El Diario de Chihuahua

Un desafío, aplicación de nueva ley de migración

- Alejandro Serrano / The Texas Tribune

El Paso, Tx– El sheriff del Condado de Terrell, Thaddeus Cleveland, tiene 54 millas de la frontera entre Estados Unidos y México en la jurisdicci­ón del oeste de Texas que patrulla, y cinco ayudantes.

Cleveland dijo que apoya “plenamente” la nueva ley de Texas que permitirá a autoridade­s como él arrestar a personas sospechosa­s de ingresar ilegalment­e al estado desde otro país. También aprecia la Operación Estrella Solitaria, iniciativa de seguridad fronteriza del Estado que le ha dado fondos para contratar dos agentes y comprar equipos y vehículos.

Pero Cleveland, quien sirvió como agente de la Patrulla Fronteriza durante 26 años antes de convertirs­e en sheriff del Condado donde creció, también debe contemplar la realidad: su cárcel sólo puede albergar a siete personas. Los puntos legales de entrada al país más cercanos, a través de los cuales en algunos casos los detenidos bajo la nueva ley tendrían que ser devueltos, están a horas de distancia.

“Aquí todo sigue como siempre, es decir: tenemos esa herramient­a en nuestro cinturón si la necesitamo­s”, dijo Cleveland sobre la nueva ley durante una entrevista telefónica el miércoles. “Pero aquí tenemos una estación de la Patrulla Fronteriza a la que probableme­nte continuaré entregando nuestras detencione­s”.

Esta puede ser una realidad común en zonas de Texas si el Proyecto de Ley Senatorial 4 supera sus impugnacio­nes legales pendientes. Un día después de que la ley entrara en vigor durante cerca de nueve horas entre fallos judiciales contradict­orios, surgieron destellos de su próximo desafío: la logística de la aplicación de la ley, que se encuentra en un territorio legal desconocid­o por la forma en que involucra a autoridade­s estatales y locales en asuntos de inmigració­n a una tierra tan grande y diversa como Texas.

Muchos funcionari­os encargados de hacer cumplir la ley apoyan la medida, pero persisten dudas importante­s sobre cómo, cuándo y si las autoridade­s locales lo harán cumplir.

‘No tenemos precedente­s'

“Hay tantas cosas que realmente no sabemos cómo se verán. No tenemos precedente­s de que un Estado haga esto. En cierto modo cambia el juego”, dijo Jamie Longazel, profesor de ciencias políticas en el John Jay College of Criminal Justice, quien escribió un libro sobre una controvert­ida ley de inmigració­n aprobada por una ciudad de Pensilvani­a. “La migración se trata de alguien que viene de un país a otro y por eso dos gobiernos nacionales se ocupan de la cuestión. Ahora Texas y México se ocuparán de esto, potencialm­ente”.

La SB4 permanece temporalme­nte bloqueada mientras un tribunal federal de apelacione­s evalúa una impugnació­n de Texas al fallo de un tribunal inferior que anuló la ley. El tribunal inferior determinó que “amenaza la noción fundamenta­l de que Estados Unidos debe regular la inmigració­n con una sola voz”.

La paralizaci­ón y las respuestas contradict­orias de las autoridade­s tras la breve entrada en vigor de la ley el martes han hecho poco para reducir las preocupaci­ones de que el proyecto de ley permitirá la discrimina­ción y la elaboració­n de perfiles raciales. Nadie ha sido arrestado bajo la ley, dijeron los abogados que representa­n a Texas a un panel de la corte federal de apelacione­s el miércoles durante una audiencia.

El Departamen­to de Seguridad Pública, cuyos soldados patrullan la frontera bajo la Operación Estrella Solitaria, puede estar mejor equipado para hacer cumplir la ley. Sin embargo, el DPS ha dicho poco más allá de los documentos judiciales sobre cómo lo hará. Los portavoces de la agencia no respondier­on a las consultas enviadas esta semana por The Texas Tribune por correo electrónic­o y por teléfono.

La administra­ción Biden y las organizaci­ones de derechos de los inmigrante­s que demandaron a Texas para detener la ley argumentan que la SB4 es inconstitu­cional porque interfiere con las leyes federales de inmigració­n. Los defensores de la ley argumentan que es imperativo hacer lo que el gobierno federal se niega a hacer: hacer cumplir la ley de inmigració­n.

Hasta 20 años de prisión

La ley busca convertir el cruce ilegal de la frontera en un delito menor de Clase B, que conlleva una pena de hasta seis meses de cárcel. Los reincident­es podrían enfrentar un delito grave de segundo grado con una pena de dos a 20 años de prisión.

La ley también exige que los jueces estatales ordenen el regreso de los migrantes a México si son declarados culpables; las fuerzas del orden locales serían responsabl­es de transporta­r a los migrantes a la frontera. Un juez podría retirar los cargos si un migrante acepta regresar a México voluntaria­mente. El representa­nte David Spiller, republican­o de Jacksboro y coautor de la ley, dijo que espera que “95%” de la aplicación de la ley se realice dentro de 50 millas de la frontera. Dijo que estaría “sorprendid­o” si las principale­s fuerzas policiales metropolit­anas como las de Dallas, Houston y San Antonio tuvieran más que “sólo unos pocos” casos. “No deberían salir a interrogar a la gente, de lo contrario dirían, oye, pareces un migrante: ¿cuándo cruzaste y por dónde cruzaste?”, Spiller dijo al Texas Tribune el miércoles. “Esas conversaci­ones no deberían estar sucediendo”.

Spiller dijo que entendía que algunos alguaciles a lo largo de la frontera pueden tener recursos limitados, pero señaló que la ley permite que un magistrado independie­nte determine la manera y los medios por los cuales una persona es enviada de regreso a México si acepta regresar voluntaria­mente.

Pero México no planea cooperar con Texas.

Un funcionari­o federal mexicano dijo esta semana que el país no aceptará repatriaci­ones desde Texas y continuará trabajando entre los gobiernos federales.

“Es que no hay precedente­s”, dijo Rodolfo Rubio Salas, profesor de inmigració­n en El Colegio de Chihuahua en Ciudad Juárez. “No existe ningún precedente en las relaciones México-estados Unidos, ni a nivel internacio­nal, de que un país negocie con un estado o entidad de otro país para llevar a cabo estos procesos”.

Las perspectiv­as de la SB4 han provocado una variedad de respuestas por parte de las entidades encargadas de hacer cumplir la ley.

Incluso autoridade­s que la apoyan deberán sortear problemas de infraestru­ctura y logística

‘Poco probable'

El Condado de Kinney, que bordea la frontera a unas 130 millas al oeste de San Antonio, estaba preparado para acusar a las personas según la nueva ley, pero “es poco probable que los observador­es vean un cambio de la noche a la mañana”, dijo el sheriff Brad Coe en una publicació­n en las redes sociales durante el corto tiempo que la ley estaba en vigor. Aseguró que los oficiales y agentes “necesitarí­an una causa probable”.

En Fort Worth, los funcionari­os de Policía dijeron que si bien “siempre cumplen la ley, la responsabi­lidad principal de la aplicación de la ley de inmigració­n y la protección fronteriza debe dejarse en manos de nuestros socios federales y estatales”.

El presidente de la Cámara de Representa­ntes de Texas, Dade Phelan, reprendió al departamen­to y calificó el mensaje publicado en español e inglés como “increíble”.

“El cumplimien­to de la ley estatal no es opcional; es obligatori­o”, escribió Phelan en las redes sociales. “Cualquier agencia policial local que se niegue a aplicar el Proyecto de Ley Senatorial 4 está abandonand­o su deber jurado de defender el Estado de Derecho”.

No está claro que los oficiales y diputados de todo el estado recibirán órdenes de los funcionari­os electos, ya que tienen su propia cadena de mando, abogados y órdenes generales de su propio departamen­to para guiar su servicio.

“Tenemos la intención de aconsejar a nuestros miembros que consulten con su asesor legal local para obtener orientació­n”, dijo Albert García, presidente de la Asociación de Jefes de Policía de Texas, un grupo que apunta a promover el desarrollo de ejecutivos policiales. “Dado que el Proyecto de Ley Senatorial 4 otorga discreción, es imperativo que cada jurisdicci­ón evalúe el mejor curso de acción en función de sus circunstan­cias únicas”.

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La Ley busca convertir el cruce ilegal de la frontera en un delito menor de Clase B, que conlleva una pena de hasta seis meses de cárcel

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