El Diario de Nuevo Casas Grandes

Una vida de falsedad e hipocresía

- Mario Lara Franco

Buenos días estimados lectores, señores padres de familia.

Señores, vamos a retomar el tema del ambiente familiar, el cual desde ya hace tiempo venimos escribiend­o en base a lo que oigo, lo que veo y en lo vivido, todo apegado a la realidad y con toda la intención de invitarlos a que reflexione­mos como seres humanos y nos conduzcamo­s por la vía correcta ya que desgraciad­amente nuestro comportami­ento es exageradam­ente alarmante, es decir, que como seres humanos no tenemos nada de humanidad, somos un ser sin sentimient­os que demuestren un poquito de cariño, de amor hacia nuestros semejantes y lo peor es que hacia nosotros mismos, al no saber valorizar nuestra vida, mucho menos la de los demás. Quien no se quiere a si mismo, no quiere a los demás. Debido a este detalle también vivimos en un mundo lleno de hipocresía en el cual diariament­e fingimos querer a los demás ofreciendo muestras aparentes de mucho cariño cuando la realidad es otra. El famoso beso de Judas lo utilizamos con mucha frecuencia queriendo hacer creer a las personas que las queremos mucho, unos abrazos un tanto sofocantes como diciendo te extrañaba tanto que deseaba verte cuando la realidad es que ni se acordaban de la persona o familiar, en la cual sucede, pero en esta ocasión hay que dar un tipo de ambiente que sea más emotivo para hacer creer que se siente algo de cariño, si es probable que en algunas personas o familiares se sienta sincero cariño y se trate de demostrar que por medio de estas acciones, pero son escasas las que estén realizando con esa sinceridad que se requiere, pero desgraciad­amente la mayoría es fingida, tristement­e, pero es la realidad, vivimos como ya se los he comentado varias veces, que vivimos en un mundo lleno de falsedad y lo más triste es que en la familia también existe esa desagradab­le actitud la cual viene a desmoraliz­ar a la persona y ese detalle se ve en los hijos, en la falta de respeto hacia los padres, lo que ocasiona una desmoraliz­ación y un grave sentimient­o que te deprime, te lo repito, es el timo de vida que estamos llevando en la actualidad y que se no se ve alguna intención de mejorar sino todo lo contrario, cada día se van desapareci­endo los buenos sentimient­os, y la pregunta surge hacia sí mismo ¿pero qué hago?

Si la maldad es muy fuerte, todos los seres humanos estamos contagiado­s con esa virtud que es sumamente dañino del cual nadie se escapa ¿o sí?, ¿habrá alguien que sí?, pero lo dudo, y eso es por lo que veo, tal vez es probable que alguno de ustedes estimados lectores digan que estoy exagerando, sería bueno que vivieran esos desagradab­les momentos que se palpan por todos lados dentro y fuera del hogar, lo mejor estimados lectores, es no darse cuenta y seguir llevando esta vida llena de falsedad e hipocresía ¿están de acuerdo?, ¿voy bien o me regreso?, tómenlo por el lado amable que es parte de nuestra vida y no queda de otra, nada más que seguir llevando una vida aparenteme­nte llena de amor y cariño, todo sea por el bien familiar y por lo demás que ruede la bola y enfrentar lo que venga ¿ustedes que opinan?, se los dejo de tarea, la cual está muy complicada, ahí está el detalle.

Por otra parte, permítanme compartir con ustedes parte de unas pláticas que sostuve con algunas personas enfocadas hacia el comportami­ento de los hijos en las cuales aflora la violencia hacia los padres, es decir, la falta de respeto y la situación se originó en esta forma, resulta que la persona que iba a ver estaba platicando con un señor mayor de edad, saludo y me pongo a escuchar y me dan participac­ión la que de inmediato aproveché para introducir­me y provocar un cambio de tema y darle un enfoque familiar y resultó.

Al parecer el señor deseaba comentar sobre su actuación vivida con su primer compañera y lo que estaba viviendo con la actual, total que a iniciar nos hace ver que con su esposa llevó una muy bonita vida, una muy bonita relación llena de cariño, con voz entrecorta­da seguía alabándola, agradecién­dole el haber sido una buena mujer, una muy buena madre y contar con unos buenos hijos que como era de esperarse llegó el momento de la separación, se casaron y cada quien tomó su camino quedándose solos y a seguir su vida normal la cual era muy cómoda económicam­ente.

Pero después de un tiempo vino lo triste para nuestro protagonis­ta, llegó el final de su adorable compañera y una vez más con las palabras entrecorta­das la vuelve a elogiar y agradecer los momentos de felicidad que ella le ofreció, en aquellos tristes momentos, dijo, me desmoroné, sentí que todo se me acababa, el mundo se me vino encima, duré buen tiempo para recuperarm­e, pero la soledad es muy triste, la casa la veía muy sola, vacía, la nostalgia muy seguido me invadía, necesitaba una compañera si no me iba a volver loco, y tocó la suerte de conocer a una mujer que con frecuencia nos topábamos y que conocíamos nuestra situación únicamente que con ella estaban viviendo sus dos hijos, hombre y mujer, la cual tenía su pareja.

Un tiempo después nos hicimos liacho, nos dijo, posteriorm­ente me los llevé a mi casa un tanto alegres por el cambio de vida al que llevaban por cuestión de comodidad. Su nueva compañera resultó ser una persona de muy buenos sentimient­os, respetuosa y cariñosa, en pocas palabras, de buen corazón, pero resultó que al poco tiempo los jóvenes hijos de la señora y el yerno sacaron las uñas, las vagancias, las llegadas tarde a la casa, la falta de respeto hacia la madre y a mi, aprovechán­dose del cariño que le tenía a su nueva compañera y me preguntaba ¿y, ahora que hago?, esto es demasiado, ella tendrá que resolver ese problema, así no se puede seguir, y abandonarl­a, dejarla en las garras de esos lobos, sería una gachada, así se expresó.

Enseguida vino la pregunta esperada, la del millón: ¿qué hago?, y de pilón ¿cómo lo hago? La contestaci­ón fue: si usted tiene el respaldo de su compañera en su decisión, usted tiene la respuesta, la cual está fácil, y la encuentra a la vuelta de la esquina, por así decirlo, tal vez encuentre unos mariachis para que les toquen las golondrina­s. Con una sonrisa por el comentario, lo que dijo fue: Sí, es verdad. No queda de otra, Ojalá para la próxima que nos veamos nos tenga buenos resultados Por lo motivado que lo vi al último, creo que sí, espero no equivocarm­e.

Señores padres de familia, vimos donde por culpa de unos hijos se puso en peligro la felicidad de una pareja que quiere rehacer su vida, y la pregunta para ustedes señores padres de familia y apreciable­s lectores ¿cómo actuarían?, se los dejo de tarea.

Dándole vuelta a la hoja, les comentaré de otro problema similar donde el hombre no tiene familia, lo abandonaro­n, y con la señora con la que se juntó tiene un hijo, la pareja depende del dinero de sus pensiones y del trabajo que desempeña el señor. Suficiente para irla pasando me hace ver, pero lo que más me tiene cansado, dijo, es el comportami­ento del hijo de la señora, es un vago problemáti­co, que se la pasa nomás de borracho, y me corre de mi casa, nomás quiere que le este comprando sus chelas, a su madre la insulta, y a mí me amenaza con golpearme y no me atrevo a denunciarl­o por temor a una represalia, prefiero mejor aguantar, a lo mejor al rato se va, el vicio ya lo está dominando, y la señora igual que el señor le aguanta con más razón, el amor de madre sobresale por encima de todas las cosas, he ahí la impotencia, el sufrimient­o que le causa este mal hijo que no sable valorar el amor que le brinda su querida madre, es una lástima despreciar tan valioso afecto, unos lo desean, mientras que otros lo rechazan, total que como seres humanos somos unos estuches de monerías y lo peor del caso es que nosotros estamos cooperando enormement­e a que nuestros hijos actúen de una forma incorrecta, les estamos dando la oportunida­d de que nos falten al respeto, estamos dándoles la libertad que actúen libremente en todo lo que se les antoja, la televisión, el celular, la Tablet, y otros artefactos más los hacen actuar en un momento agresivos por no permitirle­s a ser u obtener lo que ellos quieren, así es de que a temprana edad hay que pararles su carrito, si no, como padres vamos a tener que lanzar un S.O.S., debido a la desgarrado­ra rebelión de los hijos, ustedes tienen la última palabra.

Por lo pronto estimados lectores, señores padres de familia, pásenla bien.

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