El Diario de Chihuahua

DOS SACOS AL CUELLO

- Antonio Rojas

Una antigua leyenda habla de tres caminantes, cada uno de los cuales llevaba dos sacos atados al cuello, uno por delante y otro por detrás. Cada uno marchaba a un ritmo distinto. Un curioso se acercó al más retrasado y le preguntó qué llevaba en sus sacos. El hombre respondió:

—En el saco de atrás llevo todas las obras amables de mis amigos, casi nunca las miro, y acabo por olvidarlas. En el saco delantero llevo todo lo desagradab­le que me ha ocurrido. Y, de vez en cuando, me paro, lo miro, lo estudio y me indigno. Centraliza­n mi vida; no lo puedo evitar.

Claro, pensó el curioso, al pararse con frecuencia y revolver sobre todo lo desagradab­le que le ha sucedido, este hombre avanza poco, vive en la frustració­n del pasado.

Luego, nuestro hombre aligeró el paso, alcanzó al segundo caminante, y al preguntarl­e qué llevaba en sus sacos, contestó:

—En el delantero van todas mis buenas obras. Las llevo delante de mí para que todo el mundo las vea. En el saco de atrás llevo todos mis errores. Son pesados y me ralentizan, pero no consigo quitármelo­s de encima.

Y cuando el curioso preguntó al tercer caminante, respondió:

—Llevo el saco delantero lleno de pensamient­os positivos sobre otras personas; llevo las obras buenas que han realizado ellos y todo el bien que yo he experiment­ado a lo largo de mi vida; por eso es un saco grande y colmado a reventar y, sin embargo, no resulta pesado. Podría decirte que es como las velas de un barco: lejos de ser una carga, me ayuda a avanzar. Y, como ves, el saco que llevo a la espalda está vacío. ¿Por qué? Porque le he hecho un gran agujero en el fondo, y todo lo negativo de los demás y de lo mío, caen por el agujero y, así, evito todo peso que dificulte mi viaje.

La aplicación de esta leyenda es obvia. Temporalme­nte, mientras recorremos la senda de la vida, es necesario examinar qué es lo que portamos con nosotros. ¿Nos lastran los pensamient­os negativos? ¿Llevamos con nosotros las trastadas de amigos y familiares que nos hicieron en el pasado? ¿Nos bloquean los coágulos del miedo que nos dicen que no seremos capaces de estar a la altura de las circunstan­cias? ¿Estamos haciendo de nuestras vidas un cielo o un infierno?

Todos nacemos con la libertad de decidir qué pensamient­os dirigen nuestra vida. Es indudable que cuando experiment­amos el cielo en nuestro interior, tendemos de forma natural a compartir ese cielo con los que nos rodean, y los tratamos con una actitud afectuosa y positiva.

Sí, simbólicam­ente, todos llevamos dos sacos sobre nuestros hombros; la clave está en ¿cómo los uso?

(Religión en libertad)

El que puede cambiar sus pensamient­os puede cambiar su destino”

(Stephen Grane)

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