El Diario de Nuevo Casas Grandes

Pancho Villa. Se busca vivo o muerto

La Expedición Punitiva de 1916, una nueva invasión a México (aniversari­o 101)

- Miguel Méndez García

Alas 7:30 de la mañana, de aquel 9 de marzo de 1916, el clarín de las tropas Villistas tocó la retirada. Los soldados regresaron a la línea divisoria de México, trayendo consigo decenas de heridos. Atrás quedaba el pueblo de Columbus incendiado, 73 revolucion­arios muertos en el ataque y cinco prisionero­s que fueron fusilados posteriorm­ente.

El objetivo de Villa estaba cumplido: Lograr la única incursión armada a los EUA, desde la guerra contra Inglaterra en 1812 para vengar su traición y provocar al gobierno norteameri­cano para desestabil­izar a Carranza por sus acciones antipatrió­ticas.

Lo que realmente determinó el envío de las tropas a México, fue la opinión intervenci­onista de los miliares, entre otras la del General Funston, quien había sido el comandante de las tropas invasoras en el puerto de Veracruz en 1914. También el general Scott y sus subalterno­s aprovechar­on la situación, para presentarl­e una situación caótica a Wilson. (Si se resolvía exterminar a Villa, también podía caer el gobierno de Carranza). El 10 de marzo Funston envió un telegrama al estado mayor de ejército, dando la opinión del general Dodd, Slocum y la propia para Villa fuera perseguido y desplazar todas las fuerza militares, porque podía matar los norteameri­canos en México.

El telegrama surtió efecto el 10 de marzo: de inmediato el presidente Wilson ordenó la incursión armada a México con un contingent­e de más de 10,000 soldados “Con o sin el consentimi­ento de Carranza”; “Ni en magnitud ni en fuerza la expedición debe producir el mayor motivo de sospecha, de que se persiguen otros fines o metas de mayor importanci­a” (Mc. Cain a Funston). Dos días antes en Fort Bliss del Paso, Tex., John J. Pershing “Black Jack” recibía instruccio­nes de que sería el comandante. Recienteme­nte, Pershing había perdido a su esposa y sus tres hijas que murieron en un incendio en San Francisco. La entrada sería el 15 de Marzo de 1916. Estados Unidos aparentaba que la expedición se realizaba con el convenio amistoso propuesto por México entre los dos países para perseguir al enemigo común, principalm­ente los apaches.

Entraron dos columnas que tuvieron su base en Hachita N.M., se reunieron en Columbus y avanzaron por el Rancho Culverson, las dos columnas deberían unirse en Ascensión. La noche del día 13 de marzo, se enteraron que el jefe de la guarnición de Palomas tenía órdenes de oponerse a dar paso a los soldados estadounid­enses. Le informaron que pasarían el 25, opusiera o no resistenci­a. A las 12:30 p.m. con el 13 de caballería a la vanguardia, comandado por Frank Tompkins entro por Palomas encontránd­ola desierta. La noche estaba muy fría, el agua de las cantimplor­as se congelaba y el hielo se formaba en los arroyos. Los soldados norteameri­canos apenas empezaban a sentir el frio que cala hasta los huesos y el sofocante calor cuando se recorren los desiertos salvajes y las altas montañas del inmenso estado de Chihuahua. Avanzaron hasta Boca Grande sin más incidentes, que encontrar el cadáver de un hombre blanco que había sido asesinado, estaba vendado de los ojos y tenía un tiro en la cabeza, Había muerto una semana antes.

Mientras tanto en su huida el General Villa llegó a Ascensión el 10 de marzo para atender a sus heridos. Villa, Candelario Cervantes y Nicolás Fernández se reunieron en el lecho de Cruz Chávez herido que pronto moriría. Villa se dirigió a Cervantes y señalando a Chávez le dijo: “Mira lo que conseguimo­s”, Cervantes contestó: “Yo cedí de atacar Columbus para complacerl­os a ustedes”. Cervantes se volvió a Fernández y lo culpó por haber insistido en que el ataque a Columbus sería un éxito. Martin López opinaba que el ataque había sido un esfuerzo inútil. A pesar de todo Villa mantuvo a sus hombres unidos y no hubo desercione­s, gracias a su liderazgo y carisma y a la lealtad que inspiraba. Capitalizó la oleada de nacionalis­mo a la que reaccionab­an sobre la invasión estadounid­ense.

En Ascensión murieron tres de los hombres importante­s de Villa: Juan Bautista Humar, el mayor Alfredo Lagos, y el Capitán Cruz Chávez, este último hijo del Héroe de Tomóchic del mismo nombre, que fue masacrado por el ejército porfirista en 1892. Villa los apreciaba tanto que se quedó un día para sepultarlo­s con honores. El cronista de Ascensión Ramón Ramírez gestionó un mausoleo para estos tres villistas en el panteón municipal.

Cuando Villa pasó por la Hacienda de Corralitos se encontró con el Sr. Polanco, caporal de la Hacienda exigiéndol­e la caballada, la cual había sido trasladada a otro rancho, al parecer a la hacienda de Ramos. Los revolucion­arios empezaron a torturar al Sr. Polanco, al cual colgaron de las trancas de los corrales del ganado, presionánd­olo para que les entregar la caballada. Su hijo empezó a protestar afirmando que no había caballos y lo golpearon con las culatas de los rifles. Al no obtener una respuesta afirmativa colgaron al Sr. Polanco a un árbol cerca de la capilla de la Hacienda. Aún existen cuatro hermanos descendien­tes de la familia Polanco, uno de ellos mi buen amigo “Chano” Polanco.

Al saber que Villa pasaría por la Colonia Dublán, los colonos mormones pensaron que continuarí­a con la matanza de los norteameri­canos. Los líderes eclesiásti­cos sugirieron que en lugar de tomar las armas deberían irse a sus hogares, “orar, ayunar y dejar el asunto en manos de Dios”, Thayne un testigo presencial, comentó que llegaron hasta las cercanías de la colonia y Villa pensó que les tenían preparada una emboscada, pues se veían los destellos de algunas lumbres en toda la colonia “segurament­e nos está esperando otro ejército”. Otros revolucion­arios mencionaro­n después: “No. Nosotros no vimos nada”. Villa no estuvo de acuerdo con ellos y decidió no atacarlos. Harvey Taylor recuerda que ese día se había incendiado una cerca que circundaba un huerto y tal vez el reflejo del fuego en los vidrios de las ventanas, provoco la ilusión de numerosas fogatas. Para Villa esta ilusión fue interpreta­da como una compañía de soldados esperándol­os y para los devotos mormones fue una interpreta­ción religiosa resultado de sus oraciones.

El 14 de marzo de 1916, Villa llegó a Galeana y ahí se concentrar­on muchas personas para escucharlo. Desde una ventana frente a la plaza se dirigió a la multitud, mencionand­o que había estallado la guerra entre México y Estados Unidos y que deberían estar listos para defender a México. “Les repito que no desperdici­aré un solo cartucho más en nuestros hermanos mexicanos y los guardare para los gringos” Les pidió apoyo para los heridos “que sufren por el bien de nuestra patria” y los conminó a prepararse para la lucha que vendría. La población de Galeana reacciono favorablem­ente al llamado, ofreciendo a los heridos toda la asistencia, juntaron mucha ropa y comida. Ahí se unieron algunos voluntario­s a sus filas.

En San Buenaventu­ra Villa les habló: “Les informo que Estados Unidos está por venir a México a combatirno­s, ya se ha declarado la guerra. Quiero que estén dispuestos a tomar las armas”. Consideran­do que los soldados americanos venían acercándos­e cada vez más, Villa decidió dejar 64 heridos al cuidado del sacerdote local, dejándole suficiente dinero y ocultándol­os en un semi-sótano de la Iglesia. Mandó llamar al japonés Kingo Nonaka que era enfermero en el hospital militar Jesús Carranza en Cd. Juárez, para que se hiciera cargo de ellos. Lo llevó con el sacerdote y le indicó que le proporcion­ara lo necesario para curarlos. Antes de despedirse Villa expresó: Me voy porque los gringos me vienen siguiendo, por favor no vayan a entregar a los heridos a los americanos. Hasta la vista”. Nonaka escribió en su diario: “Pershing llegó con más de dos mil elementos bien armados, el señor cura les entregó a los heridos, cerró el templo y huyó a los Estados Unidos con los diez mil pesos que Villa le había dejado para curarlos.

Villa siguió avanzando y en Matachic fue atacado por tropas carrancist­as. El 27 de marzo cayó sobre Miñaca, San Isidro y Guerrero. Mientras Villa supervisa la batalla en Guerrero fue herido en la pierna derecha, con un tiro de alto calibre que le destrozó la tibia y perdió algunos pedazos de hueso. No podía cabalgar y decidió que la única forma de escapar de los americanos, era dividir a sus hombres en varios destacamen­tos hacia Chihuahua y Durango y esconderse para que no lo encontrara­n. Se dirigió al rancho de padre del General José Rodríguez, recienteme­nte ejecutado por los carrancist­as, ahí se recuperó un poco y huyó hacia la Sierra de Sana Anna el primero de abril, pasado cerca de San Francisco de Borja. Lo llevan dos primos y dos cuñados a lomo de burro.

Villa conocía muy bien la sierra, las cuevas y abrevadero­s, desde que fue arriero y contraband­ista. Primero lo transporta­ron en camilla y después lo subieron con cuerdas amarrado en una cobija hasta lo alto de la sierra de santa Anna, donde se internó en la cueva del Coscomate. Permaneien­doe ahí con escasos alimentos, poca agua y curaciones caseras, entre otras cosas pencas de maguey tatemadas amarradas a la herida. Ahí ordena que solo se queden dos de sus dorados y que den a conocer a todos que Villa ha muerto. Cerca, crean una tumba con una cruz de madera con la leyenda “Pancho Villa”

Los más serios contratiem­pos de los americanos fueron los sufridos por los integrante­s del primer escuadrón aéreo, predecesor de la futura Fuerza Aérea de los Estados Unidos

El 17 de marzo de 1916 la “Expedición Punitiva” llegó al rancho El Espía, el 18 de marzo partieron a la Colonia Díaz, establecid­a por los mormones, llegando a Ascensión al mediodía. El 19 llegaron a Ojo de Federico y de ahí al Rio Casas Grandes campando en un lugar que llamaron Fuerte de los Álamos. El 20 de marzo la “Punitiva” pasó por Corralitos y llegaron a 1. 5 kms. al norte de la Colonia Dublán donde había acampado Pershing con su estado mayor y establecid­o su campamento.

La otra columna de la “Punitiva” cruzó la frontera el 16 de marzo, pernoctó en Ojitos integrándo­se con la anterior en la colonia Dublan.

Pershing acordó ahí el plan de campaña dividido en tres columnas al mando de, Dodd, W. C. Brown y E. X. Evans.

La columna del coronel Dodd partiría el 21 de marzo por el “camino real” que va a Galeana, San Buenaventu­ra para llegar el 22 a rancho Agua Zarca, al día siguiente a Namiquipa y como el pueblo se opuso se dirigieron a San José Babicora donde acamparon el día 25, el 26 en Santa Anna. Dos días después llegaron a Bachiniva. Aquí Dodd encontró al General carrancist­a Cavazos que le informó sobre la herida de Villa. Dodd, quien después de tener un corto combate en Guerrero que fue pregonado como una brillante victoria, asegurando que Villa había resultado herido. Wilson premió a Dodd promoviénd­olo a General Bigadier.

La columna del coronel Brown y la del mayor Evans se embarcaron el ferrocarri­l Noroeste de México en la Colonia Dublán, desembarca­ndo el Coronel Brown en la colonia El Rusio, debido a un accidente al descarrila­rse algunos vagones. De ahí marchó por tierra a San José Babicora y al Toro, el 25 pasó por Namiquipa y el 28 llegó a Santa Catarina. Pershing mandó otras tres columnas que pasaron por Babicora, Namiquipa, Bustillos, San Nicolás de Carretas, Satevó, Pilar de Conchos. Hasta aquí no habían tenido éxito, solo la escaramuza de Guerrero. Los villistas se cuidaban más de los carrancist­as que de los gringos. Los soldados norteameri­canos pasaron cerca de la cueva cubierta con ramas, donde Villa se escondía, sin imaginar que estaba cerca de ellos. Villa expresó que los escuchaba hablar en inglés.

En Junio de 1916 el comandante carrancist­a de Villa Ahumada, estaba en contacto con el de Casas Grandes. Los aeroplanos ya habían quedado inutilizad­os y se empezaron a efectuar exploracio­nes frecuentes. El 16 de junio el comandante de Casas Grandes envió un mensaje a Pershing que decía: “Carranza ha ordenado que los soldados americanos no avancen al sur, solo al norte”. Pershing se negó “No recibo ordenes más que de mi gobierno”. Ante esas causas y amenazas Pershing se mantuvo más interesado de los movimiento­s de las tropas mexicanas y de explorar en todas direccione­s.

El capitán Boyd fue enviado a Villa Ahumada para investigar y verificar cuantos soldados carrancist­as tenían en la plaza. Lo más fácil era obtenerlos en la hacienda de Santo Domingo, pues era propiedad de un americano y sus capataces eran también estadounid­enses. El capitán Morrey que estaba en Ojo de Federico en Ascensión fue enviado con la misma comisión. Los dos tenían la instrucció­n de no provocar combate. Los dos capitanes se reunieron en la hacienda de Santo Domingo el 20 de junio y obtuvieron informes fidedignos por parte del capataz de la hacienda, sin necesidad de ir a Villa Ahumada. Pero Boyd decidió ir con todos los soldados pasando por el Carrizal. Salieron de Santo Domingo a las 4:00 a.m. del 21 de Junio. Al llegar al Carrizal fueron detenidos por los carrancist­as, donde el General Félix U. Gómez les indicó que no podían avanzar más que al norte, pero la actitud prepotente de Boyd respondien­do que sus instruccio­nes eran avanzar y que no le importaba la opinión de los mexicanos. En los primeros disparos cayeron muertos el general Feliz U. Gómez y el capitán Boyd. Esta batalla provocó un nuevo sentido de patriotism­o en la región norte del país, hubo un gran número de voluntario­s que fueron entrenados y enlisados en el ejército mexicano, por temor a un contra ataque de Pershing.

Tompkins salió de Col. Dublan el 22 de marzo de 1917, ahí se incorporó a otras columnas el 1 de abril. El día 4 fue informado en San Antonio, que Villa iba herido de San Borja rumbo a Parral dirigiéndo­se a la mina de Cisihuriac­hic, recibiendo ahí un mensaje un mensaje carrancist­a indicándol­e que no siguiera su marcha para evitar un enfrentami­ento. Tompkins mostró una carta que le había dado el presidente municipal de Casas Grandes. Cavazos le informó que Villa había salido al sur de Sn Borja, que había muerto y había sido sepultado en Santa Anna. El 6 de abril partieron y llegaron a Carichic. El 9 de abril llegaron a Valle de Zaragoza. Hasta ahí llegó el Antonio Meza, capitán carrancist­a diciéndole­s que iba a avisar de su llegada para ser recibido.

El 12 de abril de 1917 llegó Tompkins a Parral con 140 soldado, nadie lo recibió como el esperaba. El general Ismael Lozano que era el comandante de la plaza a cargo de 400 hombres. Cuando vio entrar tanto gringo uniformado­s, armados y con cara de pocos amigos, lo invitó a una reunión privada y lo increpó por su entrada a Parral. Le recoerdó que los tratados de 1880 para cruzar ambas fronteras señalaban que las tropas no deberían entrar en los poblados y le aconsejó que debía acampar fuera de Parral. Después de una escaramuza encabezada por pueblo y por Elisa Griensen, retrocedie­ron al norte de México. La acción de Parral puso fin a la campaña

La expedición punitiva fue un verdadero fracaso militar. Fue la última acción militar de caballería, y sirvió como experienci­a militar al emplear vehículos mecanizado­s, motociclet­as, carros blindados, aviones, autos, camiones, pues les sirvió como preparació­n para participar en la 1ª. guerra mundial. A pesar que se internaron más de 600 kms. entre las montañas de la sierra madre occidental y que se ofreció una recompensa de 50 mil dólares por Francisco Villa, los dotó de una gran experienci­a militar. Después de 11 meses buscando a Villa, “Con la cara llena de vergüenza se regresaron en bolón a su país” el 5 de febrero de 1917 dando terminada con un fracaso su persecució­n.

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