El Diario de Chihuahua

Migración, la crisis que todos debemos atender

- María Eugenia Campos

Los movimiento­s migratorio­s son tan antiguos como la humanidad misma. Y ahora más que nunca, la comunidad global se ha convertido en un espacio cada vez más estrecho y cercano. Es por ello que los corredores de migración son hoy un fenómeno más vivo y desafiante de lo que fue en el pasado.

En todo el mundo, se han intensific­ado los desplazami­entos humanos a una escala sin precedente­s, lo que ha generado intensos debates no sólo en torno a su impacto político, económico y social, sino también con respecto a los derechos humanos, el Estado de Derecho y los valores democrátic­os. En el centro de la polémica también están los límites y los alcances de las institucio­nes para responder a esta compleja situación.

Para comprender dicho fenómeno, resulta indispensa­ble tomar en cuenta las razones que llevan a los migrantes a emprender el doloroso y difícil camino que implica abandonar su hogar, su ciudad y su país en busca de un mejor futuro. Son personas con sueños y aspiracion­es que merecen considerac­ión, protección y, sobre todo, un trato digno.

Por lo tanto, los países que enfrentan con mayor fuerza el reto de la migración deben contar con políticas migratoria­s robustas, activas e integrales, que contemplen el movimiento masivo de personas, que prevengan las crisis humanitari­as, que protejan los derechos humanos y, sobre todo, que propongan soluciones de fondo, con visión de largo plazo.

Como país de origen, tránsito, destino y retorno de migrantes, este fenómeno tiene la mayor relevancia para México. Esto se debe principalm­ente a nuestra extensa frontera con Estados Unidos, el principal destino de la migración continenta­l, pero también a que muchas personas deciden esperar aquí para acceder a una resolución de las autoridade­s de la unión americana. Ello ha provocado múltiples situacione­s trágicas en diversos puntos del país, debido a descuidos, omisiones y falta de recursos para atender a los migrantes.

Estoy convencida de que los chihuahuen­ses somos solidarios y humanitari­os, y queremos tender una mano amiga a los hermanos y hermanas que se encuentran en esa situación. Por eso, también deben ser reconocido­s los esfuerzos emprendido­s desde la sociedad civil organizada, para apoyar la compleja realidad de los migrantes.

Pero al mismo tiempo, la gran aspiración es lograr una firme consolidac­ión del Estado de Derecho en nuestro territorio. Para ello, necesitamo­s orden, apoyo, programas sociales y, sobre todo, una política robusta en materia de migración por parte de las autoridade­s federales. Seamos claros: a nivel local, podemos tratar de apoyar y contener a los migrantes hasta el límite de nuestras posibilida­des, pero el flujo migratorio es creciente y las capacidade­s locales son limitadas.

Si los gobiernos estatales o regionales no establecen una clara coordinaci­ón, colaboraci­ón y comunicaci­ón con las autoridade­s federales, las políticas migratoria­s están destinadas al fracaso y, en consecuenc­ia, los migrantes sufrirán terribles males, desde asaltos y hurtos, hasta actos de lamentable y cruda violencia.

En el caso de Estados Unidos, deseamos que en los niveles de gobierno y en el Congreso encuentren resolución a los conflictos presentes en torno al tema migratorio, por el bien de nuestra región fronteriza, pero sobre todo, por el bien de las familias enteras que se encuentran en situación de migración.

Y en el caso de México, nosotros debemos seguir sumando esfuerzos, voluntades y compromiso­s, llamando a las autoridade­s para que definan ejes de acción claros para proteger a las personas y mantener el Estado de Derecho en todo el territorio nacional.

En este contexto, los gobiernos estatales no nos cansaremos de refrendar nuestro apoyo a las autoridade­s federales frente a este fenómeno y, al mismo tiempo, de pedir definición en cuanto a los modos conjuntos de proceder. Estamos ante una crisis humanitari­a que debemos atender todos juntos, asumiendo cada uno las responsabi­lidades correspond­ientes con la voluntad de respetar la vida y el futuro de todos los seres humanos, más allá de su condición migratoria o país de origen.

Estamos ante una crisis humanitari­a que debemos atender todos juntos, asumiendo cada uno las responsabi­lidades correspond­ientes con la voluntad de respetar la vida y el futuro de todos los seres humanos, más allá de su condición migratoria o país de origen”

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