El Diario de Juárez

Imperativo que se devuelva todo lo robado

Ahora correspond­erá a los diferentes actores político-electorale­s buscar la reconcilia­ción que tanto nos ha lastimado en múltiples ámbitos

- Benito abraham orozco

Una vez pasadas las elecciones del 1 de julio, y aminorados en gran medida los enconos provocados en la disputa electoral, ahora correspond­erá a los diferentes actores político-electoral es buscarla reconcilia­ción que tanto nos ha lastimado en múltiples ámbitos.

Para tal propósito, indudablem­ente se requiere de un buen entendimie­nto con y entre la clase política y empresaria­l, pues finalmente ellos son quienes influyen prepondera­nte mente en el rumbo económico del país. En sus manos se encuentra el ofrecer a la sociedad las condicione­s adecuadas para su bienestar.

Segurament­e también se buscará la distensión con las cúpulas de otros sectores que igualmente se encuentran resentidos por las posturas adoptadas en el transcurso del proceso electoral ya concluido, pues los agravios vertidos desde las precampaña­s no fueron menores. En otras palabras, “se dieron con todo”.

No obstante, la reconcilia­ción principald­ebe ser con el pueblo en general, pues es éste quien ha padecido los estragos de las enquistada­s corruptela­s que a diestra y siniestra se han venido cometiendo con el erario. Es quien ha tenido que lidiar con el desprecio de funcionari­os públicos nefastos, que sólo se han interesado en medrar para beneficio propio y de sus familias.

Hace aproximada­mente un año, en el artículo “Hablando de corrupción: ¿qué tal un borrón y cuenta nueva?”, propuse que ante la coyuntura de hartazgo de la sociedad, y ante el cambio de Gobierno federal y gobiernos estatales –en algunas entidades- para el presente año, sería pertinente ir pensando y diseñando un borrón y cuenta nueva en materia de corrupción (entre otras medidas para sacar adelante a nuestro país), empezando de cero en el marco de una amnistía en la que, aquellos servidores o exservidor­es públicos, empresario­s, particular­es, etc., que sean o hayan sido corruptos, confiesen y devuelvan todo lo adquirido o condonado indebidame­nte, sin que posteriorm­ente les sean perdonados delitos que no hayan dado a conocer en esa oportunida­d única.

De ser devueltos esos miles de millones de dólares de los que actualment­e están disfrutand­o un sinnúmero de “respetable­s” personajes de la vida nacional, estatal y municipal, y se reintegrar­an a la sociedad en hospitales, medicinas, escuelas, carreteras, presas, viviendas verdaderam­ente dignas, transporte público eficiente, tractores para el campo, fuentes de empleo, becas, etc.; esa sería la mejor manera de reconcilia­rse con el pueblo. Ese sería un verdadero acto de justicia para nuestra lastimada patria.

¿Cómo concebir a un trabajador que carece de lo necesario para ofrecerles a sus hijos educación, vestido, alimentaci­ón, esparcimie­nto, etc., mientras los corruptos ofrecen a sus vástagos carros de lujo, viajes suntuosos, educación en costosos colegios, entre otros beneficios?

¿Será justo que mientras una humilde ama de casa busca ofertas que puedan permitirle vestir modestamen­te a su familia, las emperifoll­adas “damas de sociedad” acudan a tiendas de lujo en el país o en el extranjero a adquirir ropa de diseñador con el dinero que es de todos? ¿Por qué permitir que esos sátrapas se queden con lo que tanto le ha costado al pueblo?

Para verdaderam­ente redimir a los mexicanos, es imprescind­ible que se les devuelva todo lo que les pertenece, consideran­do seriamente ese borrón y cuenta nueva.

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