CARACTERÍSTICAS DE LA CULTURA DE DIETA
La promoción de dietas restrictivas:
Détox, la dieta de la piña, la alcachofa y ayunos. Se suelen usar modelos de antes y después de hacer la dieta, lo que hace entender que un cuerpo estaba mal y el otro bien y, por supuesto, el más delgado es el ideal. Estas publicaciones de antes y después están desprovistas del contexto de la persona, que puede haber pasado por una depresión, una enfermedad, haber estado en un estado de salud mental deplorable, pero lo importante es lo delgada que se ha quedado y el apoyo y el reconocimiento que va a tener a pesar de todo. La delgadez a pesar de todo; la delgadez, a costa de todo.
Estigmatización del sobrepeso y la obesidad:
En la medida que no te ajustes al estándar de delgadez y a los cánones de belleza, convertidos en salud, serás carne de mofa y burla. Esas bromas, esa crueldad extrema, se hacen “por tu bien”, para que reacciones y no te dejes. El discurso patologizante sobre la pérdida de peso se construye como un medio para alcanzar, además de la salud, la autoestima, la felicidad y un estatus social superior (Harrison, 2019). El decir que ser delgado es algo que puedes conseguir con esfuerzo y sacrificio niega la diversidad corporal y elude las consecuencias en la salud mental, el posible desarrollo de trastornos de la conducta alimentaria, el daño metabólico de tu cuerpo por hacer innumerables dietas, la frustración, la vergüenza corporal, la mella en la autoestima… Una paciente, que había pasado por un cáncer bastante duro, me dijo que prefería volver a pasarlo antes que volver a engordar. Hasta ese punto estamos atravesadas por la cultura de la dieta.
El miedo a engordar es el miedo a vivir, es la mirada patriarcal sobre el cuerpo de la mujer, en la que no se admiten los cambios propios del tiempo y en el que solo existe un modelo de cuerpo, y es joven y delgado. Además es una manera de mantenernos siempre en guerra con nuestro cuerpo, y, por tanto, sumisas.