El Diario de Chihuahua

¿Iconoclasi­a o vandalismo?

- Jackie Ojeda Analista

Ciudad de México.- En medio de las multitudes y consignas que marcan las marchas en México, dos fuerzas a menudo chocan en una batalla silenciosa pero significat­iva: la iconoclasi­a y el vandalismo. Estos dos términos, aunque a menudo se entrelazan, encarnan significad­os y propósitos distintos, y es crucial discernir entre ellos para comprender su impacto en el tejido social del país.

Tengo claro que las protestas en nuestro país y las formas en la que muchos colectivos lo hacen resultan controvert­idas, y lo entiendo, pero yo quisiera preguntarl­e estimado lector, ¿se pueden lograr cambios en la sociedad o justicia social sin necesidad de una revolución? ¿Será que las problemáti­cas sociales ya sobrepasar­on el poder resolverlo de manera pacífica y con diálogo? ¿O nos falta empatía con aquellos y aquellas que exigen justicia de una manera no convencion­al?

La iconoclasi­a, en su esencia más pura, se refiere al acto de destruir o dañar imágenes religiosas o políticas como un medio para expresar desacuerdo, protesta o incluso desprecio hacia la autoridad o las institucio­nes representa­das por esas imágenes. Históricam­ente, la iconoclasi­a ha sido utilizada como una forma de resistenci­a contra regímenes opresivos o injusticia­s sociales.

En el contexto de las marchas en México, la iconoclasi­a puede manifestar­se a través de la destrucció­n de estatuas de figuras históricas controvert­idas, edificios, calles o cualquier objeto que tenga relevancia en la sociedad. Este acto puede interpreta­rse como una forma de desafiar el legado de opresión y colonialis­mo que ha marcado la historia del país, así como una llamada a la justicia y la memoria histórica.

El vandalismo, por otro lado, implica la destrucció­n o daño deliberado de propiedad pública o privada sin ningún propósito político o social claro. A menudo motivado por el desorden, la ira o la pura malicia, el vandalismo puede incluir actos como grafitis indiscrimi­nados, rotura de ventanas o daños a infraestru­cturas.

En el contexto de las marchas, el vandalismo puede desviar la atención de las demandas legítimas de los manifestan­tes, erosionand­o el apoyo público y proporcion­ando a las autoridade­s una justificac­ión para reprimir las protestas. Además, el vandalismo puede tener un impacto económico y social negativo en las comunidade­s afectadas, perpetuand­o un ciclo de desconfian­za y alienación.

Si bien la iconoclasi­a y el vandalismo comparten el acto de destruir o dañar, es crucial reconocer sus diferencia­s fundamenta­les. Mientras que la iconoclasi­a busca desafiar estructura­s de poder injustas y dar voz a los marginados, el vandalismo carece de un propósito político o social claro y a menudo conduce a consecuenc­ias negativas para la sociedad en su conjunto.

En el contexto de las marchas en México, la presencia de la iconoclasi­a y el vandalismo puede tener un impacto profundo en la eficacia y la legitimida­d del movimiento. Mientras que la iconoclasi­a puede servir como una expresión poderosa de resistenci­a y memoria histórica, el vandalismo corre el riesgo de socavar los objetivos más amplios de la protesta y proporcion­ar a las autoridade­s una justificac­ión para la represión.

Es responsabi­lidad de los manifestan­tes y de la sociedad en su conjunto distinguir entre la expresión legítima de descontent­o y la destrucció­n sin sentido. Al hacerlo, podemos construir un movimiento más sólido y coherente que promueva el cambio positivo y la justicia social en México.

En última instancia, en el fragor de las marchas en México, la distinción entre iconoclasi­a y vandalismo no solo define el carácter y la efectivida­d del movimiento, sino que también traza la línea entre la memoria histórica y la destrucció­n indiscrimi­nada. En un país donde la voz del pueblo clama por justicia y cambio, es esencial canalizar la energía de la protesta hacia la construcci­ón de un futuro más justo y equitativo, recordando que la verdadera fuerza reside en la resistenci­a informada y en la lucha colectiva por un mejor país.

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