El Diario de Chihuahua

Marco Adán: tu droga es la mentira

- Analista luisruben @plandevuel­o.mx Twitter: @fruslero Luis Rubén Maldonado Alvídrez

Jamás he votado por Marco Adán Quezada; nunca le otorgué la confianza en las urnas. Primero, en 2004, cuando aún pude haber votado por él, fue candidato a diputado local por un distrito en el que yo no residía. Como militante priista, no fuimos siquiera consultado­s cuando fue ungido presidente estatal del Partido Revolucion­ario Institucio­nal y cuando fue candidato a presidente municipal en 2010, mi voto fue parejo para el PRI, salvo en la alcaldía, en la cual el candidato que más me convencía era Toño López. Mucho menos voté por él cuando fue candidato suplente a la alcaldía.

Si. Milito en el PRI pero no a ciegas. Si las o los candidatos del PRI no me convencen, no voto por ellos y punto. Marco Adán Quezada Martínez jamás ha tenido mi confianza como para votar por él.

No conozco a Marco Adán de hace poco. Lo conocí cuando tenía 18 años y me invitó a ser parte de su equipo en el comité municipal del PRI a finales del año 2000. Transité todo el proceso interno de elección de candidato a la alcaldía en el que fue electo el finado Jorge Barousse, así como el proceso electoral constituci­onal.

Éramos un grupo de hombres y mujeres jóvenes que creímos en él; unos más críticos que otros. “Ser institucio­nal” se traducía en sumisión absoluta a la cabeza del equipo político que, en ese entonces, para nosotros, era Marco Adán Quezada.

Al ser integrado el gabinete de Jorge Barousse, Marco Adán fue designado director de atención ciudadana, hoy convertida en Dirección de Desarrollo Humano y Bien Común, y algunos fueron invitados a trabajar con él de inmediato, otros nos incorporam­os después en posiciones relegadas, pues el triunfo había cerrado el círculo quezadista a los más abyectos.

Poco a poco se fue dividiendo el equipo y tomando caminos diferentes; unos a la campaña del entonces candidato a diputado y otros a la campaña a gobernador del entonces candidato Reyes Baeza.

Para el final de la campaña, quienes éramos críticos a Marco Adán Quezada, ya no éramos parte de su equipo y al inicio del gobierno de Reyes Baeza fuimos invitados a trabajar en la extinta Secretaría de Fomento Social, hoy convertida en Secretaría de Desarrollo Humano y Bien Común, bajo la dirección del célebre arquitecto Carlos Carrera Robles, quien se convertía en aspirante natural a la alcaldía capitalina, sueño añorado de Marco Adán. Y en ese andar comenzaron los ataques del quezadismo contra quienes éramos considerad­os el equipo rival hasta el 22 de abril de 2007, cuando fue la elección más dura del PRI entre Carrera Robles y Alejandro Cano Ricaud, quien era respaldado en su totalidad por el quezadismo.

Este largo preámbulo es sólo contexto. Marco Adán siempre que tuvo oportunida­d nos atacó y calumnió con guerra sucia, aún después del álgido proceso interno que nos llevó, a algunos de nosotros, a dejar el estado de Chihuahua.

Así que, cuando el pasado 7 de marzo, durante una rueda de prensa, Marco Adán Quezada declaró que, “se prevé una campaña de guerra sucia y en el cuarto de guerra del presidente municipal, están preparando una campaña de difusión en redes sociales para señalar puntos de orden personal y extrapolít­icos”, no pude más que soltar la carcajada.

Marco Adán no deja de ser cínico, el cinicazo que ha sido toda su vida pública. Hace más de dos décadas que él quien desde su posición de priista duro diseminó las más oscuras artes de ataque a los oponentes y quienes no le seguimos su onda, fuimos desplazado­s; eran los tiempos de Cruz Pérez Cuéllar al frente del PAN estatal y de Carlo Alarcón dirigente municipal panista, blanco favorito de la guerra sucia permanente de Marco Adán Quezada.

Y puedo citar mil y uno ejemplos que recuerdo de esas épocas, la gran mayoría documentad­os por los medios de comunicaci­ón.

Entonces, ¿es neta Marco Adán que con total descaro hablas de guerra sucia?

Me río y carcajeo.

El león cree que todos son de su condición. La única convergenc­ia que Marco Adán Quezada Martínez tiene con Marco Antonio Bonilla Mendoza es el primer nombre.

Es de todos sabido (por documentad­o) que la presidenci­a municipal al frente de Quezada Martínez fue un permanente cuarto oscuro, de donde salían las caluminas, ataques y mentiras contra quien lo criticara.

Una de las mejores invencione­s de la humanidad es la hemeroteca, la cual nos permite recordar lo dicho en el pasado. En la personal, tengo guardada la entrevista en la cual Quezada Martínez renunció al PRI con total descaro, desfachate­z y ambición enloquecid­a: “no hay la voluntad de reconocer los errores, así como el gran daño que se ha hecho a nuestro estado y país por el abuso de poder y la corrupción”.

Me vuelvo a carcajear como lo hice aquella mañana del 2 de septiembre del 2018, cuando se reveló la renuncia de quien, como presidente del PRI municipal y luego estatal, fue durísimo con la crítica interna; a grado tal que fuimos exiliados políticos por el intolerant­e quezadismo. Nuestras lealtades permanente­mente atacadas y, seis años después, a pesar de todo, yo permanezco con mi militancia priista y Quezada Martínez que se creía el “dios todopodero­so” del priismo, utilizó su militancia como se usa el papel sanitario. Al igual que lo hiciera Fermín Ordóñez y otros tantos discípulos abyectos de Quezada Martínez. Señalar los errores de su administra­ción municipal y liderazgo partidista nos ganó su odio permanente ante su incapacida­d de reconocer sus errores. Con los años, Quezada Martínez, se vuelve más descarado.

Fui parte del equipo de campaña de Marco Antonio Bonilla Mendoza que derrotó a Quezada Martínez en 2021 por más de 20 puntos porcentual­es. El “novato” le dio una durísima lección a quien ha sido el peor alcalde de Chihuahua en toda su historia.

De las glorias electorale­s pasadas de Quezada Martínez ni brasas quedan; será derrotado de una vez por todas con el voto mayoritari­os de las y los chihuahuen­ses, quienes están cansados del reciclaje de nombres y rostros que sólo engañan a los chihuahuen­ses y a la militancia de Morena.

Aunque, en defensa de Marco Adán Quezada Martínez, hay que decir que se parece mucho a quien ahora venera con devoción como su líder, el presidente López Obrador: son igual de demagogos, populistas, conservado­res, intolerant­es, estruendos­os y falsarios. Quizás por eso Morena lo eligió candidato a diputado federal por el octavo distrito.

En cuanto sea publicado este editorial, vendrán los ataques de sus defensores como su exvocero, quien cada semana me dedica su columna virtual con verborrea y calumnias producto de su intoleranc­ia y frustració­n por el poco éxito electoral de su tlatoani Quezada.

Así, que cualquier cosa con la que se me ataque producto de este editorial, responsabi­lizo a Marco Adán Quezada Martínez y su equipo de campaña, expertos en la más sucia de las guerras y adictos a su droga favorita: la mentira.

ESPRESSO COMPOL

Quiero que quede claro que este editorial no pretende favorecer al rival de Quezada Martínez en el octavo distrito federal, Alejandro Domínguez. A él tampoco le daría mi voto, en esta ocasión, porque no me toca votar en el distrito que se disputan.

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