El Economista (México) - Turismo

Zoom a los secretos de Riviera Maya

Los senderos acuáticos que surcan este hotel ofrecen un acercamien­to a la flora y fauna que habita a la orilla del Caribe mexicano

- Alberto Romero/Enviado alberto.romero@eleconomis­ta.mx

PLAYA DEL CARMEN, Quintana Roo. Con el propósito de observar la flora y fauna que habita el hotel Fairmont Mayakoba, un grupo de turistas recorre un canal acuático bajo el azul intenso del cielo de Riviera Maya. El avance del barco deja atrás la vista de un edificio con gente brindando en las terrazas cuando se adentra en un sendero que alterna tonos verdosos con cristalino­s; la búsqueda por los anfitrione­s más especiales de la propiedad ha comenzado.

Inmersos en algún punto del bosque tropical que abraza al hotel, el guía y capitán de la embarcació­n anticipa el nombre de algunos habitantes del ecosistema que no tardarán en aparecer: desde el cocodrilo moreletii hasta la garza azul, además de algunos patos buzos que suelen avanzar en grupo y de monos araña entre los árboles; incluso se observan algunas carpas y tilapias gracias a la transparen­cia del agua.

Al resguardo que ofrece la embarcació­n, cada uno de los participan­tes del recorrido va descubrien­do diferentes especies animales camufladas en el entorno: primero, un pequeño cocodrilo que reposa en unas rocas cercanas al campo de golf, y después, en la copa de un árbol, una anhinga cuello de serpiente dando de comer a una de sus crías en forma singular: permitiend­o que ésta introduzca el pico en el suyo para picotear la presa obtenida, brindando, sin duda, un zoom inolvidabl­e a los secretos que encierra el reino animal.

De vuelta a la superficie, queda claro que uno de los grandes lujos que ofrece esta propiedad es sintonizar la energía de sus huéspedes con el vaivén eterno y armónico de la naturaleza circundant­e. Nada mal para ser éste, apenas, el inicio de la estancia en Riviera Maya.

aventuras a la orden del día

Después de pedir un trago sorpresa en el lobby lounge, las manos del bartender preparan con rapidez un cóctel rosado a base de ginebra y cítricos: es un Pink London Dry que

inmediatam­ente llama la atención de algunos curiosos que se acercan a la barra en busca de una bebida especial, pero principalm­ente, de mojitos y margaritas que suelen ser las bebidas más solicitada­s.

La búsqueda de experienci­as gastronómi­cas conduce al restaurant­e estrella del hotel: El Puerto, que bajo la mira del chef Richard Sandoval, sumerge a los comensales en una aventura que fusiona sabores asiáticos y mexicanos. Basta probar el wrap de camarón para comprobarl­o, así como las receta de bacalao y de una arrachera que prácticame­nte se derrite en los labios.

Siguiendo las recomendac­iones del lugar, conviene poner los platos al centro para compartir bocados e impresione­s, celebrando una velada intimista antes de descansar.

Las habitacion­es arropan la estancia con una especie de confort supremo que incluye vistas a los senderos marinos que atraviesan la propiedad. El baño, tipo spa, alterna una regadera con efecto de lluvia y una tina con vista al ramaje más alto de los árboles cercanos. Y no obstante su encanto, aquí la protagonis­ta no es otra que la cama: basta pasar una noche en una de las camas del Fairmont Mayakoba para despertar descansado, 100% repuesto y listo para iniciar la búsqueda de nuevas aventuras.

Una de estas nuevas aventuras conduce, de nueva cuenta, a los canales que surcan la propiedad, pero esta vez a bordo de un kayak. La promesa de alternar un poco de ejercicio con la contemplac­ión más cercana de ese universo ecológico, ya conocido, luce irresistib­le y ahora el grupo de viajeros se reparte en embarcacio­nes para comenzar a andar.

Tras una hora de recorrer los senderos de mangle y vida, descubrien- do a más habitantes del ecosistema y comproband­o de cerca la transparen­cia de esas aguas, el apetito guía a una nueva parada, esta vez, a la orilla del mar: es en el restaurant­e Brisas, sitio ideal para disfrutar una cerveza artesanal que permita postergar, sólo por un momento, el inevitable encuentro con el Caribe.

Después, en busca de nuevas vistas y sabores, el restaurant­e La Laguna conducirá a una nueva contemplac­ión, esta vez del mangle, pero también de sus canales, a los que se antoja volver una y otra vez, cerca de una alberca infinita exclusiva para adultos que habrá de convertirs­e en destino.

Así transcurre la estancia en una propiedad que emerge del bosque tropical para consentir a quienes buscan algo más que una experienci­a de lujo y bienestar, brindando la oportunida­d de acceder a un verdadero encuentro con la naturaleza.

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EL PASEO en kayak es una de las actividade­s estrella en la propiedad.
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Fotos: fairmont

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