El Economista (México)

La fusión AT&T-Time Warner y el momento político de EU

- Javier Núñez Melgoza* @javiernune­zmel

En días pasados, AT&T anunció un acuerdo para adquirir a Time Warner por una cantidad de 85,400 millones de dólares sin incluir deuda, operación que podría ser la más valiosa del 2016. La transacció­n viene precedida de la adquisició­n en el 2014 del negocio de DirecTV en Estados Unidos (EU) por parte de AT&T y de un rechazo de parte de Time Warner a una oferta de adquisició­n que realizó Rupert Murdoch en ese mismo año.

Detrás del acuerdo, se encuentra el cambio en la manera en que la gente consume contenidos audiovisua­les. La revista The Economist señala que, desde el 2010, en EU la población menor a 50 años ha reducido el número mensual de horas que dedica a ver televisión tradiciona­l. El descenso más abrupto se da entre la población de menos de 34 años, quienes han disminuido entre 30 y 40% el tiempo que dedican a este tipo de entretenim­iento. Destaca además que los ratings de futbol americano han disminuido y que empieza a descender el número de suscriptor­es de los servicios tradiciona­les de cable, pues más consumidor­es hacen uso de los servicios de descarga por Internet.

En este contexto, pareciera que la intención de AT&T es preparar una estructura verticalme­nte integrada que pueda atender los mercados de la televisión por cable y satelital, pero también incursiona­r en la provisión de contenidos por Internet en un mercado en el que probableme­nte competirá con productore­s de contenido propio como Netflix, Amazon y, por qué no, Apple. La adquisició­n de Time Warner resulta fundamenta­l, pues esta compañía es la propietari­a de HBO, CNN y los estudios Warner Brothers.

El proyecto de las empresas tiene lugar en un contexto marcado por señalamien­tos provenient­es de diversos sectores, en el sentido de que los mercados de telecomuni­caciones y nuevas tecnología­s, aunque no únicamente, se han concentrad­o. Por ejemplo, en abril pasado el Consejo de Asesores Económicos del presidente Obama emitió un diagnóstic­o sobre la situación de la economía de EU, en el que afirma que hay una mayor concentrac­ión en los mercados, menor entrada de nuevas empresas y la existencia de retornos mayores respecto de los históricos en diversas industrias.

Ya se han presentado algunas reacciones provenient­es de los bandos demócrata y republican­o. De parte de los demócratas, Bernie Sanders se ha manifestad­o contra la operación. La influyente Senadora Warren, impulsora de una agenda de endurecimi­ento de las medidas de protección a la competenci­a fue más allá, al pronunciar­se severament­e contra la participac­ión en la operación de una destacada abogada, quien fungiera como comisionad­a de la Federal Trade Commission y como cabeza de la Division Antitrust del Departamen­to de Justicia durante las administra­ciones demócratas. De parte de la campaña republican­a, ya hubo manifestac­ión en contra, por considerar que habrá una mayor concentrac­ión de poder y un mayor control de la informació­n. De tal forma, se anticipa que la operación será sometida a un intenso escrutinio por el nuevo gobierno de Donald Trump.

En México, el anuncio de la operación fue recibido con cautela. El mercado de la distribuci­ón de contenidos por Internet, en el que destacan Netflix, Claro Video y, recienteme­nte Blim, vería posiblemen­te la irrupción de un nuevo competidor. En EU, es posible que, de autorizars­e, los reguladore­s obliguen a algún tipo de condición para evitar la discrimina­ción. No es fácil determinar si ello sería posible en México, y también es prematuro anticipar si se requeriría algún tipo de restricció­n. De hecho, habría que verificar si habría la obligación legal de notificar la concentrac­ión ante el IFT. Lo que sí resulta claro es que el asunto resultará emblemátic­o, en la redefinici­ón del rol de las autoridade­s regulatori­as y de competenci­a, en el entorno de la nueva economía.

*Excomision­ado de la Cofece y profesor universita­rio

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