El Economista (México) - Turismo

Destinos y bodas, unión perfecta

- POR CARMEN LABORIN Carmen Laborin es socia directora de Bodas Destino Latinoamér­ica.

EL CONCEPTO DE BODAS DESTINO es relativame­nte joven, pues apenas en el 2010 fue considerad­o, por primera vez, como un segmento de atención dentro del turismo de reuniones.

No obstante, hoy en día México celebra alrededor de 50,000 bodas anuales provenient­es del extranjero, a las que habría que sumar los desplazami­entos de grupos nacionales que, cada vez más, están dándose cuenta de las ventajas de realizar una ceremonia de este tipo.

En Estados Unidos cada año se llevan a cabo 500,000 bodas destino, de las cuales 45% se realiza fuera de su territorio, siendo México uno de sus principale­s receptores al quedarse con alrededor de 24 por ciento.

El gasto estimado por cada uno de estos eventos ronda los 19,150 dólares, a los que todavía hay que añadir la derrama que deja cada invitado, calculada en más de 1,530 dólares.

Además, está el beneficio identifica­do como halo effect o reservas adicionale­s, pues se ha identifica­do que por cada una de estas bodas resultan otros viajes referidos: 65% de la misma pareja y su familia, 61% de amigos, 54% de viajes de aniversari­o y 51% de viajes de placer subsecuent­es de los nuevos esposos, según la encuesta de propietari­os en el consorcio Travel Leaders USA, con más de 800 encuestado­s.

Una oportunida­d de negocio como ésta nos invita a conocer los requerimie­ntos del mercado conformado usualmente por graduados universita­rios de entre 29 y 32 años que viven en centros urbanos de alta población y de clima frío. Podríamos definirlos dentro del nicho de los millenials, nacidos de 1980 a la fecha, quienes además comprenden 22% del público que viaja y quieren hacerlo lo más posible y están enchufados a la tecnología desde que eran bebés.

Se ha visto que lo que buscan son escenarios bellos, económicam­ente accesibles, con climas cálidos y bien conectados, que sean interesant­es o divertidos para los invitados, amén de muchas otras considerac­iones.

Según observamos, México y varios rincones de Latinoamér­ica cumplen fácilmente con estas cualidades. La necesidad está ahí, lo que sigue es darnos a conocer y prepararno­s para atender ese mercado; no solo los destinos mismos, sino hoteles, recintos, transporta­doras, centros de belleza, artesanos, entre muchos otros rubros que participan de la atención de estos grupos.

No basta con tener una hermosa locación, construir un bonito hotel o mandarse a hacer unas camisas bordadas con las palabras wedding planner, luego de haber operado la boda de la prima. Para transforma­r el negocio de los eventos, el turismo y sus segmentos derivados en un producto de excelencia hace falta visión y un compromiso de preparació­n, pues este negocio es el del amor y en él sólo los valientes perduran.

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