El Economista (México) - Turismo
HISTÓRICA Y COSMOPOLITA
La capital canadiense cumple 150 años de su fundación, y un buen pretexto para redescubrirla es visitar los sitios que rememoran su pasado
Ottawa no sólo es la capital política de Canadá, es también una de las capitales culturales del país de la hoja de maple. Esta ciudad, ubicada en la provincia de Ontario, es sede de algunos de los mejores festivales y eventos del mundo
OTTAWA, Canadá. En sus calles resuena, a veces en francés y otras en inglés, su historia, como si sus habitantes estuvieran ávidos de contar cómo se fundó su ciudad. Este año, la capital canadiense cumple 150 años y desde el primer día del 2017 todo es una gran celebración.
Con ese entusiasmo que inyecta su gente, te dispones a recorrer Ottawa, aquella metrópoli que antes de 1857, año en que la reina Victoria la designara capital permanente de Canadá, era sólo un pequeño poblado de leñadores, que más tarde se convertiría en una urbe cosmopolita cargada de historia.
Escuchas por ahí que el punto obligado para descubrir su pasado y presente es el Parlamento, así que te diriges a esa colina, que además de narrar diversos episodios de esta nación, ofrece algunas de las mejores vistas del río Ottawa.
Ahí te enteras de que esta construcción yace, justo, sobre lo que fuera el primer parlamento, devastado por un incendio el 3 de febrero de 1916.
Mientras lo recorres y admiras sus techos abovedados, sus suelos de mármol, y te sorprendes por su iluminación, descubres que la recons- trucción del edificio concluyó en 1922 y estuvo a cargo de John Pearson y Jean-Omer Marchand, conservando su estilo neogótico original.
La curiosidad por conocer los espacios donde senadores y diputados debaten los asuntos de importancia nacional, te hace visitar la Sala del Senado y la Cámara de los Comunes, ambos sitios roban el aliento por su arquitectura, diseño y referencias sobre la riqueza natural canadiense. Aunque no tienes la suerte de que el Senado o la Cámara de los Comunes estén en sesión, imaginas, desde las tribunas, cómo serán los debates.
La Biblioteca del Parlamento es otro de los lugares que te cautiva con su estilo neogótico y sus paneles de pino blanco repletos de cientos de tallas de flores, animales y criaturas míticas.
También sobresale la Torre de la Paz, que con sus 92.2 metros de altura representa el compromiso de Canadá con la paz. Te diriges al tercer piso, donde se encuentra la Cámara Conmemorativa, que rinde homenaje a los canadienses caídos durante los conflictos armados en los que ha participado el país de la hoja de maple.
barrio de tradiciones
Muy cerca de allí está el mercado ByWard, un espacio que por casi dos siglos ha reunido a agricultores, artesanos y comerciantes, quienes diariamente venden lo mejor de sus productos.
Allí, te atrapan los aromas, mismos que te guían a diversos establecimientos que ofrecen todo tipo de gastronomía, que va desde los populares bagels hasta un pollo estilo indio.
Tu interés por la historia de la ciudad te lleva a preguntar a uno de los comerciantes los detalles del barrio, pues ya te han contado que este mercado revolucionó la zona, convirtiéndola en un auténtico oasis culinario, que hasta el momento sólo has descubierto con el olfato.
Aquel hombre, que es vendedor de frutas desde hace más de tres décadas , te cuenta que el ingeniero John By, mismo que construyó el famoso Canal Rideau, fue quien estableció el mercado en 1826, y desde ese entonces el comercio, no sólo en su interior, sino en sus alrededores, no ha parado ni parará, asegura con una sonrisa.
Actualmente, hay más de 500 establecimientos en el barrio del mercado ByWard, incluyendo más de 100 restaurantes, alrededor de 20 tiendas de abarrotes, cerca de 50 boutiques, un sinfín de librerías, tiendas de diseño y de artículos de cocina, así como galerías de arte.
Te recomiendan visitar Le Moulin de Provence, un curioso rincón que ofrece galletas, pasteles, baguettes e innumerables opciones gastronómicas, que debe su fama a la rápida visita que el 19 de febrero del 2009 hizo el expresidente Barack Obama para comprar una galleta. Hoy, esa misma galleta lleva el nombre de Cookies de Obama y, sin duda, es una de las más vendidas.
Pero los atractivos del barrio van más allá de la comida, pues cerca de allí están la Galería Nacional de Canadá, que resguarda más de 40,000 obras de diversas épocas y la Basílica de Notre Dame, una de las más antiguas de Ottawa.
La Galería Nacional de Canadá da la bienvenida a sus visitantes, con la imponente escultura de la artista franco-estadunidense Louise Bourgeois bautizada como Maman
una vía fluvial histórica
Saber que el Canal Rideau, declarado Patrimonio de la Humanidad, atraviesa el centro de la capital canadiense te motiva a explorarlo. Dudas si hacerlo caminando, pedaleando o en bote. Decides ir a pie, para sentir su brisa y dejarte guiar por sus puentes y caminos. Así andado, descubres que esa vía fluvial se conecta con el río Ottawa a través de esclusas escalonadas y que está rodeado por imponentes construcciones históricas.
Sus más de siete kilómetros de largo te muestran su encanto y pese a no ser invierno, no puedes dejar de imaginar aquel canal congelado y convertido en la pista de hielo natural más grande del mundo, lo que te hace pensar que tendrás que regresar para deslizarte sobre ella.
el pasado canadiense
Del otro lado del canal, justo a orillas del río Gatineau, está otro de los recintos que se encargan de narrar el pasado de esta nación: el Museo Canadiense de Historia.
Su lobby, repleto de tótems, te deja sin aliento, pues te explica la guía que esas esculturas de madera expresan la relación de pueblos aborígenes con fuerzas misteriosas naturales.
La sorpresa continúa cuando te informa que ese recinto es uno de los museos más antiguos de Canadá y uno de los más visitados de ese país. Ante tu asombro, la guía de ascendencia mexico-canadiense te narra que ello se debe a que cuenta con una colección de más de 4 millones de piezas que muestran desde las raíces aborígenes de Canadá hasta la historia, cultura y creencias de las naciones originarias del Pacífico canadiense.
Así, a través de sus sitios históricos más emblemáticos se redescubre la capital canadiense, que este año cumple 150 años de su fundación.