El Economista (México) - Estrategias
El inversionista disciplinado
HAY UNA COSA que cada vez tengo más clara en el mundo de las inversiones y es que para ser un buen inversionista (y no hablo de obtener un resultado superior al mercado sino de conseguir a largo plazo los objetivos financieros que uno se ha planteado) el elemento diferenciador no es saber elegir los fondos (o las acciones, ETF, etc) mejor que los demás, es tener más disciplina que los demás.
Cuando uno analiza las carteras de fondos de los inversionistas se da cuenta de que en la mayoría de los casos algo ha ido mal en la construcción de estas carteras. Es fácil encontrarse con inversionistas que han acumulado siete fondos de renta variable de todos los colores y un mismo número de fondos de renta fija. Puede que me equivoque, pero lo más probable es que estos inversionistas han ido acumulando esos fondos, poco a poco, al calor de los mercados que más calentaban en el momento de su incorporación. Está claro que esta forma de construir una cartera no es óptima y que estos inversionistas no tienen disciplina a la hora de tomar decisiones de inversión. Y, sin embargo, no es tan difícil tener disciplina a la hora de comprar o vender sus fondos de inversión.
Para poder tener disciplina, evidentemente, uno debe tener un “sistema de inversión”, unas reglas que uno pueda aplicar independientemente de nuestras emociones y de la propia evolución de los mercados. Con esto último no quiero decir que el comportamiento de un tipo de activo no pueda influir en las reglas de inversión; por supuesto que pueden, pero esas reglas deben estar preestablecidas. Uno debe saber qué hacer si un tipo de activo se comporta de una determinada manera. En este sentido, un sistema perfectamente disciplinado es el conocido como el buy and hold, o comprar y mantener (uno sabe exactamente qué hacer —es decir, nada— en cualquier situación de mercado), sistema que puede ser perfeccionado con un sistema de rebalanceo periódico, por ejemplo.
A mi juicio, para poder aplicar un sistema disciplinado, ese sistema debe tener sentido para el que lo utiliza. Hay muchos inversores, por ejemplo, que aplican un sistema value, pero estoy seguro de que aquellos inversores que lo aplican no sólo están convencidos de las bondades del value investing sino que además entienden perfectamente los fundamentos sobre los que se basa.
Otro aspecto clave de una correcta disciplina inversora es que no trate de anticiparse a la evolución de los mercados. Nadie sabe cómo pueden responder los mercados a determinados eventos, pero sí es importante saber qué va a hacer uno si se produce una determinada situación. El carácter repetitivo y hasta cierto punto automático es aquí fundamental. Las reglas que uno ha establecido deben aplicarse en todas circunstancias. Es lo que evita interferencia por parte de las emociones.
En conclusión, si quiere convertirse en un mejor inversor necesitará tener una mayor disciplina inversora. El cómo hacerlo es un tema muy personal. No hay un sistema de inversión mejor que otro. Deberá buscar uno que se adapte a sus necesidades y particularidades personales.