EN EL 88 ANIVERSARIO DE LA FUNDACIÓN DE DELICIAS
Delicias nos obliga a mirar hacia arriba, a elevar la mira y a definir con razón la estrategia para ser dignos de ella y poner toda nuestra pasión de serlo
DELICIAS, VENCEDORA DEL DESIERTO, DELICIAS SIEMPRE JOVEN, DELICIAS AL BIEN ABIERTA. DELICIAS, como quieran llamarte, pero que te llamen con el corazón, con el alma, porque así te lo mereces.
Porque tus calles cuentan historias, porque tu misma eres una historia que quiere ser escuchada, disfrutada con el suave murmullo de tus atardeceres que ven morir el sol lentamente, como si no quisiera dejar de contemplarte.
Delicias cumple hoy 88 años de su fundación, y desde siempre, los delicienses cumplimos años con ella. Con sus sueños, que se enlazan siempre con los nuestros y demandan a todos los que vivimos en ella, que la respetemos, que la queramos, que la cuidemos y que en sus espacios se escriban historias que trasciendan en el tiempo, porque cada uno de sus hijos se hizo merecedor de ella.
Sus hijos, los que nacimos aquí, crecimos aquí y aquí queremos morir.
Sus hijos, los que la eligieron por voluntad propia para vivir en ella y se han adaptado a sus costumbres, a su cultura, a sus leyendas.
Nuestro Delicias, que sigue siendo joven, porque orgullosa de su pasado, mira desafiante el futuro, porque confía en aquellos que la dirigen no pierdan el tiempo en banalidades internas, que solo reflejan intereses egoístas y ajenos a nuestra Delicias.
Delicias, la que viste del color que sus hijos quieran vestirla y abre sus puertas con la esperanza de que quienes hoy la conducen, la lleven a mejores destinos, con inteligencia, con visión, con trabajo en equipo y sin confrontaciones estériles, con honestidad y eficiencia y con un manejo escrupuloso de sus recursos.
Delicias, que nos obliga a mirar hacia arriba, a elevar la mira y a definir con razón la estrategia para ser dignos de ella y poner toda nuestra pasión de serlo.
Delicias, que amo desde ayer, desde hoy y desde siempre y con la voz de mi generación, transmitamos a las generaciones que nos siguen y a las de todas las latitudes: Delicias, te quiero y como un simple hijo tuyo, quiero ser digno de Ti y en ello, pongo mi mayor esfuerzo, mi mejor voluntad.