EL "DÉFICIT DE ESPERANZA"
1.
El tiempo avanza, imparable en su marcha hacia la eternidad, marcha que pasa por una puerta que todos atravesaremos: la de la muerte, hacia una vida nueva o la muerte eterna. Sin embargo, como que se nos ha olvidado también a los creyentes, y así lo vivimos durante el ya histórico "año de pandemia", cuando los templos se cerraron, se escondió a Cristo Eucaristía, prenda de vida eterna; se limitó el sacramento de la Reconciliación que nos renueva con la gracia de Cristo. Algunas puertas de templos estaban abiertas para poder, tímidamente, contemplar algún sagrario: con "sana distancia", con "medidas sanitarias", con actitudes "higiénicamente correctas" casi todas exageradas pero, eso sí, VIRALES en todos los medios masivos y redes sociales. A la voz de la razón, no se le dio micrófono.
Miles de personas alrededor del mundo global murieron SOLAS, sin compañía, sin los auxilios de la Iglesia Madre que lloraba desde el corazón de su Cuerpo místico (de Cristo) por no estar con ellos en esa hora.
2.
Terminado el primer acto vino el segundo: vacunas novedosas, con efectos adversos en el plazo de 6-48 meses (sin contar con algunos inmediatos, mortales) en casos tan numerosos, que mucho más que doblaron en un solo año, los efectos adversos de todas las demás vacunas desde que comenzaron hace años las campañas de vacunación: cáncer fulminante, enfermedades autoinmunes, coágulos y hemorragias de cualquier órgano del cuerpo, Guillaum-barré, infartos cardiacos, cerebrales, renales; hemorragias, leucemia, plaquetopenia, flebitis, tromboflebitis, miocarditis, pericarditis, muerte repentina y muchos más. Amén de hepatitis fulminante, enfermedades neurodegenerativas de rápido desarrollo, infecciones extrañas de origen desconocido y lo que venga. De esto no se informa en medios masivos.
3.
Junto a la primera escena del segundo acto, se desarrolló la segunda: el vaciamiento de los templos, de la vida parroquial, de la asistencia a Misa, de la asistencia al Catecismo; el vaciamiento de las Iglesias domésticas con tantas peleas intrafamiliares, violencia de todo tipo en el seno de las familias (abuso sexual de niños y mujeres), divorcios, depresión, desempleo, pobreza, hambre, abandono de los estudios, suicidio...
Aclaro que todo lo enumerado, no es "opinión", sino estadísticas. Puras estadísticas. Tanto en lo referente a los efectos secundarios post-vacunas, como en lo que atañe a la crisis de fe y esperanza en las familias y en la familia más amplia, la Iglesia, de modo tal que se produjo lo que Papa Francisco llamó en su mensaje anual de Cuaresma 2024: "un déficit de esperanza".
4.
El tiempo avanza: "Tiktok, tik-tok", Facebook, X otrora Twitter, Youtube y otras muchas redes que, en nuestra entrega anterior, identificamos como parte de los cuernos de la gran bestia, de su inmenso imperio que siembra muerte, desinformación, desesperanza, pecado, alienación, soledad, ambición. ¡Cuántos jóvenes quieren ser "influencers", y si no lo consiguen se deprimen! Mas si lo consiguen, también se deprimen entre dinero y fama. Se les ha deformado el intelecto sin sana lectura, sin pensamiento sólido, sin humanismo, sin arte, sin fe, sin contacto social, sin verdadera comunicación, sin comunión real de unos con otros. Las masas vagan solitarias, muchos pastores sin ovejas y viceversa, los lobos hacen agosto... por los senderos de todas las redes sociales.
5.
¿Vieron algo de esto los Padres conciliares cuando discutían sobre el decreto Inter mirifica, cuando lo redactaban, lo votaban, lo firmaban y cuando lo firmó y promulgó Pablo VI?
Algo verían, que lo escribieron. Pero no creo que imaginaran la magnitud de lo que entonces anunciaron.
El mismo Papa, el 7 de mayo de 1967, publicó el mensaje de la primera Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales. Entre lo que debemos destacar: "la Iglesia... desea llamar la atención de sus hijos y de todos los hombres de buena voluntad sobre el vasto y complejo fenómeno de los modernos instrumentos de comunicación social... una de las notas más características de la civilización de hoy... 'podemos hablar de una verdadera transformación social y cultural que se refleja también sobre la vida religiosa'": religiosidades sin fe, Dios sin Cristo, Cristo sin Iglesia.
6.
Cierto, impacta amplia y profundamente, y aunque bastantes católicos usan dichos medios para "evangelizar", muchas veces evidencian los "motivos de preocupación y temores" de que hablaba Pablo VI en su citado mensaje, cuando "ejercen una presión sobre los espíritus... la mentalidad y la conciencia del hombre. ¿Quién puede ignorar los peligros y los daños que estos instrumentos, aunque nobles, pueden acarrear... si no son utilizados... con responsabilidad, recta intención, de acuerdo con el orden moral objetivo?". Y añado: ¿y con amor por la Iglesia? Pues no sólo los ajenos a la Iglesia demuelen la fe de sus hijos, también hijos de la Iglesia la hieren, arrebatando las conciencias como se jala agua al molino de cada cual, viralizando "ideologías católicas", confusión, mentiras, verdades a medias, división, desobediencia, y hasta odio contra la jerarquía, contra Pedro. Como si no tuviéramos bastante con la campaña que hace más de diez años va contra los sacerdotes, al grado de que ¡cuántos están convencidos de que aquellos son, todos, una pandilla de abusadores!
7.
Sí, estos medios ejercen poderosa influencia en la mente y la conciencia, y no siempre "el noble servicio que están llamados a ofrecer" quienes los usan, "está a la altura de una misión que los hace intermediarios, casi maestros y guías, entre la VERDAD y el público, entre las realidades del mundo exterior y la intimidad de las conciencias". Por eso pide Pablo VI: "todos sus esfuerzos se dirijan a difundir la verdad ['la Caridad en la Verdad', diría más adelante Papa Benedicto XVI] en las mentes, la adhesión al bien en los corazones, la acción coherente en las obras". Todo esto pensando "sobre todo en las jóvenes generaciones que buscan, no sin dificultades... una orientación para sus vidas de hoy y de mañana, y deben poder decidir, con libertad de espíritu y con sentido de responsabilidad". Por ello pedía no "impedir o desviar su difícil búsqueda con falsas perspectivas, ilusiones engañadoras, seducciones degradantes" que decepcionen "sus justas esperanzas, desorientando sus nobles aspiraciones, mortificando sus impulsos generosos" como, de hecho, lo está consiguiendo la gran bestia de las siete cabezas y diez cuernos, tristemente siempre auxiliada por el abandono que los paterfamilias tienen por sus hijos, el descuido en su educación, la soledad afectiva y efectiva de los hijos en sus casas, el pensamiento mundano entrando por todos sus sentidos. En tanto, la Iglesia llora la indiferencia o irresponsabilidad de hijos suyos que deberían ocuparse de la evangelización, de las familias, de una educación verdaderamente llena del GOZO de ser CRISTIANOS, y no de cargas moralistas (distinto de preceptos morales asumidos con alegría) que producen rebeldes y no fieles. (Continuará).