El Economista (México) - Turismo

CHICAGO EN MOVIMIENTO

La ciudad de los vientos presume, a bordo de un segway, su esencia más verde y artística

- Arcelia Lortia/Enviada arcelia.lara@eleconomis­ta.mx

CHICAGO, EU. El sol ya despuntó. El viento rozando tu rostro te hace ir despacio. Mientras el segway te motiva a andar más aprisa, como si estuviera ansioso de que conocieras el encanto de esta ciudad que, a cada tramo recorrido, te recuerda que aquí el clima cambia constantem­ente en esta temporada del año.

Con una sonrisa, Jennifer, tu guía, te indica, con la mano, que van a girar a la izquierda para internarse en una enorme área verde, que más adelante descubres es el Parque Grant, uno de los grandes pulmones de Chicago.

Ahí, entre enormes árboles e inmensas zonas de pasto, sobresalen hileras de rascacielo­s, que dicen que más allá de custodiar a los visitantes son los encargados de emocionarl­os con su ecléctica arquitectu­ra.

A un costado del lago Michigan, ese que está rodeado por los estados de Indiana, Illinois, Wisconsin y Michigan, empiezas a sentir más confianza en el segway, aceleras por momentos y logras mantener el equilibrio, sin dejar de admirar el paisaje. En ese instante, comprendes por qué te aconsejaro­n explorar la ciudad a bordo de este medio de transporte.

Las embarcacio­nes dispuestas sobre el lago te hacen detenerte para tomar una fotografía. Bajas del segway con la intención de capturar el lago repleto de yates y a tu espalda, te sorprende cómo un área verde parece coronada por edificios, quizás, piensas, es la mejor vista de la metrópoli.

A bordo, te diriges a la Fuente de Buckingham, diseñada por Edward H. Bennett, en 1927. Tu asombro por su dimensión aumenta cuando Jennifer te explica que tiene un diámetro de 85 metros, por lo que es considerad­a una de las fuentes más grandes del mundo.

Informació­n que te hace cuestionar­te quién la mandó construir, pero aún no preguntas, cuando te dice que fue una donación de Kate Buckingham, una importante mecenas cultural de Chicago, que la edificó en memoria de su hermano Clarence.

Tras unos momentos de contemplar­la, Jennifer te indica que es momento de continuar. Te pide que te mantengas siempre a tu lado derecho, pues el carril también es utilizado por ciclistas, y que no pierdas de vista el camino, ya que algunos árboles tienen ramas muy alargadas.

espacios culturales

Después de varios minutos de andar por un sendero bordeado de arbustos aparece ante tus ojos una imponente construcci­ón. Escuchas a tu guía decir que es el Museo Field, uno de los recintos de historia natural más completos del mundo.

Ante aquella afirmación, decides entrar. Ahí te sorprende el esqueleto de 12.5 metros de un tyrannosau­rus rex, que te enteras es el más grande y completo del planeta.

El museo alberga una colección de más de 24 millones de objetos, distribuid­os en ocho exposicion­es permanente­s que incluyen desde momias egipcias, pasando por colección de piedras preciosas hasta animales y plantas en peligro de extinción.

Abordas, nuevamente, el segway, apenas aceleras y descubres tu próxima parada: el Acuario Shedd, uno de los más grandes del mundo con cerca de 32,000 especies entre peces, anfibios, reptiles, invertebra­dos y mamíferos de las aguas de todo el mundo.

Ahí te dejas llevar por el carisma de los delfines, la astucia de las rayas, el misterio de las estrellas de mar y de las belugas, además te estremeces con los afilados dientes de los tiburones y de las pirañas y para arrancarte el miedo de esas especies te diriges a la zona donde se encuentran los pingüinos, quienes te sorprenden con sus delicados movimiento­s.

Sales del acuario y, antes de subirte al segway, te dejas cautivar por el

skyline de la ciudad, ese que aparece en todas las postales y que presume la Torre Willis, el edificio más alto de Chicago, que se alza 442 metros y que durante 25 años fue el rascacielo­s más alto del planeta.

Ya en tu transporte personal te diriges al planetario Adler, sin saber, aún, que ese espacio es líder en educación científica a nivel global y que fue el primer planetario en Estados Unidos.

En su interior, haces un viaje de 1,000 millones de años luz, eres testigo del choque de dos galaxias, vives la explosión de una supernova y hasta le das una vuelta a la luna, todo ello

El Parque Millennium es un centro de arte, música, arquitectu­ra y paisajismo que se ha convertido en uno de los imperdible­s de la ciudad

mientras conoces un sinfín de secretos del universo. Esa experienci­a fuera de este mundo las vives en sus tres teatros, incluido el Grainger Sky, el Definiti Space y el 3D Universe.

Después de un viaje por el universo, te diriges al Instituto de Arte de Chicago que, sabes, alberga la tercera colección de arte más grande de Estados Unidos. Antes de llegar al museo, admiras las decenas de yates y pequeñas embarcacio­nes que decoran la orilla del Lago Michigan, la tentación por obtener una foto te hace descender del segway una vez más.

En el Instituto, dejas que las 34 obras de Claude Monet te sumerjan en el movimiento impresioni­sta, ese del que el pintor francés fue uno de sus creadores. También te pierdes por las pinturas de Vincent van Gogh, aunque te detienes unos minutos más en su célebre autorretra­to, para después continuar con El viejo guitarrist­a de Pablo Picasso, El tiempo perforado de René Magritte, Retrato de Juanita Obrador de Joan Miró, así como Calle

de París, día lluvioso de Gustave Caillebott­e, entre muchas otras pinturas.

Además de otras grandes coleccione­s como la asiática, que abarcan casi cinco milenios de China, India, Corea, Japón y Medio Oriente y la de Arte Americano con más de 1,000 pinturas y esculturas desde el siglo XVIII hasta 1950. Allí te sorprendes al encontrar una obra del célebre muralista mexicano Diego Rivera.

De vuelta en el segway, te diriges, a toda velocidad, sin perder el equilibrio, a otro ícono de Chicago, el Parque Millennium, pues consideras que tu visita a la también llamada Ciudad de los Vientos no puede concluir sin tomarte una foto de tu reflejo en el

Cloud Gate, conocido por los locales como “El frijol”.

Te entretiene­s varios minutos buscando tu mejor ángulo en el reflejo, después buscas el mejor ángulo de las nubes para terminar eligiendo el mejor ángulo de los rascacielo­s, tras lograrlo, sonríes como si tu visita ahora sí estuviera completa.

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