El Diario de Juárez

#Imaginemos­cosasching­onas

- vianey esquinca Analista

Ciudad de México.- Éxtasis, esperanza y alegría fueron los sentimient­os que la Selección Nacional provocó entre los mexicanos al ganarle 2-1 a Corea del Sur en el Mundial. Fueron 90 minutos y cacho en los que se paralizó el país. Por hora y media, no hubo otro idioma que el del futbol. No campañas, no espotiza, no promesas ni candidatos.

El futbol no es tan distinto a la política: Existe el juego sucio, los cracks, los payasos o los que nadie entiende por qué fueron selecciona­dos. Incluso hay similitude­s entre los políticos y algunas figuras del deporte de la patada.

Andrés Manuel López Obrador, abanderado de Juntos Haremos Historia, es como Juan Carlos Osorio, entrenador de la Selección Nacional. Después de las elecciones del 2012 nadie creía realmente que tenía alguna oportunida­d, todo mundo criticaba sus acciones y muchos pedían que ya se retirara. Sin embargo, está dando la sorpresa en el actual proceso electoral. A nadie le gustan los movimiento­s y cambios constantes que el morenista hace, pero al menos, de acuerdo con las encuestas, le ha dado resultado.

Por su parte, Ricardo Anaya, candidato de la alianza Por México al Frente, es como Miguel Layún: Siempre tirando a gol, pero mandando la pelota por arriba de la portería. En cada debate presidenci­al colocó la pelota, hizo tiro de esquina, chilena, tijera e incluso, a bote pronto, pero ni así anotó. Incluso con el tema de Manuel Barreiro y su hermano, más de uno pensó que lo que sí metió fue un autogol.

José Antonio Meade, candidato de la coalición Todos Por México, es como la Selección Peruana. Después de muchos años finalmente llegó a la contienda electoral, fue el último abanderado en calificar, pero le costó mucho trabajo salir del tercer lugar y podría, incluso, ser descalific­ado el primero de julio. Eso sí, como a los peruanos, segurament­e muchos le van a llorar, pero le faltó más empuje y tiempo.

Jaime Rodríguez Calderón debería buscar su alineación en la Selección Coreana. El juego sucio y los golpes bajos son lo suyo. Incluso el árbitro electoral, el Instituto Nacional Electoral, ya lo ha sancionado, pero resulta que El Bronco es el crack del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y todo le perdonan.

Margarita Zavala quedó como Néstor Araujo. Ya estaba invitada al partido, ya la habían incluido en las boletas, pero de última hora no se pudo recuperar de la maquinaria partidista, que le pasó encima, y se autodescar­tó para jugar la grande.

Pero los candidatos presidenci­ales no son los únicos que juegan. Cuauhtémoc Cárdenas es como Rafael Márquez. Realmente no juega, pero lo mantienen en el equipo porque es un líder moral. Lo meten de cuando en cuando para dar ánimos o hacer pronunciam­ientos, pero nadie espera realmente que meta goles.

Diego Fernández de Cevallos podría ser comparado con el astro argentino Diego Armando Maradona: Es protagonis­ta, da consejos, les habla al oído a los jugadores, todo mundo quiere una foto con él y lo invitan a los programas para entrevista­rlo, él quisiera seguir pegándole al balón en la cancha, pero realmente ya no juega.

A unos días del juego mayor, la fiesta democrátic­a del 1º de julio, más de un candidato espera tener entre los suyos a un Javier Hernández Chicharito que pueda salvarlos con el gol de la victoria, o que estuviera un Guillermo Ochoa parándole las anotacione­s. Sin embargo, a unos días de las elecciones, se ve poco probable que las cosas cambien, aunque habrá algunos optimistas que, inspirados en los resultados de la Selección Nacional, se digan entre ellos: #Imaginemos­cosasching­onas.

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