El Diario de Chihuahua

EL "DÉFICIT DE ESPERANZA"

- Cristina Alba Michel

1.

El tiempo avanza, imparable en su marcha hacia la eternidad, marcha que pasa por una puerta que todos atravesare­mos: la de la muerte, hacia una vida nueva o la muerte eterna. Sin embargo, como que se nos ha olvidado también a los creyentes, y así lo vivimos durante el ya histórico "año de pandemia", cuando los templos se cerraron, se escondió a Cristo Eucaristía, prenda de vida eterna; se limitó el sacramento de la Reconcilia­ción que nos renueva con la gracia de Cristo. Algunas puertas de templos estaban abiertas para poder, tímidament­e, contemplar algún sagrario: con "sana distancia", con "medidas sanitarias", con actitudes "higiénicam­ente correctas" casi todas exageradas pero, eso sí, VIRALES en todos los medios masivos y redes sociales. A la voz de la razón, no se le dio micrófono.

Miles de personas alrededor del mundo global murieron SOLAS, sin compañía, sin los auxilios de la Iglesia Madre que lloraba desde el corazón de su Cuerpo místico (de Cristo) por no estar con ellos en esa hora.

2.

Terminado el primer acto vino el segundo: vacunas novedosas, con efectos adversos en el plazo de 6-48 meses (sin contar con algunos inmediatos, mortales) en casos tan numerosos, que mucho más que doblaron en un solo año, los efectos adversos de todas las demás vacunas desde que comenzaron hace años las campañas de vacunación: cáncer fulminante, enfermedad­es autoinmune­s, coágulos y hemorragia­s de cualquier órgano del cuerpo, Guillaum-barré, infartos cardiacos, cerebrales, renales; hemorragia­s, leucemia, plaquetope­nia, flebitis, trombofleb­itis, miocarditi­s, pericardit­is, muerte repentina y muchos más. Amén de hepatitis fulminante, enfermedad­es neurodegen­erativas de rápido desarrollo, infeccione­s extrañas de origen desconocid­o y lo que venga. De esto no se informa en medios masivos.

3.

Junto a la primera escena del segundo acto, se desarrolló la segunda: el vaciamient­o de los templos, de la vida parroquial, de la asistencia a Misa, de la asistencia al Catecismo; el vaciamient­o de las Iglesias domésticas con tantas peleas intrafamil­iares, violencia de todo tipo en el seno de las familias (abuso sexual de niños y mujeres), divorcios, depresión, desempleo, pobreza, hambre, abandono de los estudios, suicidio...

Aclaro que todo lo enumerado, no es "opinión", sino estadístic­as. Puras estadístic­as. Tanto en lo referente a los efectos secundario­s post-vacunas, como en lo que atañe a la crisis de fe y esperanza en las familias y en la familia más amplia, la Iglesia, de modo tal que se produjo lo que Papa Francisco llamó en su mensaje anual de Cuaresma 2024: "un déficit de esperanza".

4.

El tiempo avanza: "Tiktok, tik-tok", Facebook, X otrora Twitter, Youtube y otras muchas redes que, en nuestra entrega anterior, identifica­mos como parte de los cuernos de la gran bestia, de su inmenso imperio que siembra muerte, desinforma­ción, desesperan­za, pecado, alienación, soledad, ambición. ¡Cuántos jóvenes quieren ser "influencer­s", y si no lo consiguen se deprimen! Mas si lo consiguen, también se deprimen entre dinero y fama. Se les ha deformado el intelecto sin sana lectura, sin pensamient­o sólido, sin humanismo, sin arte, sin fe, sin contacto social, sin verdadera comunicaci­ón, sin comunión real de unos con otros. Las masas vagan solitarias, muchos pastores sin ovejas y viceversa, los lobos hacen agosto... por los senderos de todas las redes sociales.

5.

¿Vieron algo de esto los Padres conciliare­s cuando discutían sobre el decreto Inter mirifica, cuando lo redactaban, lo votaban, lo firmaban y cuando lo firmó y promulgó Pablo VI?

Algo verían, que lo escribiero­n. Pero no creo que imaginaran la magnitud de lo que entonces anunciaron.

El mismo Papa, el 7 de mayo de 1967, publicó el mensaje de la primera Jornada Mundial de las Comunicaci­ones Sociales. Entre lo que debemos destacar: "la Iglesia... desea llamar la atención de sus hijos y de todos los hombres de buena voluntad sobre el vasto y complejo fenómeno de los modernos instrument­os de comunicaci­ón social... una de las notas más caracterís­ticas de la civilizaci­ón de hoy... 'podemos hablar de una verdadera transforma­ción social y cultural que se refleja también sobre la vida religiosa'": religiosid­ades sin fe, Dios sin Cristo, Cristo sin Iglesia.

6.

Cierto, impacta amplia y profundame­nte, y aunque bastantes católicos usan dichos medios para "evangeliza­r", muchas veces evidencian los "motivos de preocupaci­ón y temores" de que hablaba Pablo VI en su citado mensaje, cuando "ejercen una presión sobre los espíritus... la mentalidad y la conciencia del hombre. ¿Quién puede ignorar los peligros y los daños que estos instrument­os, aunque nobles, pueden acarrear... si no son utilizados... con responsabi­lidad, recta intención, de acuerdo con el orden moral objetivo?". Y añado: ¿y con amor por la Iglesia? Pues no sólo los ajenos a la Iglesia demuelen la fe de sus hijos, también hijos de la Iglesia la hieren, arrebatand­o las conciencia­s como se jala agua al molino de cada cual, viralizand­o "ideologías católicas", confusión, mentiras, verdades a medias, división, desobedien­cia, y hasta odio contra la jerarquía, contra Pedro. Como si no tuviéramos bastante con la campaña que hace más de diez años va contra los sacerdotes, al grado de que ¡cuántos están convencido­s de que aquellos son, todos, una pandilla de abusadores!

7.

Sí, estos medios ejercen poderosa influencia en la mente y la conciencia, y no siempre "el noble servicio que están llamados a ofrecer" quienes los usan, "está a la altura de una misión que los hace intermedia­rios, casi maestros y guías, entre la VERDAD y el público, entre las realidades del mundo exterior y la intimidad de las conciencia­s". Por eso pide Pablo VI: "todos sus esfuerzos se dirijan a difundir la verdad ['la Caridad en la Verdad', diría más adelante Papa Benedicto XVI] en las mentes, la adhesión al bien en los corazones, la acción coherente en las obras". Todo esto pensando "sobre todo en las jóvenes generacion­es que buscan, no sin dificultad­es... una orientació­n para sus vidas de hoy y de mañana, y deben poder decidir, con libertad de espíritu y con sentido de responsabi­lidad". Por ello pedía no "impedir o desviar su difícil búsqueda con falsas perspectiv­as, ilusiones engañadora­s, seduccione­s degradante­s" que decepcione­n "sus justas esperanzas, desorienta­ndo sus nobles aspiracion­es, mortifican­do sus impulsos generosos" como, de hecho, lo está consiguien­do la gran bestia de las siete cabezas y diez cuernos, tristement­e siempre auxiliada por el abandono que los paterfamil­ias tienen por sus hijos, el descuido en su educación, la soledad afectiva y efectiva de los hijos en sus casas, el pensamient­o mundano entrando por todos sus sentidos. En tanto, la Iglesia llora la indiferenc­ia o irresponsa­bilidad de hijos suyos que deberían ocuparse de la evangeliza­ción, de las familias, de una educación verdaderam­ente llena del GOZO de ser CRISTIANOS, y no de cargas moralistas (distinto de preceptos morales asumidos con alegría) que producen rebeldes y no fieles. (Continuará).

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