga, pero senadores como Tom Marino y Marsha Blackburn, ambos republicanos, presentaron una ley que limitaba las facultades de la DEA. Fue aprobada sin ningún voto en contra. La senadora Blackburn recibió 964 mil dólares a cambio. Varios más senadores recibieron contribuciones también por sus votos a favor.
Ese mismo Senado, y sus políticos extremos, ahora exigen que el gobierno de México pare el tráfico de fentanilo y de migrantes, problemas que, reiteramos, no fueron ocasionados por este país.
El sistema de migración de EU está también caduco, porque está diseñado para tiempos que ya quedaron atrás. Las leyes promovidas por los demócratas para actualizarlo han sido totalmente vapuleadas por los republicanos, que obviamente solo utilizan el verbo antiinmigrante para seguir ganando adeptos; esos adeptos que al mismo tiempo prefieren mantenerse en la ignorancia civil y en la adicción.
Como argumentamos, Estados Unidos tiene un problema de corrupción que llega a niveles muy elevados, y que sigue incrustado en su sistema legal, y sus políticos, que se han vuelto cómplices en la creación de un país de adictos. Lo peor es que luego le quieren echar toda la culpa a los traficantes mexicanos, para criminalizar a la nación por motivos culturales. Por cierto, los cárteles del narcotráfico están cada vez mejor armados con armas estadounidenses de mayor más potencial destructivo cada vez.
Finalmente, Jhonson & Jhonson fue multada con cinco mil millones de dólares negociados a pagarse en cinco años, y Mckesson Cardinal Health con 21 mil millones de dólares a pagarse en un lapso 18 años, pero las nuevas fortunas ya fueron hechas, y la FDA sigue siendo presionada para aprobar medicamentos nuevos y más potentes.