Golpe de estado desde el poder
Hay muchos ejemplos históricos de líderes políticos que han advertido sobre posibles golpes de estado antes de que sus mandatos concluyan. En México parece ya se está usando la misma estrategia política y mediática.
Hugo Chávez de Venezuela, durante su presidencia advirtió en múltiples ocasiones sobre posibles intentos de golpe de estado en su contra. Uno de los eventos más destacados fue el golpe de estado de 2002, cuando Chávez fue derrocado brevemente por un grupo de militares y líderes empresariales, aunque luego fue restaurado en el poder por una movilización popular y la intervención de sectores leales del ejército.
Evo Morales en el año 2019 y durante su tercer mandato como presidente de Bolivia, acusó a la oposición de intentar llevar a cabo un golpe de estado en su contra. Después de una controvertida elección presidencial, Morales renunció a la presidencia y abandonó el país, en medio de protestas masivas y presiones militares y policiales.
Recep Tayyip Erdo an de Turquía, el presidente ha advertido repetidamente sobre posibles intentos de golpe de estado en su contra, especialmente después del fallido golpe militar de 2016. Desde entonces, Erdogan ha llevado a cabo una amplia purga en el ejército, los medios de comunicación y otras instituciones en un intento de consolidar su poder.
Nicolás Maduro en Venezuela, al igual que su predecesor Hugo Chávez, ha denunciado en varias ocasiones posibles intentos de golpe de estado en su contra. En el año 2018, Maduro sobrevivió a un “aparente” intento de ataque con drones explosivos mientras pronunciaba un discurso en un desfile militar en Caracas.
Fidel Castro en Cuba, durante su largo mandato como líder, acusó repetidamente a Estados Unidos y a la oposición interna de intentar derrocar su gobierno a través de golpes de estado, invasiones y otros actos de agresión.
Salvador Allende, presidente socialista chileno, siempre acusó a la oposición de derecha y a Estados Unidos de intentar derrocar su gobierno “democráticamente”, electo en un golpe de estado, por cierto. Estas acusaciones se materializaron el 11 de septiembre de 1973, cuando el gobierno de Allende fue derrocado por las fuerzas armadas chilenas y respaldadas por Estados Unidos.
En días pasados, el diario mexicano El Universal, dio a conocer que el presidente López Obrador ha mencionado 167 veces la frase “golpe de Estado” en sus casi 1,300 mañaneras así como en cuatro veces más ha hablado de “golpe de Estado técnico” y, en una sola ocasión, se refirió a un “golpe blando”. Por supuesto, habla de un golpe de Estado en su contra.
Los gobernantes curiosamente populistas, recurren a esta estrategia por varias razones ampliamente documentadas cuando se investiga sobre estrategia política y electoral.
Lo hacen porque buscan la deslegitimación de la oposición: Al acusar los líderes en el poder intentan deslegitimar a sus críticos y presentarse a sí mismos como víctimas de un intento de derrocamiento ilegítimo.
Tratan de movilizar a los seguidores creando un sentido de urgencia y solidaridad para defender el gobierno contra lo percibido como una amenaza externa.
Otro objetivo muy demostrado es el de distraer la atención, al acusar un intento de golpe de estado desvían la atención del público de otros problemas o controversias que enfrenta el gobierno, redirigiendo el enfoque hacia la supuesta conspiración contra el líder en el poder.
Otra y quizás la más grave es la de justificar medidas represivas, ya que desde el poder pueden utilizar las acusaciones de golpe de estado como justificación para tomar medidas represivas contra la oposición política, los medios de comunicación críticos y otros grupos considerados como una amenaza para su autoridad.
Finalmente, los líderes en el poder quieren ganar simpatía internacional al presentarse como víctimas de un intento de golpe de estado, y buscan apoyo especialmente de países y organizaciones que son críticas de la intervención en los asuntos internos de otros estados.
El caso es y así como he citado estos desafortunados casos de gobiernos de la izquierda radical, pudiésemos enumerar muchos más ejemplos, también de líderes políticos que justo antes de terminar sus mandatos, advierten sobre posibles golpes de estado. En México ya se implementa como estrategia política denunciar el golpe de estado técnico, ahora lo único que falta es promover que la gente no salga a votar.
Así que y para evitar esta situación, previendo que los de Morena vayan a sorprender a los mexicanos con un sinnúmero de “teatritos”, es importante que las mayorías no creamos en las encuestas ni en la intimidación política, que perdamos el miedo y acudamos a las casillas para votar en contra de un gobierno opresor y chantajista. Ellos lo saben: están a punto de perder la elección del 2 de junio.