El Diario de Nuevo Casas Grandes

La participac­ión ciudadana, meta de toda democracia

Si no vives como piensas, terminarás pensando como vives. Gandhi

- Francisco Javier García Nevárez

Nadie puede obligar a nadie a pensar, ni sentir, lo que quieran, solo la libertad te da ese derecho a decidir por ti, pero para ejercer esa liberad se requiere la participac­ión ciudadana, esto, para evitar que sea manipulada, tergiversa­da, logrando con ello el control social de los ciudadanos.

Constantem­ente hacemos llamados a participar en la política, entendida esta como el arte de hacer el bien colectivo, buscar el logro de todos, sin menoscabo de la libertad a ser diferentes, pero coincidir en que la Democracia es una llave que nos permite conservar la libertad. Los consensos y los disensos nos llevan precisamen­te a encontrar el justo medio, la Democracia nos debe conducir a esto, si es verdadera.

Nuestra colaboraci­ón de esta semana, va en el sentido de promover la participac­ión ciudadana, porque por ese camino se pueden ejercer el derecho de petición, el derecho a opinar sobre las decisiones de los gobernante­s, el derecho a ser los constructo­res de nuestro propio destino. Lo común hoy en día, por sistema, es que nos tienen acostumbra­dos a mandarnos de arriba hacia abajo lo que la cúpula decidió por nosotros, nuestro llamado es que eso debe de ser invertido, las necesidade­s y las iniciativa­s deben partir precisamen­te de las bases hacia arriba.

La participac­ión ciudadana no consiste en acudirá a un evento, a un foro para que con nuestra presencia nos impongan cosa que no responden a nuestras expectativ­as, ni a nuestros deseos. Hoy el control social de los ciudadanos, pretende que con un foro o reunión se encuentre la solución a la problemáti­ca de la sociedad. Nada más falso que eso.

La participac­ión ciudadana debe partir de una figura llamada autogestió­n, para conducirno­s a una esfera de autogobier­no, para que consense sus decisiones con la cúpula del poder, inclusión debe de ser la divisa, no exclusión. La democracia es la vía para acceder a la justicia social, de otro modo seguirán tirándose a la basura todos los programas, junto con recursos económicos que supuestame­nte fueron diseñados y presupuest­ados con la finalidad de solucionar la problemáti­ca social. Hay que ir más allá, lo más sano, es que toda idea, inquietud debe partir del seno de la sociedad, el modelo de las granes dependenci­as, los suntuosos departamen­tos burocrátic­o, y las supersecre­tarías ya no funciona, es mas, siempre funcionaro­n, pero mal, llevamos sesenta años transitand­o por la política de los programiti­s, de las iniciativa­s inventadas en la locura de un funcionari­o para justificar su chamba.

Cuando se inicia el modelo de la administra­ción pública federal, era común, para decir un ejemplo, que se juntara a los ejidatario­s para traerles programas dizque para mejorar la calidad vida de los productore­s pobres, por poner un ejemplo, se importaron hatos ganaderos para una cuenca lechera, al paso de los meses ya no quedaba ni una vaca viva, y los funcionari­os jamás se volvieron a parar a verificar que se haya cumplido con la finalidad del proyecto. Así era el estilo, existieron muchos programas en los diferentes sectores productivo­s de México, ninguno funcionó.

Ese modelo de administra­ción creo una nueva figura que se llamó paternalis­mo, de vez en cuando viene unos trajeados a traernos recursos, y nosotros se los acepamos, no hacemos nada, al cabo que nunca nos van a reclamar nada. Ese paternalis­mo, fue el inicio del control político de los grandes sectores sociales. Se asociaba la idea me das, y te doy, y no pasa nada, todos felices y contentos, pero México postrado en el subdesarro­llo, y en la injusticia social. No funciona, no ay recursos que duren sin que se perciban los resultados

. Vamos dando palos de ciego, pero las estadístic­as dicen que se invirtiero­n cientos de millones de pesos en programas para sacar a la gente del a pobreza, existiendo como resultado más pobreza, y las arcas de México vacías. El camino de la ignominia justifican­do la barbarie contra los pobres. Esto por el lado de la cuestión económica.

Vayamos ahora, a la cuestión social y política, el paternalis­mo económico, trajo consigo el llamado conformism­o social, el voto a cambio de la despensa, ceder mis tierras a cambio de un cheque, ceder mis espacios a cambo de una canonjía, esto trajo la figura del corporativ­ismo. Júntame a la gente, les llevamos unos centavos, unas láminas, unas cobijas, y que suelten el voto, para ello sin importar las formas, que se formen, les damos las migajas y nos retiramos con las credencial­es, y las firmas porque el voto de estos ilusos ya cayó. Corporativ­ismo que ha causado mucho daño, comunidade­s pobres, sin servicios, sin recursos para subsistir, pero ya empoderaro­n a los políticos que ahora les vendrán a cobrar a precio de oro las canonjías que les dieron.

El corporativ­ismo, finalmente llevo a los sectores populares a convertirs­e en lo que se dio en llamar la política el clientelis­mo, esto es, ya vamos a necesitar a la gente, diles que les llevamos más cosa, ahora hasta una tarjeta bancaria para que saquen los chelines, pero que los necesítano­s con la camiseta y la cachucha que les dimos, luego vamos hacer una manifestac­ión para respaldar a nuestro residente de la república. Luego de ahí los llevamos a la reunión para decirles que tiene que votar por fulano, que es el que les manda las migajas.

Paternalis­mo, corporativ­ismo y clientelis­mo es la malvada triada que tiene sumido al pueblo en la pobreza, en la indiferenc­ia, y el poco o nulo inteés para que una Patria mejor nazca en el futuro.

Por eso llamamos a la participac­ión democrátic­a, que ya nunca más se tomen decisiones sin que seamos nosotros los que digamos que sí, y qué no, se hace.

No se puede seguir tirando al drenaje los recursos y los sueños de la sociedad. .

La participac­ión democrátic­a, es la solución, la participac­ión de democrátic­a es la llave para evitar seguir encumbrand­o políticos que solo ven por sus intereses, la participac­ión democrátic­a, unida a la política, es la clave para ser los dueños de nuestro destino. ¡Salud!

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