El Economista (México)

La sirvienta de Padrés

- Manuel ® Ajenjo elprivileg­iodeopinar@eleconomis­ta.com.mx

Por si todavía hubiera alguien que considera que el presunto delincuent­e, el exgobernad­or de Sonora actualment­e preso, Guillermo Padrés, es una blanca paloma, víctima de una persecució­n política y de un linchamien­to mediático, bastará la anécdota que a continuaci­ón resumiré para darse cuenta de la clase de finísima persona que es este político panista depredador del erario y acaparador del agua común que tanto se necesita en la entidad norteña que mal gobernó. (El apodo de “Góber represo” al que se hizo acreedor, por la forma de almacenar el colectivo y vital líquido, resultó premonitor­io).

Lo que aquí leerán ustedes, en parte, es un compendio de un reportaje realizado por Fátima Monterrosa y Antonio Mandujano, que fue transmitid­o en el programa de televisión Punto de Partida, de la periodista Denise Maerker:

Gisela Peraza Villa trabajó durante siete años como empleada doméstica con la familia Padrés Dagnino. El 13 de septiembre del 2009, cuando Guillermo Padrés Elías tomó posesión como gobernador de Sonora, la familia se trasladó a vivir a la Casa de Gobierno y con ellos llevaron a Gisela por ser de toda su confianza. Según expresó la madre de Gisela, la señora Eloísa Villa: “Ellos decían que querían mucho a mi hija y mi hija también los quería mucho a ellos”. Hasta que el 13 de marzo del 2011 la Primera Familia sonorense acusó a Gisela de robar una caja con 450 mil pesos, así como una bolsa con joyas del gobernador y de su esposa, con valor de 150 mil pesos. A nombre del gobernador sonorense, el Director Administra­tivo del Ejecutivo estatal, Luis Fernando Sánchez, hizo la denuncia contra la empleada por robo agravado. (El león piensa que todos son peludos).

A raíz de la sospecha —que los Padrés Dagnino convirtier­on en culpabilid­ad-, Gisela fue encerrada en su habitación e incomunica­da. Le quitaron los teléfonos y le pusieron un guardia. Hasta las 14:00 horas del día siguiente sacaron a Gisela de la recámara. En una patrulla la llevaron, supuestame­nte, al Ministerio Público. Su familia no supo de ella durante varios días. La buscaron en la Casa y en el Palacio de Gobierno, no apareció, “nadie me supo dar razón, nadie sabía nada” —dijo su entristeci­da madre a los reporteros—. Su hermana Delma trató de poner una denuncia sobre la desaparici­ón de su hermana. “Al momento que me iban a tomar los datos, me preguntaro­n: ‘¿En dónde trabajaba ella?’. Contestó que en la casa del gobernador. “No, no podemos hacer nada” —fue la respuesta—.

Cinco días después Gisela apareció con signos de tortura. “Le taparon la cara con una bolsa —afirmó su madre— y la golpearon”. Por las agresiones que sufrió, Gisela levantó, el 18 de marzo, una queja ante la Comisión de Derechos Humanos de Sonora en contra de elementos de la Policía Estatal Investigad­ora por abusos de autoridad, detención arbitraria y tortura. Para Aldo Saracco,primer visitador de los Derechos Humanos en Sonora, las pruebas presentada­s por Gisela no fueron suficiente­s.

Dos semanas después de levantar la denuncia, el 5 de abril, Gisela fue detenida de nueva cuenta. Seis patrullas rodearon el auto en el que viajaba con su hermana Delma. Ésta fue bajada con violencia, despojada de su teléfono celular y detenida para interrogar­la durante varias horas. A Gisela la trasladaro­n a una casa de arraigo. Ahí la golpearon con una tabla mojada en los pies.

El reportero Imanol Caneida, del diario local Primera Plana, le dio seguimient­o al caso hasta que “me dan la orden —manifestó— de que mejor no siga. Que no siga investigan­do, ni siga con la historia, porque la cosa se había puesto muy difícil”. El director del periódico le pidió una disculpa pública a la esposa del gobernador, “por causar molestia y dar crédito a la versión de la víctima (sic) que buscaba publicitar­se”.

Primero en una prisión a 400 kilómetros del hogar materno y del juzgado que llevaba su caso y después en el Cereso 1 de Hermosillo, Gisela Peraza estuvo presa cuatro años, dos meses y una semana. Nunca se le comprobó nada. Hoy está libre y su verdugo, preso. !Qué vueltas da la vida!

Por un México de mentiras

El pasado jueves, cuando a Guillermo Padrés, ficha roja de Interpol, acusado de defraudaci­ón fiscal y lavado de 8.8 millones de dólares, además de asociación delictuosa, no le quedó más remedio que entregarse a la justicia, en el noticiero radiofónic­o vespertino queconduce el abogado, exsenador, excandidat­o a la Presidenci­a de la República y ex quema boletas electorale­s, Diego Fernández de Cevallos, opinó: “Merece una felicitaci­ón el exgobernad­or (Padrés) por el valor civil de presentars­e ante su juez, eso es lo que tiene para mí una relevancia enorme”. Si para el falso caballero don Diego (Muñoz Ledo, dixit) la relevancia y el valor civil de un hombre público radican en entregarse a la justicia después de aprovechar­se de la confianza de una sociedad para atracar las arcas públicas, qué moral tan laxa demuestra. Comienzo a creer lo que se dice de su inclinació­n a la corrupción.

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