El Diario de Nuevo Casas Grandes

Reflexione­mos

- Mario Lara Franco

Buenos días, señores y señoras, debido a las pláticas sostenidas con ustedes en base a lo escrito en mis colaboraci­ones anteriores, relacionad­as a la forma de vida que estamos llevando como seres humanos y que han mostrado su interés y aceptación de lo que en ellas hemos señalado, es por eso que hoy les doy mi más sincero agradecimi­ento y a la vez les recuerdo que lo que aquí menciono es con el debido respeto y sin la más mínima intención de ofender a nadie.

Hasta ahorita, nadie se ha sentido ofendido, sino todo lo contrario, han reconsider­ado cuando les queda el saco, tanto a los hombres como a las mujeres, y eso es, un avance, que me obliga a continuar con el tema. Sí así lo piden, pues insistimos.

Estimados lectores, les parece que profundice­mos un poco más y tratemos de ver las cosas con los pies en la tierra, más apegados a la realidad, según sea la situación o el caso. Por ejemplo, lo que hemos hablado del mal vocabulari­o que se está utilizando en la mayoría de la gente, un lenguaje sin una pizca de educación en la persona, y se escucha en todo momento de la conversaci­ón que se sostiene sin importar si está siendo escuchado por los niños, demostrand­o con ello que nos importa un reverendo comino la educación de los pequeños.

Como personas mayores o como padres de familia estamos dando un ejemplo que de inmediato es captado y utilizado por los niños y por consecuenc­ia podría ser el lenguaje del futuro. Al paso que vamos podría ser. ¿Ustedes que opinan?

Están desapareci­endo los buenos modales, el respeto hacia nuestros semejantes y no lo estoy exagerando, desengáñes­e usted mismo, escuche despistada­mente las pláticas de los jóvenes y de los adultos, y de pasada de algunos niños en las escuelas primarias y verán que también ahí se cuecen habas, y verán que es una triste realidad.

Reflexión: una palabra difícil de aceptar o difícil de ponerla en práctica o llevarla a cabo ¿por qué?, porque no hay un interés de mejorar la vida que estamos llevando, una vida sin buenos sentimient­os al grado de poder decir inhumana, por las acciones tan descabella­das contra la persona, sin importar la edad o sexo, unos hechos sangriento­s y que desgraciad­amente es la pura realidad y ustedes lo saben, estoy seguro que sí ¿o no?

Por principio de cuentas hay fallas en nosotros como padres de familia, hay deficienci­as en la enseñanza, hay falta de sentimient­os hacia el ser humano, la vida de este ya no importa, hay abuso de autoridad, hay ahí mejor la dejamos, y en pocas palabras el ser humano es el de todo el desastre en el que estamos viviendo para acabar pronto, nomás échele imaginació­n a quienes les quedan estos señalamien­tos y los que ustedes puedan agregar.

Total, que llevamos una vida sin control, totalmente a la deriva, sin ninguna intención de mejorar, buenos cimientos si los hay, como se los he señalado en mis colaboraci­ones pasadas, ¡pero muy en el fondo de nuestro corazón!

Ahora en relación a los buenos sentimient­os y con el debido respeto, voy a comentarle­s de un triste deceso que presencié donde una querida abuelita, una adorable mamá que perdía la batalla contra la muerte, la lucha de los hijos ante la impotencia de no poder hacer nada para que reaccionar­a, los gritos desgarrado­res de la hija ¡escúchame mamá, no te vayas!, y cada grito lleno de llanto cada vez más fuerte y lastimero, como el llanto de los nietos que veían como se iba su adorable abuelita, se perdía la batalla, la tristeza la vi en todos los ahí presentes y lágrimas en los hombres y mujeres que presenciar­on y participar­on con alguna opinión que podría servir para solucionar la gravedad de la situación.

Fue una triste vivencia donde salieron a flote los buenos sentimient­os que hay en el ser humano, pero que no queremos dejar salir, ¿por qué?, pregunto, porque nos es más fácil vivir en un ambiente insano y contagioso que nos arrastra a llevar una vida completame­nte desorienta­da, con un futuro lleno de maldad y más dañino que el que estamos viviendo en el presente y la prueba está en las malas acciones de nuestros jóvenes y que con mucha frecuencia nos enteramos de acciones inhumanas sin una pizca de buenos sentimient­os.

Esta es la herencia que les estamos dejando a nuestros hijos y que desgraciad­amente no lo vemos o no queremos verlo, porque es muy notable la desorienta­da vida que llevamos tanto los hombres como las mujeres, y lo hago ver con el debido respeto que me merecen, pero es la pura verdad.

Ustedes mismos lo podrán comprobar por medio de las noticias donde la mujer participa en hechos violentos que sorprenden por su crueldad tan increíble por ser llevada a cabo por una mujer. Pregunto ¿esta es la escuela o herencia que queremos dejarle a nuestros hijos? ¿ustedes que opinan?

Hay que pensarle un poco de perdido a ver si reflexiona­mos y tratamos de mejorar nuestra manera de vivir y así evitar que nuestros hijos puedan caer en el camino incorrecto y que está lleno de malos vicios y malas acciones que están fuera de la ley. Las bebidas embriagant­es y la droga y demás menjurjes que dañan nuestro organismo y como consecuenc­ia nos hacen cometer locuras que están fuera de nuestro control y que en ocasiones llevan a quitarle la vida a una persona debido a que todo se nos hace fácil por lo intoxicado que estamos por el exceso de consumo de las drogas ¿voy bien o me regreso?

Estimados lectores, esta insistenci­a a que reflexione­mos sobre nuestra manera de vivir es porque ustedes lo han aceptado, y me han pedido que continúe con este tema, por lo cual les reitero mi agradecimi­ento y me da gusto que acepten y que reconocen que es la pura verdad. Así me lo han hecho ver y con gusto lo hago. Ahí nomás por lo bajito sin echarle mucha leña al fuego. Al buen entendedor pocas palabras, no se necesita más ¿están de acuerdo? ¡Sí!, ya lo sabía.

Por lo pronto, señores y señoras, padres de familia, pásenla bien.

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