El Economista (México) - Turismo
VUELOS A TODA VELOCIDAD
Rompe la barrera del sonido piloteando un avión ruso MiG 29 y admira la curvatura de la Tierra
Volar a la velocidad del sonido en uno de los aviones rusos, MiG 29 Fulcrum, era una experiencia reservada exclusivamente para las fuerzas armadas. Hoy cualquier turista físicamente en forma puede romper la barrera del sonido en una aeronave militar caza, esas que obtuvieron fama por participar en diversos acontecimientos bélicos en todo el mundo.
Los intrépidos viajeros que quieran tomar el control de un caza ruso tampoco necesitan ser pilotos profesionales, ya que reciben un curso sobre el funcionamiento de esas aeronaves y pueden elegir a qué velocidad o altura hacer maniobras en el aire, si así lo desean.
La aventura supersónica inicia en el aeropuerto Sokol, cerca de la ciudad rusa de Nizhni Nóvgorod. Allí los visitantes tendrán que someterse a una revisión médica.
Después, los viajeros reciben una clase de introducción de vuelo, en la que pilotos experimentados explican el procedimiento del despegue, vuelo y aterrizaje, así como algunos trucos y tips para surcar el cielo a velocidades de más de 2,000 kilómetros por hora, haciendo acrobacias.
Durante el vuelo, a una altura de 21 kilómetros sobre el nivel del mar, los improvisados pilotos se acercan al límite de la estratosfera, lo que les permite estar muy cerca del espacio exterior; en el punto más elevado, es posible admirar la curvatura de la tierra y ver la inmensidad del universo.
Además, los turistas podrán vivir la experiencia de ponerse un traje G, un overol inflable de doble capa, que ejerce presión sobre las partes inferiores del cuerpo, utilizado no sólo por los pilotos de combate, sino también por los astronautas, para mejorar o estabilizar el estado circulatorio, es decir, para regular la presión sanguínea.