La sequía, un asunto urgente por resolver
La sequía es una realidad cada vez más alarmante en el mundo. El agua es el recurso más indispensable para vivir, y cada vez, se convierte en un bien más y más escaso. El calentamiento global y la alza de temperaturas, están causando que los climas sean cada vez más extremos, es decir, los lugares húmedos son más húmedos, y los lugares secos son más secos. Siendo la nuestra una tierra históricamente marcada por la escasez del líquido vital, la aguda crisis causada por la sequía es motivo de preocupación.
Los expertos no auguran un cambio en esta tendencia. Nuestro Estado está en emergencia por sequía. Algunos municipios viven una crisis más aguda que otros, pero todos compartimos la misma urgencia de atender la crisis. Este año se prevé que todas nuestras presas se mantengan a un nivel inferior al 50 por ciento de su capacidad, y hasta este momento no hay señales de que vaya a invertirse la tendencia (aunque seguimos con la esperanza de que llegue la lluvia con abundancia).
Aun así, nunca me he considerado a mí misma una fatalista. Tengo fe en que nuestra tierra nos sigue proveyendo de lo esencial para vivir, y que los chihuahuenses somos capaces de poner nuestro ímpetu y trabajo para arrancar prosperidad de esta precaria y seca tierra. Pero junto a la esperanza, debe estar la previsión. Es momento de que todos como Estado abanderemos la necesidad de generar lo que los expertos llaman, una “economía azul”. Esto es, una economía que promueva la conservación de nuestros cada vez más escasos mantos acuíferos.
Se trata de aprovechar los recursos propios de nuestro ecosistema, y desarrollar una producción basada en cultivos endémicos. Además, este es un esfuerzo que lleva tiempo desarrollándose en nuestra entidad, pues ya existen diversos empresarios y grupos productivos que han impulsado continuamente el crecimiento de cultivos más sustentables para nuestro tipo de clima. Estoy convencida de que debemos seguir por ese camino.
Pero la economía azul también consiste en la inversión continua (pública y privada) en proyectos de modernización que contribuyan substancialmente al ahorro de agua, tanto en la industria, en la producción agrícola y, por supuesto, en el uso doméstico.
Los cultivos que nos alimentan y que nos traen prosperidad, deben seguir mudando su infraestructura a los métodos de riego más avanzados. Debemos seguir tecnificando los sistemas de riego, de manera que seamos capaces de aprovechar hasta la última gota de nuestro líquido vital.
Por todo ello, hay mucho qué hacer en el ámbito político. Tenemos que seguir apoyando a quienes trabajan el campo para evitar crisis alimentarias, sobre todo en zonas rurales. Debemos estar mejor preparados con programas de auxilio y con financiamiento, y este debe ser un esfuerzo de todos los niveles y de todos los sectores.
La sequía no es problema político ni ideológico; es una crisis vital. Todos debemos unir nuestras voluntades para atender el problema, evitar catástrofes y conservar la vida y el futuro de nuestro Estado.
Los expertos no auguran un cambio en esta tendencia. Nuestro Estado está en emergencia por sequía. Algunos municipios viven una crisis más aguda que otros, pero todos compartimos la misma urgencia de atender la crisis”