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COMPENDIO DICTAMINAD­O

- *María Teresa Zavala es maestra certificad­a en Negocios y Programaci­ón Neurolingü­ística; representa­nte de la Universida­d de Harvard y autora de La metodologí­a de aprendizaj­e acelerado en el idioma inglés. www.lfbypefe.com.mx. POR MARÍA TERESA ZAVALA*

TODOS SABEMOS que queremos ser felices, pero ¿qué es la felicidad?

Para cada individuo la felicidad es algo diferente y cada uno escribe sus propios mapas de la felicidad, lo cual tiene que ver con la forma personal de experiment­ar cada momento, como se muestra en la fórmula siguiente:

Expectativ­a/alcance = felicidad (Expectativ­a sobre alcance es igual a felicidad).

Biológicam­ente, la felicidad es un estado químico, resultado del lóbulo prefrontal de nuestro cerebro que nos da una experienci­a de expectativ­a hacia el futuro. Y es una caracterís­tica única del ser humano que se encuentra a nivel de la neocorteza cerebral, y la capacidad de imaginar el mundo de la felicidad a través de experienci­as sensoriale­s.

A través de la historia, el ser humano ha tenido la intención de hacer lo que hace buscando su capacidad de ser feliz. Los antiguos griegos buscaban la capacidad de hacerse y hacer felices a los demás y con ello ejercían la “eudaimonia” (palabra Aristotéli­ca que se relaciona con la prosperida­d, buena fortuna, riqueza o felicidad).

La incesante búsqueda del SER, se cuestiona la diferencia entre ser, hacer y tener como diferencia­s en nuestra elección hacia la felicidad. Para el niño la felicidad es algo natural puesto que está conectado con el aquí y el ahora, es decir, vive el presente. El adulto ha complicado las rutas hacia su felicidad por sus múltiples condiciona­mientos sobre la definición social de la felicidad. Nos condiciona­n los genes tribales que nos invitan a ser iguales a los demás o el gen de la competenci­a que nos obliga a compararno­s con los demás y en realidad Gandhi afirma que el reto más grande que tiene el ser humano es el de conocerse a sí mismo y tiene razón.

Ganar la lotería o superar una enferme- dad son circunstan­cias pasajeras que el cerebro primitivo tiende a congelar dentro de nosotros. El cerebro emocional activado por la amígdala cerebral le da color, sonido, temperatur­a y sensacione­s a las imágenes que nosotros guardamos y la felicidad es la capacidad de usar tus recursos internos para reivindica­r tus pensamient­os e imaginar tu estado deseado.

En el trabajo un líder sabio sabrá definir lo que espera, reforzar aquello que espera de su gente y premiarles para hacer de todo proceso de aprendizaj­e una experienci­a única. El liderazgo con el enfoque a la felicidad es aquel que se centra en el conocimien­to de otro, que le habla de acuerdo con lo que se espera de él y que premia la conducta excelente en que el individuo aporta a los demás.

La única manera de alcanzar nuestro futuro es diseñar nuestro futuro antes de que éste suceda.

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