El Diario de Juárez

Se desfondó el régimen

- Luis Javier valero Flores asertochih­uahua@yahoo.com.mx Blog: luisjavier­valero; Twitter: /Ljvalerof; Facebook: Aserto

Impetuosas, las multitudes que acompañan al candidato de Juntos Haremos Historia (Morena, PT y PES), Andrés Manuel López Obrador, parecieran estar en condicione­s de avasallar, no sólo electoralm­ente al partido gobernante, el PRI, sino al régimen completo. El derrumbe pareciera inminente, a tal grado que llevará al partido de Peña Nieto y de José Antonio Meade a una colosal derrota.

Pero no se circunscri­birá solamente al PRI, con toda seguridad abarcará a la mayoría de los partidos derrotados en estas que pueden constituir­se en unas elecciones referentis­tas, las del rompimient­o del régimen de partidos hasta ahora existente, cuyas primeras manifestac­iones son las de las multitudes abarrotand­o plazas, estadios, gimnasios y calles en prácticame­nte cualquier ciudad de México, sólo para asistir a los mitines de López Obrador.

Para evitar esa derrota han echado mano de todos sus instrument­os y de las peores estratagem­as publicitar­ias, las mismas que en las elecciones de 2006 les resultaron, entre las cuales ocupa un lugar preferente la mentira.

Más rupestre, José Antonio Meade intentó imbuir el terror en el electorado, sin darse cuenta que el miedo está entre nosotros, que los niveles de insegurida­d existentes no se le pueden atribuir a quien pudiera quitarles el gobierno, no alcanzó a comprender que él formaba, ante los ojos de los mexicanos y porque así es, parte de lo que la mayoría rechaza y mintió descaradam­ente.

Convencido­s, mintieron acerca de las pretension­es de López Obrador, con motivo de la llamada amnistía que promovería para construir la paz, o cesar la situación de guerra existente, Meade primero y luego también Anaya, a todas horas, en todos los to nos, en todos los medios de comunicaci­ón, a voz en cuello, le mintieron al país diciendo que el morenista pretendía perdonar a todos los delincuent­es.

Ni Meade, ni Anaya lograron percatarse de que insistir en las mentiras los hundiría. El colmo fue el panista. En los debates, impertérri­to, mintió una y otra vez y su mejor desempeño, que el de Andrés Manuel, al día siguiente era vapuleado, en cuanto se sabían los detalles de las mentiras usadas ante las cámaras para intentar salir triunfador.

Lo mismo intentó Meade, aunque con menor éxito, derivado de su evidente torpeza discursiva y ¡quién lo diría! pocas luces, en contraste con las muy buenas credencial­es que se le achacaban como funcionari­o público, ¿a quién se le ocurre decir que oponerse a la reforma educativa “es impedir que los niños se eduquen”, como lo dijo reiteradam­ente, en un inútil intento de defender la reforma de Peña Nieto?

Sin brújula, iniciaron la campaña criticando al tabasqueño por hacer una campaña populista y terminaron prometiend­o todas las cosas imaginable­s posibles, en un verdadero alarde de demagogia populista.

Ante eso, López Obrador se ha convertido en una especie de pararrayos de las inmensas tragedias de la mayoría de los mexicanos y, por ende, de una enorme inconformi­dad que está encauzándo­se por la mejor de las vías, por medio de la disputa del poder político-electoral, mediante el uso de un sistema electoral con fallas, pero que ha demostrado -hasta ahora, después del inicio de la era de elecciones plenamente competitiv­as, es decir, a partir de 1994- tener un buen porcentaje de efectivida­d.

Hoy, ese es el rasgo más generaliza­do en las conductas políticas de los mexicanos, el del descomunal repudio a la clase política, al PRI y al “sistema” que creó.

Esa es la explicació­n a las largas esperas de miles y miles de mexicanos en los actos del candidato de Morena; en cualquier ciudad, lo mismo en Chihuahua, que en Tepic, Mexicali, Hermosillo, Ecatepec, Pachuca o La Paz, sólo por mencionar algunas de las ciudades visitadas por AMLO en la última semana.

Los contrastes entre los dos candidatos punteros y sus campañas son abrumadore­s.

Mientras miles de chihuahuen­ses esperaron hasta tres horas a López Obrador en la Plaza del Ángel de la capital; dos días antes, el candidato del PAN, Ricardo Anaya, tenía tiempo, a su llegada a Chihuahua, antes del único acto a realizar en el estado, de hacer un pequeñísim­o acto con motociclis­tas que se propusiero­n recibirlo en el aeropuerto y, luego, sin nada más que hacer en esa mañana ¡se fue a tomar café con el gobernador Corral, en un establecim­iento ubicado en la plaza comercial “Fashion Mall”!

De ahí se fueron, caminando, como si fuera candidato a una diputación o una Sindicatur­a, por la calle peatonal Libertad, para que los “viera la gente”; enseguida una comida cuasi privada y a continuaci­ón el mitin en la tarde.

En tanto, AMLO, un día antes de su acto en Chihuahua, realizó mítines en cuatro ciudades del Estado de México y al día siguiente viajar a Mexicali, realizar otro acto en Hermosillo, antes del mitin en el antiguo San Felipe el Real y en todos los actos acompañado de entusiasta­s multitudes.

No son solamente las encuestas el barómetro de las contiendas electorale­s, es un conjunto de herramient­as y conocimien­tos sobre el comportami­ento electoral de la ciudadanía en todas las regiones del país, son las manifestac­iones que realizan los grupos y dirigentes políticos y, sobre todo, el pulsar adecuadame­nte las preferenci­as de los electores. Todo apunta a una estrepitos­a derrota del PRI.

Y se ubica con mayor importanci­a la derrota del PRI que la del PAN, porque aquel es el partido que fue capaz de reponerse de una doble derrota presidenci­al y a partir de sus no pequeños, ni escasos puestos de poder, que conservó en la lar gano cheblan qui azul, reconstrui­rse y alcanzar, nuevamente, la Presidenci­a de la República.

Hoy no parece ser el caso, no será mayoría en ninguna de las cámaras, pudiera ser la tercera fuerza parlamenta­ria en ambas, pero lejos de la primera y no triunfará en ninguna de las nueve elecciones de gobernador.

Las preferenci­as reportadas por Massive Caller, en la elección de senadores, son el mejor referente de la profundida­d de la crisis del PRI, y del régimen.

Morena va adelante, en esa encuesta (22 de junio), en 21 entidades: Baja California, Baja California Sur, Campeche, Chiapas, Ciudad de México, Guerrero, Hidalgo, Estado de México, Michoacán, Morelos, Nayarit, Oaxaca, Puebla, Quintana Roo, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora, Tabasco, Tlaxcala, Veracruz y Zacatecas. ¡Apabullant­e!

Es, además, segundo lugar en seis entidades y mantiene una precaria ventaja en Coahuila frente al PAN. A su vez, la alianza encabezada por el pan a ventaja en seis estados: aguas calientes,chihuahua, du rango, jalisco, gua na ju a to, queré taro y Tamaulipas. Y va en segundo lugar en nueve entidades.

Y el PRI en el fondo. Va adelante en Colima y en Yucatán, aunque en esta última con una pequeña ventaja frente a los candidatos del PAN. Está en el aire ese triunfo.

De ese modo, Morena obtendría 50 senadores de mayoría y primera minoría, y hasta 16 de representa­ción proporcion­al, para un total de 66, con lo que alcanzaría­n la mayoría en la Cámara de Senadores y estarían a 11 de contar con mayoría calificada.

La alianza Por México al Frente, (PAN-PRD-MC) obtendría 21 senadores, entre mayoría y los de primera minoría y entre siete u ocho plurinomin­ales, para un total aproximado de 29 senadores.

A su vez, el PRI alcanzaría 14 senadores por los dos primeros conceptos y probableme­nte seis plurinomin­ales, para un total de 20.

En Nuevo León hay una cerrada disputa entre los candidatos de Movimiento Ciudadano y el PAN.

Tales resultados guardan relación con los publicados por el Barómetro Electoral de Bloomberg. En este sitio, uno de los que elaboran un promedio de las encuestas, de un conjunto de empresas que las hacen, ponderando a las más importante­s (por su grado de credibilid­ad), Andrés Manuel López Obrador encabeza las encuestas con el 50.8 por ciento de las preferenci­as electorale­s, por el 24.8 de Ricardo Anaya, el 21.6 de Meade y un bajísimo 3.7 por ciento de Jaime Rodríguez “El Bronco”.

Una de las empresas que no son tomadas en cuenta por este sitio, Massive Caller (debido a que sus encuestas son telefónica­s y con robot), que publicó un tracking (literalmen­te rastreo) diario desde principios de mayo, había mostrado resultados, en esas fechas, ventaja de AMLO sobre Anaya en rangos de 7-8 puntos.

Pero a partir de fines de ese mes se observaron dos curvas, tenues, pero sostenidas, una en sentido creciente, la de AMLO, y una decrecient­e, la de Anaya.

Pues bien, los resultados de la publicada el viernes 22 le dieron ventaja a AMLO de 17.54 puntos (43.17 por ciento por 25.63), además de que durante los dos días previos la ventaja superaba los 15 y 16 puntos (para mayor informació­n, acceda al Facebook de Aserto) con lo que podemos inferir que el fenómeno electoral a favor de López Obrador puede crecer a porcentaje­s semejantes a los mostrados por Bloomberg.

No terminan ahí los males de los partidos del régimen. Morena va adelante en las preferenci­as electoral es en las elecciones a gobernador­es en ciudad de méxico, chiapas,m ore los, Tabasco y Veracruz, además de sostener una cerrada disputa por la gubernatur­a de Puebla. El PAN va adelante en Guanajuato, Puebla y Yucatán. En tanto, movimiento ciudadano, va adelante en la disputa por el gobierno de Jalisco.

Así, las elecciones de 2018 serán el escenario de dos fenómenos: la avasallant­e ola electoral de López Obrador, y el desfondami­ento del régimen y su partido emblemátic­o, el PRI.

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