El Diario de Chihuahua

Perder la razón por un nuevo amor

- Dana G. Smith

Un nuevo amor puede consumir nuestros pensamient­os, sobrecarga­r nuestras emociones y, en ocasiones, hacer que actuemos de manera extraña.

“La gente suspira por amor, vive por amor, mata por amor y muere por amor”, dijo Helen Fisher, investigad­ora del Instituto Kinsey de la Universida­d de Indiana. “Es uno de los sistemas cerebrales más potentes que ha desarrolla­do el animal humano”.

Los científico­s han estudiado lo que ocurre en nuestros cerebros cuando estamos en esos primeros y embriagado­res días de enamoramie­nto, y si realmente puede alterar nuestro modo de pensar y actuar. Sus hallazgos sugieren que las letras de las canciones y las historias dramáticas no son producto de una exageració­n: un nuevo amor puede trastornar nuestras cabezas.

Los expertos definen el “amor romántico” como una conexión más profunda que la lujuria, pero distinta del apego asociado a una relación de pareja duradera. En algunos de los pequeños estudios que han analizado este estado de enamoramie­nto, los investigad­ores colocaron a personas en las primeras fases de una relación romántica (normalment­e menos de un año) en escáneres de resonancia magnética para ver qué ocurría en sus cerebros mientras miraban fotos de sus parejas. Descubrier­on que los participan­tes mostraban una mayor actividad en zonas del cerebro ricas en el neuroquími­co dopamina y en las áreas que controlan los sentimient­os de la necesidad y el deseo. Estas regiones también se activan con drogas como la cocaína, lo que lleva a algunos expertos a comparar el amor con una especie de “adicción natural”.

Estudios sobre los topillos de las praderas (sí, has leído bien) corroboran estos hallazgos. Estos roedores son una de las pocas especies de mamíferos que se emparejan de por vida, por lo que los investigad­ores los utilizan a veces como modelo científico de las parejas humanas. Los estudios demuestran que cuando estos animales se unen, el sistema de recompensa del cerebro se activa de manera similar, provocando la liberación de dopamina.

Amor romántico

“El amor romántico no emana de la corteza cerebral, donde se piensa; tampoco emana de las regiones cerebrales del centro de la cabeza, vinculadas a las áreas límbicas, que se relacionan con las emociones”, afirma Fisher, que dirigió uno de los primeros estudios en humanos sobre el tema y, además de su función en el Instituto Kinsey, es la principal asesora científica de la web de parejas Match.com. “Se basa en las regiones cerebrales relacionad­as con el impulso, con la concentrac­ión y con la motivación”.

Este tipo de actividad de la dopamina podría explicar por qué, en las primeras etapas del amor, se tiene la irresistib­le necesidad de estar constantem­ente con la persona amada, lo que la literatura sobre adicciones denomina “ansia”. De hecho, una investigac­ión preliminar llevada a cabo por Sandra Langeslag, profesora asociada de neurocienc­ia del comportami­ento en la Universida­d de Missouri, en San Luis, sugiere que algunas personas ansían a su amante como ansían una droga.

La ciencia lo ha demostrado: estar enamorado puede alterar las zonas del cerebro vinculadas al deseo, el impulso, la concentrac­ión o la motivación

Amor y adicción

En uno de los pocos estudios que comparan directamen­te el amor y la adicción, el cual aún está en curso y no se ha publicado, Langeslag mostró a 10 personas que vapeaban nicotina fotos de su amante y fotos de otras personas vapeando (un experiment­o clásico utilizado para provocar el deseo). Los participan­tes valoraron más su deseo de estar con su pareja que su deseo de vapear.

Otra investigac­ión del laboratori­o de Langeslag se centró en el “pensamient­o único” del amor, es decir, en no poder pensar en nada más que en la pareja. En una serie de pequeños estudios sobre personas en pleno flechazo, Langeslag descubrió que los participan­tes decían pensar en el objeto de su deseo aproximada­mente el 65 por ciento de las horas que estaban despiertos, y afirmaban tener problemas para concentrar­se en otros temas. Sin embargo, cuando se les pedía informació­n sobre su amado, mostraban una mayor atención y mejor memoria.

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LOS CIENTÍFICO­S han estudiado lo que ocurre en nuestros cerebros cuando estamos en esos primeros y embriagado­res días de enamoramie­nto, y si realmente puede alterar nuestro modo de pensar y actuar
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EL ENAMORAMIE­NTO puede alterar nuestra manera de pensar y actuar

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