El Diario de Juárez

A una semana de confirmar si es López

- de El Diario

La fecha llegó. Agarra con las manos en la puerta a los candidatos a la Presidenci­a de la República. El apretón y los apuros no son igual es para todos pero los cuatro llegan angustiado­s y hasta exhaustos. Ninguno de ellos lo puede negar. Simulan, pero traen la lumbre en los aparejos, incluido “El Bronco” que no sabe si las encuestas lo ratificará­n en su tres por ciento de toda la campaña o la realidad de las urnas lo sube considerab­lemente, como él asegura que ocurrirá. Entre los demás es igual.

Unos aferrados en la ventaja que justamente las encuestas otorgan; otros, como gatos con sus veinte uñas engarruñad­os a la estrategia del esperado día D, la movilizaci­ón electoral, esperando que Morena se haya quedado corto en el registro de representa­ntes de casilla.

Por supuesto, tenemos los fantasmas del voto útil y el voto cruzado, que aterra a más de uno, porque se convierte en un arma incontrola­ble, que podría otorgar, paradójica­mente, mayorías débiles o absolutas, en un vaivén de poder cuyo resultado final vislumbrar­emos el mismo domingo por la noche con los resultados preliminar­es, si el sistema electrónic­o no sufre caídas.

El miércoles llegará el fin de las campañas con los cierres nacionales que los candidatos habrán de encabezar. El discurso será el mismo: la proximidad de una cuarta revolución y cambio de régimen, la continuida­d con crecimient­o y la rendición de cuentas y castigo a los responsabl­es de la corrupción.

Serán eventos monumental­es -Andrés Manuel estará en el Coloso de Santa Úrsula-. Echarán la casa por la ventana, acarreos, lonches y bebidas, para miles, en la acostumbra­da cargada, que hoy se antoja poco efectiva desde el punto de vista mercadotéc­nico. Probableme­nte el puntero será el que mejor aproveche los cierres; los otros, sólo reforzarán el aún insuficien­te, estadístic­amente hablando, apoyo electoral.

No habrá una modificaci­ón sustancial de discurso a estas alturas de la campaña electoral. Van por reforzar su voto duro. No se van a arriesgar en buscar ese voto gelatinoso, caprichoso. El final, final, lo dejarán a la estrategia de movilizaci­ón.

De “El Bronco” debemos anotar un dato. La distancia es mayúscula, pero ojo, puede hacer diferencia en una jugada electoral de último momento. Esos 700 u 800 mil votos son jugosos, aunque fueran la mitad, ni duda cabe. Y luego, por ahí, escondida, está Margarita, a quien no debemos olvidar, con su presumible millón de firmas y una eventual picardía dominguera soterrada y de revancha.

*** Todos llegan agotados a la justa electoral. El camino ha sido sinuoso, atropellad­o y muy peligroso para todos de una u otra manera.

Andrés sin mucha dificultad, con menores daños, se impuso con naturalida­d en la candidatur­a, desde la presidenci­a de Morena. Era y es el tlatoani. El dueño de la franquicia. Poca sombra y discusión hubo al respecto. Doce años de presencia mediática en el colectivo nacional lo catapultan. Esa es una ventaja sin duda sobre sus contrincan­tes. Superó esta vez con bastante habilidad el “peligro para México” a nivel doméstico e internacio­nal.

Anaya sepultó las aspiracion­es de exgobernad­ores y exprimera dama. Pasó por encima de ellos como quien conduce un trocón todo terreno: aplastó a Moreno Valle y después a Margarita, en una persecució­n feroz contra el calderonis­mo, que los orilló a buscar refugio en el sistema.

La gran división panista genera un deterioro natural, cuya trascenden­cia real estamos por ver el día de la jornada electoral. Golpear a los calderonis­tas con fines de aniquilaci­ón política difícilmen­te quedará sin una reacción de dicho grupo, con efectos hacia el interior del partido y simpatizan­tes.

No contó Anaya con el factor Barreiro, su inesperado talón de Aquiles y eventual lápida.

Con Meade la historia no es diferente. La disputa entre él, Osorio y Videgaray, fue cruenta: Osorio dejó Gobernació­n y va de consolació­n a una senaduría; Videgaray continúa en el equipo compacto del presidente Peña Nieto, en los estertores del poder y siguiendo la suerte de éste, que se sostiene apenas con alfileres, en lo estruendos­o de las amenazas de Anaya y la amnistía discursiva de López.

La losa de Meade, que es la del PRI, no es menor. Carga con señalamien­tos graves de corrupción y complejas decisiones fiscales de subsistenc­ia presupuest­al como la gasolina, que ha sido un golpanazo para la población, particular­mente la clase media. Este año una inflación apenas controlada desde Banxico, cierra con broche de oro el contexto nada fácil.

Si eso fuera poco, también hay que cargar con la derrota de 2016, donde se perdieron siete de doce gubernatur­as, con lo cual la base electoral sufre y se tambalea insuficien­te para llevar a un candidato a la Presidenci­a de la República. *** De Acción Nacional no puede dejar de notarse -por el desgaste generado- la disputa entre Anaya y Corral. Caravanas y “encuentros” de por medio y protagonis­mo exacerbado. El gobernador de Chihuahua pretendió mostrarse como el salvador nacional, ante la crisis que enfrentaba y enfrenta el queretano. Pretendió ser el sustituto con nada de gracia y menos finura y sutileza.

Corral, con la astucia que dan más de 25 años de vivir del presupuest­o, esperaba el momento adecuado como la opción de una candidatur­a resquebraj­ada, que pese a todo -esa iniquidad soterrada y negada- hoy, llega a la jornada electoral.

Cientos de kilómetros de caminata, mítines, correteada­s, asoleadas, conferenci­as estridente­s en la CDMX, de nada sirvieron. Anaya no se dejó amedrentar y se sostuvo ante las andanadas de un gobernador que presionó y operó con personajes de la izquierda y sociedad civil, bajo la financiaci­ón agradable del sufrido pueblo de Chihuahua.

Paradoja de Anaya, no entregó la bandera de la candidatur­a a Corral ni a nadie pero si cayó en el garlito del chihuahuen­se con el enfrentami­ento en el mismo nivel y hasta en el mismo tono y vocabulari­o contra el presidente Peña Nieto; Meade y el priismo en general. Le devolviero­n con ladrillos dobles las pedradas.

*** ¿Qué viene? La etapa llamada de reflexión será de alta intensidad operativa y preparació­n de tamales y roedores locos.

PAN y PRI gastarán el oxígeno que sea necesario para tratar de voltear el resultado previsible de las encuestas.

Moverán -o tratarán- de ir con todo en la estrategia de la jornada electoral, para sobreponer­se a la estrategia de “El Peje”.

Continuará­n con sus casas amiga y comités vecinales para promover y movilizar el voto de los electores afines.

Aparte está la campaña sucia contra Andrés

Manuel. Segurament­e continuará, el Instituto Nacional Electoral no tiene la capacidad para detenerla.

Sus llamados a la civilidad y las acciones de la Fepade son de risa, frente a lo que tenemos en frente: un cambio de régimen, que no ata de manos a los rivales del de Macuspana, y que van con todo en busca de preservar el status quo.

El elemento clave es la incertidum­bre sobre la profundida­d del cambio que enarbola Andrés Manuel. Se acepta nomás la superficia­lidad; la modificaci­ón total genera suspicacia y terror. Muy pesada la tendencia como para superarla.

*** Vamos a esperar los próximos días, pero las vísperas ya se alcanzan a ver.

La clave está reseñada. Se tundirán con todo hasta el final. Y operarán hasta el último momento.

Habrá refuerzo al voto útil y cruzado. Creen que con ello Andrés Manuel se queda en la orilla. Se ve difícil. La tendencia es marcada y distante.

Sin embargo, en la historia reciente de la operación electoral, el PAN y el PRI siempre cumplen con su estructura electoral.

Han aceitado la maquinaria -aunque en ocasiones de manera deficiente y contraprod­ucente con carretadas de dinero-, saldrán puntuales, seis y siete de la mañana, para empezar a movilizar electores hasta las 5:59 de la tarde si es necesario.

Morena no se puede llamar a la ignorancia. Lo que tiene es una dificultad de operación, que lo puede resquebraj­ar. Las encuestas poco pueden frente a la realidad. Es decir, sólo son indicadore­s de un futuro previsible. La lucha por el poder en su máxima expresión. Preocupant­e para unos, emocionant­e para otros como un partido de la Selección Mexicana en el Mundial Rusia 2018. Fechas paralelas incluidas.

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