El Economista (México)

Diplomacia 0.0

Tres días antes de las elecciones, como si estuviera en el Estadio Azteca, la panista Mariana Gómez del Campo repartía en el Senado camisetas en apoyo a Hillary Lo prudente para el gobierno es preparar un equipo de negociació­n con Trump integrado por exp

- Fausto Pretelin Muñoz de Cote

La victoria de Donald Trump catapultó la crisis de la diplomacia, reveló la ignorancia supina de senadores y políticos en general, y enfatizó la ausencia prolongada de una agenda internacio­nal en medios de comunicaci­ón. Todo, en México.

El 30 de agosto, el coordinado­r de los senadores del PRD, Miguel Barbosa, abrió su aplicación Twitter para escribir lo siguiente: “@RealDonald­Trump tu presencia no es grata. ¡Lárgate! Vienes a tomarte la foto con quienes has ofendido”. Al no haberlo escrito el mensaje en inglés, es imposible saber si el equipo de redes sociales del candidato Trump lo registró para su posterior traducción, o lo ignoró. Es claro que el mensaje de Barbosa fue dirigido en clave doméstica.

Una de las agresiones hacia Trump más dañinas para la diplomacia mexicana la hizo el subsecreta­rio para América del Norte de la cancillerí­a, Paulo Carreño King, el 27 de octubre, 12 días antes de las elecciones durante un foro organizado por Interaccio­nes: “Yo creo, no anticipo más, en la siguiente elección nos vamos a ver más actuantes, quizás sin despertar, y si eso fue causa del señor Donald Trump, pues bienvenida su burda, pagana y malhora candidatur­a”.

El 8 de septiembre, frente a una pregunta provocativ­a de la analista Denise Dresser en el ITAM, la secretaria de Relaciones Exteriores, Claudia Ruiz Massieu, quizá bajo la idea de que el auditorio Raúl Baillères en el que se encontraba le permitía dejar por una hora su cargo, dijo: “Cuando una manzana es roja, es roja. Cuando dices cosas ignorantes, eres un ignorante”. En efecto, Ruiz Massieu se refería a Trump a quien calificó de “ignorante” y de comentario­s “racistas”.

Tres días antes de las elecciones, el Senado fue convertido en una especie de palco del Estadio Azteca por la panista Mariana Gómez del Campo. Repartiend­o camisetas a favor de la campaña de Hillary Clinton, logró que Emilio Gamboa y Javier Lozano dedicaran sonrisas Colgate a los lentes de los teléfonos que los apuntaban. En la era de las selfies lo que importa son las poses. No importa que no se hayan puesto la camiseta popular de Hillary. Quienes sí lo hicieron fueron los senadores Dolores Padierna y Zoé Robledo, del PRD; Hilda Flores del PRI, y por supuesto la panista Gómez del Campo. No era la primera ocasión en la que, bajo los efectos de la película Matrix, el Senado se convertía en palco de un estadio de futbol. El 30 de marzo los perredista­s lanzaron la convocator­ia de un punto de acuerdo bajo la campaña de redes: #MxContraTr­ump. La foto de la selección del futbol del PRD fue tomada en el patio central del Senado. Atrás, en las ventanas de las oficinas se podía ver la bandera de #MxContraTr­ump. Entre los jugadores se encontraba el carismátic­o Armando Ríos Piter. Miguel Barbosa cogió el micrófono y dijo sobre la campaña lo siguiente: “No es el PRD contra Trump. No es ningún senador contra Trump. Es una idea, una propuesta, es una estrategia de construcci­ón para todos (…) Hagamos esto un asunto del género humano”.

No contento por haber participad­o en el ambiente futbolero en el Senado, el día de las elecciones Zoé Robledo publicó su opinión en el periódico Reforma cuyo título parece el de una novela algo más que surrealist­a: “El día que México salvó a EU”. Seducido por las encuestas el senador Robledo, es decir, viendo ya a Hillary Clinton como presidenta, escribió: “Por lo pronto los Estados Unidos no lo sabrán, pero México hoy, los habrá salvado de sí mismos”.

Me llevaría varias páginas del periódico describir los rasgos de nuestra diplomacia 0.0. Pero las anteriores reacciones forman parte del mosaico diplomátic­o de nuestro país.

Lo prudente de Peña Nieto es preparar un equipo de negociació­n con Trump integrado por expertos diplomátic­os sobre Estados Unidos, y claro, Luis Videgaray a la cabeza. Si Trump es pragmatism­o puro, urge una decisión pragmática de Peña Nieto. Las buenas vibras no sirven para afrontar la crisis diplomátic­a en la que el país se encuentra.

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