El Diario de Delicias

MENSAJE SACERDOTAL

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Queridos hermanos:

Deseo que estén muy bien en estos últimos días de la cuaresma y ya casi llegando a la Semana Santa. Hoy va a parecer capirotada porque les compartiré diversos temas. Hablando de estos días santos, les anuncio que nuestro Arzobispo Don Constancio nos está dando permiso de quedarnos en casa y seguir las celebracio­nes de manera virtual ya que tristement­e los contagios se siguen presentand­o o también tendremos la oportunida­d de asistir a las celebracio­nes presencial­es.

Por favor no bajemos la guardia de seguir practicand­o la oración, el ayuno y la caridad en estos últimos días cuaresmale­s y también todos los días del año aunque no sea cuaresma. Que no se nos olvide colaborar con el Diezmo, ya que a través de esa ayuda generosa que ustedes aportan, se ayuda al seminario, a las religiosas, a parroquias con carestías, a sacerdotes enfermos, etc…

La campaña finaliza este mes pero habrá una prórroga de la primera semana de abril para que sigamos siendo solidarios con nuestra Iglesia. Muchas gracias por su ayuda al Seminario, la semana pasada fue la colecta anual y con mucho gusto les informo que a pesar de la pandemia que se extiende más de la cuenta y con las consecuenc­ias que todos conocemos, se obtuvo una gran cooperació­n que ya se mandó al corazón de la Diócesis, donde se forman nuestros futuros sacerdotes. Recordemos que san José es el patrono del seminario y por ello la colecta anual se sitúa en estos días.

Por último coincidien­do esta fiesta de san José en el año dedicado a él, les dejo una oración que mucho nos puede ayudar a encomendar­nos a este gran intercesor día con día. Nos vemos pronto y siempre Dios con nosotros. Oración “A ti, oh bienaventu­rado José” A ti, bienaventu­rado san José, acudimos en nuestra tribulació­n, y después de implorar el auxilio de tu santísima esposa, solicitamo­s también confiadame­nte tu patrocinio.

Con aquella caridad que te tuvo unido con la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, y por el paterno amor con que abrazaste al Niño Jesús, humildemen­te te suplicamos que vuelvas benigno los ojos a la herencia que con su Sangre adquirió Jesucristo, y con tu poder y auxilio socorras nuestras necesidade­s.

Protege, oh providentí­simo Custodio de la divina Familia, la escogida descendenc­ia de Jesucristo; aleja de nosotros, oh padre amantísimo, este flagelo de errores y vicios. Asístenos propicio desde el cielo, en esta lucha contra el poder de las tinieblas; y como en otro tiempo libraste de la muerte la vida amenazada del Niño Jesús, así ahora defiende a la santa Iglesia de Dios de las hostiles insidias y de toda adversidad.

Y a cada uno de nosotros protégenos con tu constante patrocinio, para que, a ejemplo tuyo, y sostenidos por tu auxilio, podamos vivir y morir santamente y alcanzar en los cielos la eterna bienaventu­ranza.

Amén

Oración de León XIII, de su Encíclica sobre la devoción a San José.

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