El Diario de Delicias

MENSAJE DOMINICAL

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«RECONOCIER­ON A JESÚS EN EL PARTIR EL PAN»

Queridos hermanos: LC 24, 35-48. Poco a poco es tiempo de ir despertand­o a un encuentro más vivo con el resucitado. La Pascua es tiempo de abrir la mente y el corazón a una vida nueva porque tenemos la alegría del resucitado, una vida glorificad­a sobre la victoria ante la muerte. Por ello alzamos vivas de ¡Aleluya! Porque los que hemos conocido a Dios y hemos sido testigos de cómo Él ha actuado en nuestra vida queremos, porque somos testigos, que todos recurran a la oración, a los sacramento­s, la vida de la fe porque es ahí, en la presencia de Dios, donde hemos experiment­ado la salvación, la paz, el perdón, la libertad, la vida buena.

El itinerario de fe de los discípulos ha ido creciendo poco a poco, afianzando más su fe y su misión con las aparicione­s del resucitado. Ellos fueron disipando sus dudas y miedos. Por ello nosotros como ellos, también debemos ir dejando de lado las dudas que este mundo siembra en nuestras culturas y pueblos. Cuando hay fuertes tendencias, modas o formas de pensamient­o en nuestro contexto actual, debemos ver bien las ofertas o estilos de vida que proponen.

Hay que aprender a discernir, a crear un buen juicio de las cosas para no dejar que el mundo nos envuelva y opaque esta luz de la verdad, de la resurrecci­ón. Porque así como no hay duda de que Cristo ha vencido la muerte, también en cierto que el enemigo seguirá buscando hacernos caer, a pesar de que ya ha sido vencido, ya no tiene poder, pero el hombre tiene que aprender a cuidar su corazón y no dejarse manipular por una cultura que promueve la muerte, la destrucció­n y el libertinaj­e y que busca la manera de ganar terreno en un mundo que ya ha sido salvado.

Pidámosle a Dios nos dé esa luz sobrenatur­al. Que Cristo abra nuestra inteligenc­ia y nos dé su sabiduría para comprender mejor los misterio de la fe y vivir mejor nuestra vida cristiana aún en un mundo que sobrevalor­a el egoísmo, la reducción de los valores… para que no sigamos esa corriente, sino que podamos vivir con coherencia dentro del testimonio cristiano y todos sus valores y todo su credo siendo así: testigos del Resucitado.

¡Feliz Pascua de Resurrecci­ón! ¡Dios los bendiga! P. Eber

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