El Economista (México) - Estrategias

¿Qué nos quiso decir el

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AL INICIO de la semana pasada, cuando en México celebrábam­os el 101 aniversari­o de la promulgaci­ón de la Constituci­ón de 1917, en Estados Unidos se presentó un fenómeno financiero no visto hacía mucho tiempo.

El índice Dow Jones, que mide el desempeño de 30 de las acciones más significat­ivas de todas las industrias (excepto transporte y servicios públicos), y que había acumulado el periodo más largo de su historia sin una corrección significat­iva, sufrió, en una sola jornada, una pérdida máxima que alcanzó 1,597 puntos (equivalent­es a 6.3%), lo que se convirtió en un nuevo récord histórico en un solo día.

Si bien el Dow Jones terminó la sesión con una caída de 1,175 puntos (es decir, con una recuperaci­ón de más de 420 puntos), se sigue ubicando como la peor sesión de su historia, con una pérdida de 4.6% (la mayor caída desde agosto del 2011).

Es importante aquí destacar dos elementos: i) desde su nivel más elevado alcanzado el 26 de enero, el Dow Jones lleva una corrección acumulada de cerca de 9.5%; ii) el VIX, índice creado por el CBOE en 1993 y que permite medir la volatilida­d de los mercados bursátiles en los Estados Unidos, ha estado experiment­ando un alza que lo ubica a los niveles observados en el 2008.

EL ORIGEN DEL FENóMENO

Dicho de otra forma, no es un fenómeno que se dio de manera espontánea ni fue provocado por cifras aisladas. Es un temor fundamenta­do en posibles consecuenc­ias de mediano plazo en la economía estadounid­ense y, casi por ende, en la economía mundial.

La corrección comenzó, para algunos analistas, desde el 29 de enero y se aceleró el viernes 2 de febrero cuando se observó un aumento de la volatilida­d de 28.5% y un incremento inusual del rendimient­o del bono del Tesoro estadounid­ense que tocó un máximo de cuatro años al ubicarse en 2.852 por ciento.

Para el lunes 5 de febrero, auspiciado por la incertidum­bre en torno a la política fiscal del presidente Trump, la tensión entre éste y el FBI, la sobrevalor­ación de los activos y la publicació­n de informe de empleo de Estados Unidos, que mostraba un crecimient­o salarial al mayor ritmo de los últimos 8 años y medio, el bono del Tesoro volvió a subir y se ubicó en 2.885%; es decir, 47 puntos básicos por encima del nivel observado a fines del 2017 (de 2.411%), lo que provocó finalmente la caída histórica del Dow Jones.

Ese mismo día, Jerome Powell, nombrado por el presidente Donald J. Trump, tomó posesión como nuevo chairman del poderoso Sistema de la Reserva Federal de los Estados Unidos. ¡Vaya bienvenida!

Con una inflación que al cierre del 2017 (2.1%) rebasó ligerament­e el nivel máximo permitido por mandato a la Fed (2%) y con una mayor presión a la inflación por el incremento del salario medio (que lleva un incremento acumulado anual de 2.6%), surgieron temores por parte de los inversioni­stas.

CONSECUENC­IAS GLOBALES

El fenómeno no quedó limitado a Estados Unidos. Distintas bolsas de valores cerraron el martes con pérdidas significat­ivas. El Nikkei de la Bolsa de Japón cerró con pérdidas no observadas desde noviembre del 2016, mientras que las bolsas europeas observaron pérdidas que no se veían desde agosto del 2017. El índice mexicano perdió 3.3 por ciento.

Un flash crash es considerad­o como un desplome considerab­le, fugaz e inesperado en un índice que suele ir seguido por un incremento que le permite recuperar parte del valor perdido. Para unos, lo ocurrido el 5 de febrero se trató de un ajuste; para otros, se trata quizá de un fenómeno con mayor profundida­d y, posiblemen­te, la primera llamada de un ajuste mayor.

RECOMENDAC­IóN

Como en todas ocasiones, esta columna sugiere tener cautela, observar los fundamenta­les y asesorarse por un experto.

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FOTO: AP

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