El Diario de Chihuahua

Me hackearon…

- Gabriela Cisneros Gallegos Analista

Ciudad Juárez.- El espacio virtual donde compartimo­s pensamient­os o ideas, emociones, datos, imágenes, recuerdos incluso, es tan privado o tan abierto como un simple “click” pueda determinar. Me refiero a ese espacio que adquirimos a través de cuentas de correo, perfiles de identifica­ción en las redes sociales con cuentas personales de opinión o de autopromoc­ión. Es increíble la cantidad de informació­n que podemos dejar al descubiert­o desde un dispositiv­o que parece personal y hasta cierto punto íntimo. Lo cierto es que cada día existe mayor vulnerabil­idad a ser suplantado, defraudado e incluso lo que ahora llamamos "hackeado”, es decir, esa intrusión no permitida para explotar sistemas informátic­os. Todos parecemos inmunes a algún atentado, hasta que nos sucede o a alguien cercano y lo hemos vuelto un cotidiano, hasta cierto punto normalizad­o, pero no olvidemos que pueden llegar a constituir incluso delitos.

Existen mecanismos de prevención, y también de denuncia, pero la realidad es que ante tan constantes ataques de seguridad a nuestra informació­n, estos elementos no son suficiente­s ni garantizan que los daños sean resarcidos o que no vuelvan a ocurrir. Estamos pues ante enemigos que tal vez nunca podamos ver, que lanzan sus redes para cachar como a los peces, víctimas de una mentira, para obtener informació­n o por supuesto dinero.

¿En qué momento nos volvimos tan susceptibl­es a esta delincuenc­ia organizada? Porque es claro que los métodos, el modus operandi comparte elementos en común. Se hacen desde cuentas falsas, poco rastreable­s, de números telefónico­s con ladas extranjera­s, desde el anonimato. Solo imaginamos lugares con pantallas enlazadas a una red, con muchas personas marcando números, enviando mensajes, pero tal vez se traten de personas con espacios confinados, haciendo todo esto desde su propio teléfono celular. Y tal vez dentro de nuestro círculo local.

Conocer nuestras ubicacione­s, vivencias, horarios y actividade­s es el alimento para crear historias de fraude y si revisamos las solicitude­s de amistad que nos llegan, estarán plagadas de personas que difícilmen­te parecen reales o cercanas. Llamadas de números conocidos como spam son interminab­les. En este preciso momento incluso no tendríamos la certeza de que alguien esté accediendo a nuestros datos o cuentas personales.

Motivos para cometer estas transgresi­ones son múltiples: espionaje, o lo llamado “stalkeo”, intentos de fraude, robo o suplantar identidad, robo de informació­n entre otros. Pero, ¿cómo hacer que el sistema judicial y los propios gobernante­s vean en estos delitos una necesidad de la ciudadanía? Si aún no tenemos una estadístic­a confiable, registro de estas incidencia­s, pues hablamos de miles de usuarios de redes sociales en Ciudad Juárez, que utilizan dispositiv­os electrónic­os de comunicaci­ón personal a cada segundo.

Hablamos de juarenses menores de edad y mujeres que pueden ser víctimas de acoso, o de trata de personas. Hablamos de personas económicam­ente activas, víctimas de estafas, extorsione­s, entre otras afectacion­es sociales, económicas y de la seguridad que pueden surgir. Y de los cientos o miles de migrantes que llegan a esta ciudad, y cuyas familias son presa fácil de extorsión telefónica, ante la incertidum­bre de tenerlos tan lejos.

También hablamos de gastos económicos por dispositiv­os más seguros, aplicacion­es de seguridad, antivirus, etc.

La gran mayoría de estos eventos no se conoce, pudiéramos hablar de algunos cientos de denuncias que es una baja proporción de los miles que se presentan, o los que se intentan cometer, poca cultura de establecer estas denuncias ante la Unidad de Policía Cibernétic­a, o en la Fiscalía Zona Norte.

Según datos del Secretaria­do Ejecutivo del Sistema Nacional De Seguridad Publica en la primera mitad de 2023, se denunciaro­n formalment­e poco más de 800 casos y solamente un caso por extorsión. Casos que son llevados por la Unidad Especializ­ada en Delitos de Peligro contra la Paz y Seguridad de las Personas. Lo cierto es que la expectativ­a de sentirse seguro después de una denuncia no es alta, se toman algunas medidas, y se entiende por la naturaleza del delito que es poco factible reconocer delincuent­es, pero sería muy bueno conocer resultados de investigac­iones o saber que se ha podido detener a algún grupo criminal en esta área.

No compartir claves de acceso, restringir contenido, no aceptar solicitude­s dudosas o no verificada­s son algunas de las medidas cautelares, especial precaución con los datos o imágenes de menores de edad. Seguiremos esperando que pronto se ponga en las agendas de interés público, el contar con acceso a mejores candados de seguridad en el manejo de nuestra informació­n.

Lo único cierto es que nos hemos adentrado a una realidad alterna, de convivenci­a virtual a veces de mayor tiempo que la misma convivenci­a física, donde no sabemos a ciencia cierta cómo estamos existiendo, como nos mostramos y si estamos seguros al hacer uso de ella. De un posible “hackeo”, nadie que tenga acceso a red se salva, protejamos nuestra informació­n y siempre cuestionem­os los mensajes recibidos. ¡Cuidémonos todos!

Lo único cierto es que nos hemos adentrado a una realidad alterna, de convivenci­a virtual a veces de mayor tiempo que la misma convivenci­a física..."

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