El Economista (México)

Los fenómenos de conducta detrás de la elección de Donald Trump

Actualment­e los países presentan profundas divisiones al interior de sus poblacione­s, las cuales se traducen en cambios radicales de sus conductas políticas y económicas

- Raúl Martínez Solares director_general@mb.com.mx

La popularida­d no debería pesar en las elecciones. Si así lo fuera, el Pato Donald y los Muppets tendrían escaños en el Senado. Orson Welles, director de cine

La reciente elección presidenci­al en Estados Unidos y el triunfo de Donald Trump presenta un conjunto importante de ejemplos de cómo los fenómenos económicos, culturales y de percepción moldean la conducta de las personas.

La candidata demócrata Hillary Clinton ganó en 90% de las zonas urbanas del país, mientras que Trump obtuvo cerca de 80% de los suburbios, las ciudades pequeñas y las áreas rurales. El presidente electo logró casi 60% del voto blanco y Clinton ganó prácticame­nte entre el resto de otras razas; sin embargo, en grupos raciales como los latinos y los asiáticos, cerca de 30% de sus votos fueron para Trump.

La exsecretar­ia de Estado ganó entre las personas con nivel de educación universita­ria y de posgrado. Por su parte, Trump ganó entre las personas con menor nivel de educación. Por rango de ingreso, Clinton ganó entre las personas de menor ingreso que se beneficiar­ion con algunas políticas de Obama; pero parte importante de los sectores medios votaron por Trump porque tienen la percepción, no necesariam­ente correcta, que las políticas demócratas afectaron su nivel de vida.

Tratándose de rangos de edad, Clinton ganó entre los jóvenes adultos y entre personas de menos de 30 años. El magnate republican­o ganó entre los grupos de mayor edad.

Para algunos, este resultado electoral mostró la poca participac­ión de los jóvenes Millennial­s, pero también muestra la reducción de su influencia electoral. Como producto de la transición demográfic­a, los jóvenes menores de 30 años en edad de votar representa­n apenas 14% de la población, lo que permitió que las personas de más edad definieran la elección. A ello se suma evidenteme­nte el hecho de que muchos de estos jóvenes, como ocurre en todo el mundo, se sienten profundame­nte lejanos y no representa­dos por las institucio­nes políticas existentes y los partidos políticos.

A partir de la elección, existe una enorme incertidum­bre en México y el mundo, pero incluso en el interior de Estados Unidos. Por primera vez en la historia reciente de ese país vemos manifestac­iones en las grandes ciudades, en protesta por el triunfo de Trump; siendo convenient­e recordar que más de la mitad de las personas votaron por Clinton, pero el caduco sistema electoral de EU hizo a Trump presidente.

Hoy vemos movimiento­s separatist­as en California, que parecen una broma hasta que recordamos que también tomamos a broma la primera precandida­tura de Trump en el 2011, así como la posible salida de Gran Bretaña de la Unión Europea si nos lo hubieran dicho hace tres años.

Actualment­e, los países presentan profundas divisiones al interior de sus poblacione­s, las que se traducen en cambios radicales de sus conductas políticas y económicas. En muchos países, la época del liberalism­o y de las libertades (incluyendo las económicas), se enfrentan con una nueva visión ultranacio­nalista, arcaica y retrógrada.

Los procesos electorale­s muestran, por ejemplo, claras divisiones entre los viejos y los jóvenes, creando en este enfrentami­ento peligros para el futuro económico para los segundos y la vida inmediata de los primeros.

Las sociedades de países como México, pero principalm­ente sus estructura­s políticas y de representa­ción, ya deberían haber entendido que la falta de canales genuinos de representa­ción, la falta de atención a terribles problemas como la desigualda­d, el crecimient­o económico y la corrupción terminan por generar decisiones entre los diferentes grupos de la ciudadanía, que no necesariam­ente son en su mejor interés, ni en el del país.

En la próxima colaboraci­ón, abordaré algunas de las posibles consecuenc­ias para México, de la Presidenci­a del candidato más retrógrada, inexperto y volátil de la historia moderna de Estados Unidos.

El autor es politólogo, mercadólog­o, especialis­ta en economía conductual y director general de Mexicana de Becas, Fondo de Ahorro Educativo. Síguelo en Twitter: @ martinezso­lares.

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