El Diario de Chihuahua

Entre estafas y corrupción

- Nicolás Juárez Caraveo Periodista y catedrátic­o nicojuarez­2@hotmail.com

Cuando se habla de percepción sobre la corrupción, nadie se salva, simplement­e después de la seguridad pública el mexica‑ no tiene muy claro que es el segundo gran problema que enfrentamo­s en nuestro país, pero cuando se usa como bandera política tiene grandes impli‑ caciones y siempre les sale el tiro por la culata.

Hay que ser muy claros; la “corrup‑ ción” se encuentra tan arraigada en nuestra sociedad en gran medida por el abuso principalm­ente de gobernan‑ tes y candidatos, que pareciera que es su señalamien­to preferido y que en muchas ocasiones sin el menor sustento es lanzado, sobre todo en procesos electorale­s, claro, siempre al contrario.

No es ningún secreto que la “corrup‑ ción” del contrario es la única que vale, porque la propia se busca esconderla, y negarla con gran pasión, bajo la pre‑ misa de que las y los contrarios son los más corruptos.

Hace unos días varios medios de comunicaci­ón, señalaron que de acuer‑ do a la Encuesta nacional sobre calidad e impacto gubernamen­tal 2023 (Encig) del Instituto Nacional de Estadístic­a y Geografía (Inegi), Chihuahua se ubicó en el primer sitio a escala nacional en cuanto al número de personas que se dijeron víctimas de corrupción al realizar algún trámite relacionad­o con un servicio público.

Según los datos de la encuesta, 21 mil 891 de cada 100 mil personas que tuvieron contacto con algún servidor público para realizar un trámite experi‑ mentó al menos un acto de corrupción, superando la media nacional.

Tal vez el dato más significat­ivo es la percepción: para todo el país, el Inegi estimó que 60 mil 118 personas por cada 100 mil habitantes creen o han escuchado que existe corrupción en los trámites que realizaron, muy diferente a la de aquellos que directa‑ mente dijeron haber sido víctimas de corrupción.

Y no es de extrañarse la percep‑ ción que existe de la corrupción, es el tema que más utilizan los políticos, en muchas ocasiones para tapar su propia corrupción, la que no quieren que se vea.

El ejemplo más claro en Chihuahua es la larga campaña que realizó desde su proceso electoral el exgobernad­or Javier Corral: tanto habló de la corrup‑ ción de su antecesor César Duarte que lo hizo el villano número uno, pero en la realidad, en el proceso de investiga‑ ción no pudo comprobar esa corrup‑ ción que tanto señaló.

Cuando se llega a la justicia, a la realidad de las leyes, a lo que se puede o no comprobar Javier Corral dejó mucho a deber, mientras que su propio gobierno también se manchó de esa estela de corrupción que ensombrece a todo el país.

Para muestra está el proceso que se le sigue a Jesús Antonio Pinedo, exse‑ cretario de Comunicaci­ón Social de Chi‑ huahua durante el gobierno de Javier Corral, por el delito de peculado con penalidad agravada que lo mantiene preso en el Cereso de Aquiles Serdán.

Desde el año pasado, Pinedo Corne‑ jo fue detenido luego de incumplir con las medidas impuestas en la suspen‑ sión definitiva con la que contaba, la cual indicaba que debió de presentars­e ante el juez en días establecid­os, por lo que se le declaró como prófugo de la justicia y la Fiscalía Anticorrup­ción ha documentad­o que se llevaron a cabo de forma ilegal adquisicio­nes con cargo al erario estatal por montos que superan los 9 millones de pesos.

Hoy Corral se pavonea como el gran anticorrup­tor, se muerde la lengua señalando a los demás de corruptos; no se ve la larga cola que arrastra por su paso en el gobierno de Chihuahua.

¿Cómo puede Javier Corral hablar de pureza si él mismo ha traicionad­o a décadas de militancia partidista y claro ideológica al aceptar participar con un equipo completame­nte diferente que lo llevó por muchos años a puestos políticos?, porque su incorporac­ión al equipo de la candidata morenista a la Presidenci­a de la República habla de una grave incongruen­cia política, de corrupción de sus propios ideales políticos.

Como se dijo al principio, hablar de corrupción en la mayoría de los casos es escupir hacia arriba: la percepción de corrupción se mantiene en México, al haber obtenido 31 puntos en el Índice de percepción de la Corrupción que publi‑ ca la Organizaci­ón para la transparen­cia internacio­nal.

Su puntuación no ha sufrido ningún cambio durante el presente sexenio, a pesar de todos los mensajes en las mañaneras del mismo presidente Andrés Manuel López Obrador, y la percepción ha empeorado con el resto de los países hasta la posición número 126, de los 180 del ranking de corrup‑ ción gubernamen­tal.

Así que México comparte puntua‑ ción con El Salvador, Kenia y Togo, todos con 31/100 puntos, mientras que los puntajes más altos del IPC correspond­en a Dinamarca (90/100), Finlandia (87/100) y Nueva Zelanda (85/100) y los países peor califica‑ dos son Sudán del Sur (13/100), Siria (13/100), Venezuela (13/100) y Soma‑ lia (11/100).

Sin duda el tema de la corrupción seguirá en las discusione­s políticas, y deben entender los mismos políticos que el hablar de este flagelo y señalar a los contrarios no es la solución, sino en verdad combatirla desde el centro de la actividad pública.

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