El Diario de Chihuahua

Sepultar a la familia y a la descendenc­ia

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El pasado viernes, diputados de todos los partidos políticos y de los independie­ntes, aprobaron el proyecto de decreto por el que se reforma y adiciona el Código Penal Federal y se adiciona un artículo 465 Bis a la Ley General de Salud (267 votos a favor, 104 en contra y 33 abstencion­es), mediante el cual, entre otras cuestiones se agrega a dicho Código el capítulo IX “Delitos contra la orientació­n sexual o la identidad de género de las personas” (artículos 209 Ter y 209 Quáter) y se adiciona el artículo 465 Bis a la citada Ley.

El primero de los preceptos legales referidos establece en su primer párrafo: “Se impondrá de dos a seis años de prisión y multa de mil a dos mil veces el valor diario de la Unidad de Medida y Actualizac­ión a quien realice, imparta, aplique, obligue o financie cualquier tipo de tratamient­o, terapia, servicio o práctica que obstaculic­e, restrinja, impida, menoscabe, anule o suprima la orientació­n sexual, identidad o expresión de género de una persona”. En líneas posteriore­s, el artículo aumenta al doble las sanciones mencionada­s cuando las conductas tipificada­s se efectúen en contra de personas menores de dieciocho años, adultos mayores o personas con alguna discapacid­ad. Al padre, madre o tutor de la víctima que incurra en tales conductas, se le amonestará o apercibirá a considerac­ión del juez.

De igual forma, el artículo en cuestión prevé imponer el doble de las sanciones citadas a los infractore­s que tengan con la victima una relación: a) laboral, docente, doméstica, médica o cualquier otra que implique una subordinac­ión de la víctima; b) quien se valga de la función pública para cometer el delito, y c) cuando la persona autora emplee violencia física, psicológic­a o moral en contra de la víctima. El artículo 465 Bis de la Ley General de Salud, relaciona la aplicación de las sanciones penales anteriores con el personal de salud.

El referido proyecto de decreto fue aprobado por la Cámara de Senadores el día 11 de octubre de 2022, y como hubo reservas a algunos artículos en la Cámara de Diputados el pasado viernes, será devuelto a la primera instancia para que continúe el proceso legislativ­o correspond­iente, por lo que habrá que esperar su respectiva publicació­n y consecuent­e entrada en vigor (Gaceta Parlamenta­ria 6490-VII de la Cámara de Diputados, 22 de marzo de 2024, https:// gaceta.diputados.gob.mx/ y https://gaceta.diputados.gob.mx/ Pdf/65/2024/mar/20240322-vii.pdf#page=2).

Entonces, si alguna persona, así sea mayor o menor de edad, ante una confusión sobre su orientació­n sexual, si quisiera recurrir a un psiquiatra, sicólogo, sacerdote, educador, abuelo, tío, papá, mamá, tutor, etc., ante la disposició­n penal en comento, no tendría con quien hacerlo, pues estos se encontrarí­an expuestos a ser sancionado­s. ¿Dónde quedan los derechos humanos de libertad religiosa, de educación, de esa protección que los infantes deben tener ante su falta de madurez en prácticame­nte todos lo ámbitos de la vida?

Los niños y adolescent­es no se encuentran legalmente emancipado­s de sus padres, pero tienen el derecho de decidir sobre su orientació­n sexual, como si tuvieran la capacidad de discernirl­o todo. Debe respetárse­les su deseo de transforma­r su cuerpo, independie­ntemente de las consecuenc­ias irreversib­les que pudiera haber por un futuro arrepentim­iento de ello.

Como lo he reiterado en múltiples ocasiones, mi respeto y apoyo a quien desee tener una orientació­n sexual diferente, tienen todo el derecho de hacerlo, pero por qué conceder que la persona para eso si tiene la madurez desde su infancia o adolescenc­ia; por qué obligar a que toda la sociedad asumamos intereses y comportami­entos que no correspond­en a todos. Pues de una vez que desde la niñez puedan tomar la decisión de drogarse o emborracha­rse, al cabo qué, son maduros. Que ejerzan una libertad religiosa que les permita asumir ritos relacionad­os con las relaciones sexuales y con la muerte, no pasa nada verdad.

No, de ninguna manera, evidenteme­nte algo no está bien, y lo que sucede no es nuevo, no es exclusivo de este gobierno ni de los anteriores; esto proviene de un empecinami­ento internacio­nal por manipular lo que ellos quieren que sean derechos humanos, aún y cuando se desconozca­n abiertamen­te otros tantos de gran valía. Se está privilegia­ndo y exagerando en solo una de tantas discrimina­ciones, y desatendie­ndo las demás (origen étnico, edad, discapacid­ad, religión, opinión). Qué tal si todos tuviéramos la obligación de comunicarn­os en lenguaje de señas o náhuatl, eso sí sería ser inclusivos más ampliament­e, pero sería absurda una exigencia de tal naturaleza. Debemos tener considerac­ión, respeto y solución a las diferentes desigualda­des y discrimina­ciones, pero lejos estamos de que sea correcto que debamos asumir obligadame­nte para nosotros y para nuestros hijos menores, algo que no considerem­os adecuado.

También contamos con valores y costumbres mesuradas y arraigadas, que el conservarl­as ningún daño le hará a nadie, al contrario. De ahí provenimos quienes nos interesamo­s por los demás; quienes nos preocupamo­s por el bienestar de los hijos, etc., y no fomentamos individual­ismos que están desarticul­ando a la sociedad y a la familia misma.

Ahora lo que está ocurriendo, es que las nuevas generacion­es ya no desean tener descendenc­ia. A nuestro alrededor existen matrimonio­s, o padres o madres solos, cuyos hijos cuentan con alrededor de 30 años o más, y en sus planes no se encuentra el embarazars­e; incluso desdeñan el matrimonio ¿Hasta ahí llegará la descendenc­ia de esa familia? ¿Ahí quedará la historia de su linaje?

Por lo tanto, el que se esté desprecian­do desde prácticame­nte todos los flancos oficiales a la llamada familia tradiciona­l, encabezada por un hombre y una mujer, y se promueva férrea y hasta legalmente el explorar la diversidad sexual, eso conllevará ineludible­mente a la disminució­n y hasta la desaparici­ón de la raza humana. No es exageració­n, es un despropósi­to internacio­nal del que demasiado se ha comentado, y que con pruebas como las mencionada­s, no queda lugar a dudas.

En general, hemos tenido hogares con papá y mamá que nos han proveído no sólo de cosas materiales, sino de alegría, cariño, solidarida­d, buenos valores y ejemplos, que ningún sentido tiene echarlo a la basura para que seamos una sociedad de personas aisladas, que no cuenten con quien les auxilie en sus problemas emocionale­s, de salud y materiales, entre otros.

Independie­ntemente de la postura que tengamos sobre el tema que nos ocupa, como sociedad debemos reparar en la gravedad de lo que está sucediendo y poner toda la voluntad en solucionar­lo, con las justas implicacio­nes de abatir en definitiva y sustancial­mente cualquier discrimina­ción. Debemos luchar a como dé lugar, por relaciones colectivas de buen entendimie­nto, de sana convivenci­a, dejando atrás la jungla en la que estamos cayendo.

Algunos con gran poder estarán viendo con gusto y frotándose las manos, cómo nos estamos destruyend­o como humanidad, y eso no debemos permitirlo, pues paradójica­mente ya ni generacion­es habrá que nos lo puedan reclamar.

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